Este 16 de agosto se celebra San Roque en varias decenas de municipios y parroquias gallegas. En Galicia existe una arraigada y singular devoción hacia los santos, sus templos e incluso romerías. A diferencia de otros rincones de España, la larga tradición religiosa tanto del territorio gallego como del norte de Portugal conserva uno de los santorales más antiguos de la península ibérica, siendo un auténtico elemento patrimonial que merece la pena ser protegido y conservado. Y de hecho, en Galicia, cada uno de las cerca de 3.800 parroquias constatadas en el nomenclátor oficial de topónimos presentan su propio santo patrón.
Entre todas estas parroquias gallegas se distribuyen más de 140 santos, santas, advocaciones de Cristo e incluso otras titularidades dedicadas al Espíritu Santo, destacando figuras como las de Santa María, Santiago o San Pedro. En el caso particular de San Roque, la figura de este santo ―"el santo milagreiro", como es conocido en varias localidades― se introdujo de manera más tardía en el culto popular, concretamente tras la irrupción de varias epidemias bubónicas que asolaron la zona de Eurasia durante el siglo XIV. En Compostela, por ejemplo, esta tradición se remonta al año 1517, cuando el Cabildo y los regidores de Santiago decidieron erigir a la entrada de la ciudad una capilla dedicada a San Roque para que el santo antipestífero frenase la llegada de otro brote de peste negra.
La historia detrás del santo patrón de los peregrinos
Como suele suceder con tantas figuras relevantes de la historia, son muchas las dudas e incertezas que sobrevuelan sobre los orígenes de los mismos. Esto también sucede con San Roque, si bien existe un consenso general que sitúa su nacimiento en torno a los siglos XIII y XIV ―muchos incluso se aventuran a destacar el año 1295― , en la antigua región de Languedoc (actual Montpellier) y en el seno de una familia noble. Reconocido a día de hoy como el patrón de los peregrinos y santo antipestífero, San Roque es uno de los santos más venerados de Occidente. Desde su entrada en el santoral católico, su culto ha sido especialmente intenso en lugares como Francia, donde nació; así como también Italia o Galicia.
En su época, San Roque destacó sobre todo por la atención a las personas enfermas contagiadas de la epidemia de la peste negra, una enfermedad que se estima, pudo acabar con la vida de entre 50 y 200 millones de personas en todo el mundo desde el inicio de la misma en 1347. Según cuenta la historia, San Roque adquirió nociones básicas y conocimientos de medicina en su ciudad natal y tras quedarse huérfano muy joven, decidió dedicar su vida al servicio de los más desfavorecidos y así fue como inició una peregrinación hacia la ciudad de Roma. De hecho, San Roque interrumpió en varias ocasiones su camino para hacer paradas en diferentes ciudades donde mucha gente estaba sufriendo los devastadores efectos de la epidemia hasta que un día él mismo terminó contrayendo la enfermedad.
La leyenda cuenta que San Roque decidió refugiarse en un bosque con la intención de morir solo y no ser una carga para nadie. Mientras esperaba su trágico destino final, sin comida ni fuerzas para alimentarse, un perro apareció con una hogaza de pan y se la dio al hombre; así un día tras otro. Un día el dueño del animal decidió seguirlo para satisfacer su curiosidad sobre los viajes del can y fue cuando encontró al hombre moribundo. El aldeano decidió abrirle las puertas de su casa a aquel desconocido y San Roque acabó curándose, por lo que el santo pudo continuar con su cometido y peregrinaje abnegado y altruista como protector contra la peste y otras epidemias hasta la fecha de su muerte (sobre la que también existen múltiples versiones). Si bien es cierto que la historia en este punto se ramifica en diversos finales sobre su sanación, gracias a esta leyenda San Roque también es reconocido como el protector de los perros.
Así se vive la festividad de San Roque en Galicia
El fascinante relato de vida de San Roque le ha hecho convertirse no sólo en el santo custodio de las epidemias y enfermedades, sino también en el gran patrón de los peregrinos en Galicia. Es importante precisar en este punto que su protectorado hacia los mismos no guarda relación alguna con la tradición xacobea, sino más bien con su popular peregrinación hasta Roma. En la capital gallega, la devoción por el santo francés siempre ha sido destacada y multitudinaria, adquiriendo un tono especialmente relevante en los últimos años a consecuencia de la pandemia de la Covid-19. Pero la figura de San Roque no sólo resulta importante en la ciudad de Santiago de Compostela, sino también dentro del culto católico gallego en general, cuya figura se ensalza a lo largo y ancho del territorio cada 16 de agosto.
Dentro del calendario de festividades gallegas llevadas a cabo durante la temporada estival, las de San Roque conforman una de las fiestas más tradicionales de toda Galicia. En su mayor parte, este festejo se ha mantenido a lo largo del tiempo en localidades históricas donde los brotes de peste negra afectaron sobremanera a la población y provocaron la construcción de numerosas capillas en honor a San Roque. Ciudades como Santiago de Compostela, Vigo, Betanzos, Vilagarcía de Arousa o Sada (declaradas todas ellas de Interés Turístico de Galicia o Nacional) son sólo algunos de los rincones de la geografía cuyas celebraciones permiten a locales y visitantes disfrutar al máximo de la gastronomía, cultura y tradición que se ha creado en torno a la veneración del santo milagreiro.
En el caso de la localidad coruñesa de Betanzos, donde San Roque es el patrón de la villa medieval, su festejo ha sido catalogado como Fiesta de Interés Turístico Nacional y es famoso por lanzar cada año un inmenso globo de papel durante la medianoche del día grande. En el sur de Galicia, la capital arousana es otro de los lugares de mayor tradición en las fiestas de San Roque, la cual es famosa en su programación por la multitudinaria procesión religiosa y la celebración de la Festa da Auga, que comienza una vez el santo en cuestión ha sido devuelto a la capilla.