Lucía Veiga, actriz coruñesa: "Las mujeres estamos preparadas para vernos como un mismo equipo"
- La actriz interpreta a Charo Velasco en la película 'Soy Nevenka', primera mujer en España en denunciar a un político por acoso sexual
- Entrevistas que pueden interesarte: India Martínez, en concierto en A Coruña: "Cada directo lo vivo con mucha intensidad"
Lucía Veiga (A Coruña, 1979) es una mujer que atrae. Su sonrisa y su mirada invitan a hablar y reír durante horas. Quizás se ese carisma ha sido el que, junto al talento, le permite vivir un momento profesional inmejorable. Su faceta como cómica es conocida en buena parte de Galicia, pero ahora comienza a asomar el hocico en el resto de España por su talento como actriz.
Antes de 2022 ya sabía lo que era actuar frente a una cámara. Su recorrido como comunicadora en la TVG y sus pequeñas apariciones como figurante en Serramoura y El desorden que dejas le curtieron para su gran oportunidad: interpretar a Norma en Rapa. Su actuación le permitió recoger el Premio Feroz a mejor actriz secundaria y el galardón Mestre Mateo por ser la Mejor Interpretación Femenina. Ambos premios los colocó en la estantería en 2023. Un año más tarde, volvió a subir al escenario de los Mestre Mateo, aunque en esta ocasión por sus aptitudes de comunicadora.
Todavía es un misterio lo que depara 2025, pero todo indica a Lucía Veiga se le puede quedar corta la estantería de los premios. Su papel como Concha Velasco en Soy Nevenka es clave para el desarrollo de la historia, a pesar de no contar con grandes intervenciones de guion. Como hizo con Norma, Charo Velasco transmite con la mirada y los silencios.
Hace un mes que se estrenó Soy Nevenka en las salas de cine. La película ya levantó pasiones en el Festival de San Sebastián y parece que la acogida del público general ha sido igual de buena.
Yo creo que es casi lo más importante. Me parece que la película es una muy buena adaptación de una historia real. Estás contando hechos y tienes que ser riguroso, pero conseguir que tenga el ritmo del cine, que no se quede en la exposición de hechos de un documental. Lo importante es que el público recuerde la historia, recuerde qué pensaba del caso en su día y cómo le llega 20 años después a cada uno, cómo le toca.
Es una película que remueve mucho. Hay gente que empatiza y hay gente a la que se le hace incómodo. Eso sigue siendo útil: que vuelva a hablar, que se vuelva a debatir, que se que se trate y que seamos conscientes de que hemos avanzado, pero no tanto. Yo creo que es muy necesaria la película.
La película cuenta la historia de Nevenka Fernández, la primera mujer que denunció por acoso sexual a un político español. Fue un caso de lo más mediático ¿Cómo fue para ti reencontrarte con la historia 20 años después?
Es un regalo que te dejen participar en un proyecto que tiene tanto valor y peso social. Tengo la suerte de que me ha tocado un personaje que, dentro de una historia en la que no solo hay un acosador y una víctima, sino también todos los testigos que lo permitieron o que miraron hacia otro lado, fue uno de los que ayudó, empatizó y mostró apoyo en su día a Nevenka.
'Soy Nevenka' es una película que remueve mucho. Hay gente que empatiza y hay gente a la que se le hace incómodo.
La película llega en 2024, 20 años después del caso y con muchos avances sociales de por medio. ¿Habría sido diferente la aceptación del público si esta película hubiese llegado cinco o diez años antes?
Habría sido muy difícil, yo creo que casi imposible, haberla hecho en estos 20 últimos años. Están siendo muy bonitas algunas reacciones que llegan de Ponferrada. Yo entiendo que es una ciudad dividida y que fue el escenario de un caso novedoso. El acosador era y casi es, una persona de muchísimo carisma, adorado por toda la ciudad, que le tenía un respeto y una estima increíble. Y eso pesó sobre el testimonio de una víctima acosada porque la gente miró a un lado.
Ahora nos llegan comentarios de gente que la ha visto en Ponferrada. El cine aplaude y corea "Yo sí te creo". Y lo hacen en una ciudad en la que no se pudo rodar porque no agilizaron los permisos. Hubo una dejadez, lo que se hizo en su día con Nevenka; un no querer mirar. Para nosotros el miedo a que la reacción fuera agresiva o que se sintieran muy ofendidos como ciudad era grande. Pero yo creo que la propia Ponferrada está haciendo su catarsis con Nevenka.
Un municipio pequeño, un pacto de silencio y solemnidad a favor de Ismael dentro y fuera del Ayuntamiento y, con todo, Charo Velasco —personaje que interpreta Lucía Veiga— dio un paso al frente y no dudó. Es un punto de inflexión en la historia.
La gente además tiene que ser consciente de que Charo Velasco y Nevenka no eran amigas. En absoluto había una relación de confianza, amistad o cercanía, lo que pasa es que Charo Velasco es una persona con convicciones, ética, compromiso social y una formación como pediatra con la que se presupone una empatía.
Imagino que ella fue recopilando todos esos comportamientos que empieza a ver en el Ayuntamiento y fue guardando la información. Primero, observando qué es lo que estaba sucediendo y claramente detectando la injusticia. Y no desde la amistad, sino desde la sororidad. Al final, tendió la mano porque Nevenka también se la pidió.
Era líder de la oposición. Pudo haber utilizado políticamente el dolor de Nevenka, pero se negó. Antepuso ser mujer con ser política. De hecho, hay un momento en el que dice "No te lo digo como líder de la oposición, te lo digo como mujer".
Podría haber querido tomar la decisión de ayudar y que su partido le dijera "Charo, estamos haciendo el tonto". Ese también era el gran miedo de Nevenka. Me imagino que Charo se impuso como líder de la oposición a la hora de decir "No, esto no lo vamos a hacer".
Charo Velasco es una persona con convicciones, ética y compromiso social
Le tendía la mano, pero nunca llegaba a presionarla. Es algo que se ve cuando Ismael reprende a Nevenka en medio del Pleno municipal. Se ve como Charo piensa si intervenir, pero finalmente sale de la sala. ¿Fue difícil como actriz interpretar esos silencios cargados de significado? El tuyo quizás sea el personaje que, con menos palabras, más dice.
Sí, porque son solo cuatro o cinco escenas, pero yo creo que definen muy bien su papel. De hecho, Charo nunca se ha prodigado en declaraciones, ni en manifestaciones. Hizo lo que hizo siempre casi desde la sombra. Fue a declarar al juicio o hizo los apoyos que tuviera que hacer, pero no ha estado, por ejemplo, en el estreno de la película. Tampoco se colocó nunca al frente de la manifestación con la pancarta. Lo que hace lo hace por convicción y me parece que es uno de los grandes ejemplos de la historia.
Sin embargo, las miradas y gestos comunican en muchas ocasiones más que cualquier palabra. Al final de la película hay un apretón de manos entre Nevenka y Charo que habla por sí solo…
Esa escena es muy importante y fue súper emocionante. En el drama prima la naturalidad, y prima la escucha. En esta historia, por ejemplo, es fundamental la escucha, y la falta de escucha. Yo creo que siendo consciente y estando presente y escuchando lo que estaba sucediendo, guionizado, pero que era una transcripción muy fiel a la realidad, la escena hace que el silencio incluso sea la reacción natural y fácil.
Yo no tengo físicamente nada que ver con Charo Velasco y cuando hice la prueba con la directora, Icíar Bollaín, me alivió mucho que me dijese que estaban buscando la energía de las personas, no tanto el parecido físico. En mí me dijo que había visto esa escucha y esa empatía. También me hizo mucha gracia que me dijo que vio en mí también el aura de política.
El movimiento feminista ha crecido mucho en los últimos años ¿Crees que cada vez hay más sororidad o simplemente antes se hacía en un perfil más bajo, más íntimo, como el de Charo y Nevenka?
La sororidad es algo implícito a las mujeres. Pero hay temporadas o épocas en las que está más dormida o más despierta. Ahora mismo, en esta década de los 20, deberíamos estar en un momento en el que explotase con fuerza. Y creo que a veces hay muestras de ello, por ejemplo cuando la primera reacción es la del apoyo y la de creer a la víctima cuando hay una mujer atacada. Estamos preparadas para no vernos como enemigas, sino como parte del mismo equipo. Todas y todos.
Hay un personaje muy bonito que es el de Lucas, que siendo hombre demuestra una capacidad de comprensión y de empatía y una evolución para ser el año 2000 que no sé si la gente lo está viendo desde esa perspectiva. Charo fue muy importante, pero sin Lucas no conoceríamos el caso Nevenka.
La sororidad es algo implícito a las mujeres. Pero hay temporadas en las que está más dormida o más despierta
Es una profesional muy polifacética. Tanto nos pones a reír con un monólogo como nos pones a llorar en una sala de cine. ¿Realmente hay algo que se te escape? Con lo que te dijo la directora quizás puedes explorar la política.
¡Ahí tengo un filón! Me hace muchísima gracia porque yo, que soy de Os Mallos, participé en el corto de Guerrilla de los Mallos de hace dos años. Pues resulta que yo era candidata a la alcaldía por PUMA (Partido Unificado de Os Mallos). Nada, nada, ahí que voy Inés —dice entre risas y con el humor que caracteriza a Lucía—. No sé si sería yo capaz de sobrevivir en el mundo de la política.
A la hora de interpretar personajes tan potentes y solemnes como Charo, ¿luego te cuesta volver a conectar con tu realidad? Me refiero a ese ‘yo’ divertido y desenfadado que acabas de enseñar.
Pensé que me iba a costar más, pero al final hay ciertas rutinas de desconexión. Y recuerdo que me lo dijo aparte una terapeuta hace años: lo primero es darte una ducha, sacarte el personaje, limpiarlo con agua y luego intentar conectar con una conversación en la que seas tú. Hay veces que te da incluso pereza hacerlo, porque el proceso de volver a entrar en la otra energía y en el personaje a veces es duro. Da pereza entrar en el sufrimiento.
Y tu herramienta es la ducha.
Me sirve la ducha, la charla y payasear un poco. Con Rapa me costaba más porque estaba en un momento personal duro y me refugiaba en el trabajo. Salir de la jornada de rodaje para salir de mi cerebro y volver con mis cosas de aquel momento... No quería darme la ducha, no quería dejar de ser Norma.
Estos dos útlimos años han sido muy exitosos a nivel laboral. En 2023 estuvo el Feroz y el Mestre Mateo por tu papel en Rapa, en 2024 otro Mestre Mateo a la mejor comunicadora…
Esto es una proyección nacional muy interesante. En Galicia creo que, bien por la faceta de televisión o por la faceta de ficción, empiezo a ser una cara reconocida. Pero a nivel nacional es muy complicado dar el salto, y darlo en tan poco tiempo. Yo sé que esta es una profesión de fondo, una carrera de muchos kilómetros.
A veces, como actriz, da pereza entrar en el sufrimiento del personaje
¿Ya estás haciendo sitio en la estantería por el próximo por tu papel como Charo?
Sería maravilloso por lo que significa el personaje en sí. Sería un premio para Charo Velasco en sí. Pero creo que aquí el premio va a ser sobre todo el impacto que tenga en el público. La película te remueve, que es lo que quieres en este arte: salir del cine hablando, comentando qué te ha parecido...
Y con esa proyección nacional que has ganado, ¿en este momento vital por qué te decanta más la faceta de actriz más vinculada al drama o la de cómica?
Yo en la comedia soy muy feliz, pero soy una persona muy curiosa. Como he llegado hace poco a esto, todo me parece nuevo, atrayente e interesante. En drama tengo todo por descubrir, todos los procesos, todos los caminos. Eso me parece tan estimulante que no me gustaría dejar el drama a un lado. Yo siempre les digo "Yo hago lo que me digáis, no hay nadie a los mandos" (risas).
Ahora, por ejemplo, estamos pendientes del montaje de la película de Paula Cons, Mi ilustrísimo amigo. Eso también ha sido un proceso de drama también importante. Yo quiero seguir explorando el drama. Pero la comedia es la comedia, a mí que me dejen ser feliz después de cada ducha...