Cuando el Hombre Araña escaló la Catedral de Santiago
La madrugada del 25 de julio el granadino José Puertollano trepó hasta lo más alto de la Torre de la Berenguela y esperó a la llegada del Rey Alfonso XIII.
18 julio, 2021 06:00La torre de la Berenguela también conocida como torre del Reloj mide 72 metros de altura y debe su nombre al arzobispo Berenguela de Landoira, quien en el siglo XIV mandó que se construyese este cuerpo con base románica para defender la Catedral. Durante el Año Xacobeo una linterna permanece encendida en su interior, algo que llama la atención de todos los que la observan. Pero hubo una vez en que lo que llamó la atención era de carne y hueso.
¡Majestad: es el escalatorres! Esa fue la expresión que utilizó uno de los escoltas de Alfonso XIII en medio de la Alameda, cuando el intrépido José Puertollano (Granada,1873), conocido por trepar las torres de iglesias y catedrales por toda España, quiso acercarse al Rey después de su espectacular hazaña esa misma mañana, para pedirle su autorización para trepar todas las alturas del país y entregarle una memoria de todos sus récords. La aventura a la que nos referimos es la que ocurrida en la mañana del 25 de julio 1909 mientras se celebraba la Ofrenda al Apóstol, en medio de los actos organizados por la inauguración de la Exposición Rexional Galega, cuando un hombre escalaba hasta lo alto de la Torre de la Berenguela sin arnés ni protección de ningún tipo.
El rey Alfonso XIII había llegado a la ciudad con el fin de presentar la ofrenda al Apóstol e inaugurar la Exposición Rexional con motivo del Año Santo. Su majestad llegaba a la plaza del Obradoiro (antes Plaza del Hospital) en su automóvil, cuando al salir del vehículo se escuchó con un fuerte grito ¨¡Majestad!¨. Todos los allí presentes pudieron comprobar que a unos cuantos metros de altura se topaba un hombre, Puertollano, agitando una bandera y haciendo diferentes equilibrios para deleite de todos los espectadores.
Pero no se crean que no intentó hacer tal peripecia con permiso y respetando la burocracia. Para llevar a cabo su atrevimiento José Puertollano había pedido previamente autorización al Cabildo, que denegó tal permiso. Ante la negativa trepó de madrugada y se ató a la torre en el punto más alto y allí esperó hasta que se produjo la llegada del monarca, dicen que durmiendo tranquilamente. El que avisa no es traidor, debió pensar.
Tras este acontecimiento y su posterior encuentro forzado con el Rey en la Alameda santiaguesa, Puertollano consiguió ganarse la vida con su trepar. Y es que pese a que el ayuntamiento compostelano lo había ignorado en sus peticiones anteriores, ahora pasaban a contratarle y encargarle labores de pintura en las cúpulas, colocación de banderas o mantenimiento de los tejados y fue entonces que comenzaron a surgirle infinidad de trabajos a lo largo y alto de toda la geografía gallega.
José Puertollano era un hombre granadino que cuando se crea el Circo Feijoo, en 1890, fundado por un vecino de Vilanova dos Infantes, Secundino Feijoo Méndez, comienza su idilio con las acrobacias. Allí conoció a la que después se convertiría en su mujer , también equilibrista y con la que llegó a formar pareja artística
Muchas son las peripecias que se le atribuyen a partir de su llegada a tierras gallegas, desde la ya comentada en Santiago a otras tantas en la basílica de Mondoñedo, Ourense y Lugo, en las fiestas de San Froilán, en las chimeneas industriales de Vigo y Coruña y en O Grove.
Su popularidad aumentaba y con él tenían que hacerlo los ingredientes de sus números, en los que empezó a incluir a sus dos hijos, Miguel y Gloria. Pese a que su mujer fallece en 1912, Puertollano continuará en Galicia hasta 1918.
Pero un año antes, en 1917, decide exhibir sus dotes en el país vecino, Portugal, donde tiene lugar uno de los episodios más sonados de su biografía. Pese a que su aventura lusa comienza bien y realiza un exitoso número junto a su hijo en el que hacen una publicidad de una marca de galletas, algunas voces empiezan a sospechar de las intenciones del artista y finalmente es expulsado tras ser acusado de espionaje, cuando la República portuguesa creyó que era un enviado del servicio alemán.
Por aquel entonces se referían a el como el “ escala torres” o “ El Rey de las Alturas” pero lo cierto es que podemos afirmar que se trataba del primer Hombre Araña del mundo y que trepó gran parte de nuestro patrimonio.