El audiovisual gallego vive un momento dulce gracias al trabajo y talento de las productoras audiovisuales de la comunidad. La coruñesa Vaca Films, por ejemplo, se ha convertido en un referente nacional gracias al éxito de producciones como Celda 211, El Niño o Quien a Hierro mata. En los últimos años, la productora ha encontrado en Netflix un compañero de viaje para el que ha producido series y películas como Hasta el Cielo o El Correo. Su última gran colaboración es Clanes, una historia sobre el amor y la venganza con el narcotráfico como telón de fondo.
La serie ya está disponible en Netflix y a lo largo de ocho capítulos cuenta la historia de Ana y Dani (Clara Lago y Tamar Novas). Ana, una abogada con amplia experiencia en uno de los mejores bufetes de Madrid, llega a Cambados decidida a encontrar respuestas sobre su padre, pero sobre todo con la intención de saldar cuentas pendientes con el clan de los Padín, del que Dani es la cabeza visible. La gran pregunta es: ¿Qué droga es más adictiva: la venganza o el amor?
Clara Lago visitó A Coruña hace unos días para asistir al preestreno de la serie en A Coruña, el primer gran evento de Netflix España fuera de Madrid. Horas antes de la gran cita, la protagonista de la serie y una de las actrices más exitosas del panorama nacional atiende a Quincemil para hablar sobre su nuevo proyecto, que estará disponible en 190 países del mundo.
Apenas falta unas horas para la premier de Clanes, y además en Galicia. Le preguntaría si está nerviosa, pero después de una carrera tan amplia resulta un poco absurdo empezar la entrevista así.
Nerviosa no es la palabra, quizás emocionada. Como espectadora me siento muy atraída por el producto. Me apetece que salga y que la gente lo pueda ver. Sí que es cierto que, quizá por lo que tú dices de que llevo muchísimos años, ya no tengo como esa presión de qué pasará si no va bien todo lo bien que espero.
Al final estas cosas son a veces tan aleatorias que nadie termina de entender por qué unas veces algo lo peta y otras veces no. No depende exclusivamente de que sea un buen producto. Hay cosas maravillosas que de repente no funcionan y viceversa, cosas que no son tan maravillosas y de repente lo petan.
Clanes es una historia de amor y narcotráfico, pero con el distintivo de que está inspirada en hechos reales. ¿El proceso de preparación e interpretación es diferente cuándo sabe que detrás del guion hay una historia real?
Clanes es una historia inspirada en hechos reales, pero en muchas historias. No es una historia concreta. Ana y Daniel no son seudónimos para personajes reales. Al final ha habido un trabajo muy importante de documentación para construir una historia que bebe de muchísimas historias reales y poder construir ese contexto de una manera realista y verosímil para el público.
En mi caso para Clanes sí que ha habido como un trabajo de documentación diferente a otros proyectos para poder entender este contexto tan específico. El contexto del narcotráfico para mí era muy ajeno y ha sido muy interesante el poder acercarme a él, poder conocer a personas que de una manera o de otra han estado o están en contacto con ese mundo y poder entenderlo un poco más desde dentro.
Buena parte del elenco es gallego y usted viene de Madrid. Ana, la protagonista a la que interpreta, también llega a Galicia como una foránea. ¿Esos puntos en común hacen más sencilla la tarea de conexión con el personaje?
El primer acercamiento sí que es similar, pero para contar el resto de la trama necesitaba tener una sensación física de qué pasa cuando estás delante de una persona que se dedica al narcotráfico. Fue importante porque de repente rompí un poco con la idea que tenía preconcebida de lo que era ese mundo. Es interesante poder ver qué hay detrás del cliché que uno puede tener sobre el narcotráfico.
Y una vez que estuvo frente a frente con narcos de la droga de Galicia, ¿qué sintió?
Hay una cosa como muy rara porque tú sabes que son gente que se dedica a una actividad delictiva, pero en el trato de tú a tú es como si fuera tu vecino. Te vas ahí a tomar una caña y de repente charlas de cosas y te cuentan un chiste… Yo leía el guion de Ana antes de hacer este proceso de documentación y decía "pero qué kamikaze, qué cosa más loca, ¿cómo te vas a meter ahí?", pero de pronto lo entiendes un poco más.
Lo que yo tenía en la cabeza era un grupo de tíos con las pistolas encima de la mesa, pero no tiene nada que ver. Ahí entiendes lo que es no tener tan presente el peligro todo el rato, porque cuando estás de tú a tú de pronto te caen bien, les ves el lado humano. Ese proceso para mí fue importante para poder contar esta historia de una manera verosímil.
En los últimos años se han hecho muchas producciones cinematográficas sobre Galicia y la droga. ¿Qué tiene de diferente Clanes?
No es una serie de narcos, es una serie de personas. En este caso el narcotráfico es la tapadera de la serie. Es el escenario, el tablero de juego donde suceden realmente las tramas importantes con las que la gente va a empatizar: la traición, la venganza, el amor, la lealtad, la necesidad de que tu padre te valide, te valore y te respete… Son emociones muy humanas con las que todos podemos empatizar.
¿Para Clara Lago qué droga es más adictiva: la venganza o el amor?
El amor, 100%. Yo no soy vengativa. No es algo que esté en mi sistema, la verdad. No es una emoción que a mí me enganche, para nada. La venganza no creo que sea saludable.
Sin embargo, a su personaje, Ana, le atraviesa la venganza. ¿Cómo se traslada al público esa lucha interna entre odio y amor?
El punto de partida de Ana es extremadamente traumático: asesinan a tu padre, descubres que era narcotraficante y que era un testigo protegido. Es un punto de partida desde el cual puedes entender la sed de venganza. Aunque yo, Clara Lago, nunca haya tenido esa necesidad de sed de venganza, sí que conecto, por ejemplo, con el concepto de justicia. Es un trabajo, entre comillas, de sustitución. Otra cosa que mueve a Ana es la búsqueda de respuestas y ahí sí que conecto mucho porque soy una persona muy curiosa.
En Galicia todo el mundo sabía lo que ocurría, pero casi nadie alzaba la voz. Es un fenómeno que se ha reflejado en otras producciones de temática similar. En Clanes, sin embargo, se añade una nueva perspectiva: el testigo protegido, precisamente el padre de Ana.
Sí, es una figura que no se ha explorado tanto en la ficción. Efectivamente, es el punto de partida de toda la historia. Esto es una cosa que también diferencia a Clanes de otras series que se han hecho en narcotráfico, pero insisto en que al final creo que lo que más la diferencia es que tiene una mirada más humana. Te habla de personajes cercanos a los que les pasan cosas que te podrían pasar a ti.
Usted es madrileña, pero ha estado acompañada por numerosos gallegos en el elenco y en la producción, dirigida por Vaca Films. ¿Ayuda tener a compañeros dentro del barco que conocen con más cercanía lo que ha sido la huella del narcotráfico en Galicia?
Sobre todo ayuda a que luego se traslade al público desde esa verosimilitud. El hecho de que sea una historia gallega y que se haya contado en Galicia por gallegos a mí sí me parece importante y me parece un acierto. Hay algo que es indiscutible en cuanto a la potencia que tiene, que es la verdad. Cuando tú sientes algo impostado, aunque no sepas muy bien identificar el por qué, te atrae menos. Hay algo muy potente en la verdad y en la autenticidad, es como un imán.
Emma [Lustres] se implicó mucho y como productora peleó porque se rodara aquí, porque se viera Galicia, porque hubiera una sensación de verdad en los espacios… Yo creo que eso al final se traslada. Tú ves la serie y te llega una sensación de verdad, porque los escenarios son reales, porque los personajes son gallegos y tienen su acento gallego y no es impostado. Es que es real.
Pasó cerca de cuatro meses en A Coruña a causa de la grabación. ¿Qué piensa de la ciudad y su gente después de esta pequeña estadía?
Lo disfruté un montón. La verdad que no había estado realmente en A Coruña largo y tendido y me encantó la ciudad. La disfruté muchísimo. A mí me gusta correr, y me enamoré de este paseo marítimo. Lo único era el tema de la comida, yo soy vegana y el tema de salir a comer con el equipo era un poco complicado (risas). Eso sí, me hinché a pimientos del padrón.