Galicia es una región con un rico patrimonio arqueológico que se remonta a la época preshistórica y se extiende hasta nuestros días, como un fiel reflejo de la evolución de la cultura y la sociedad gallega. En el límite entre las provincias de A Coruña y Pontevedra, escondido durante siglos entre densas capas de tierra y vegetación, se encuentra uno de los yacimientos del noroeste peninsular más singulares y enigmáticos de los últimos tiempos: Castro Valente, una fortificación altomedieval cuyo origen y función siguen siendo un auténtico misterio para los expertos.
Si bien es cierto que Castro Valente ya era conocido antaño, e incluso se encontraba catalogado entre los archivos de la Xunta, nunca antes se había llevado a cabo una excavación en la zona. Los arqueólogos José Carlos Sánchez-Pardo y Mario Fernández-Pereiro, miembros del grupo de investigación Sincrisis de la Universidad de Santiago de Compostela, han sido los primeros en estudiar a fondo esta joya arqueológica considerada uno de los recintos amurallados más grandes de la comunidad, y a la que el historiador y escritor Manuel Murguía ya había hecho mención en 1865 en su colección Historia de Galicia.
"Sí que es cierto que se había hecho alguna prospección en el lugar e incluso autores como Manuel Gago habían hablado de él, pero ningún investigador había intentado hacer un estudio en profundidad", señala Sánchez-Pardo. "Dentro del proyecto de investigación que tenemos sobre precisamente fortificaciones de la alta Edad Media, decidimos que ya era hora de intentar responder algunas de las preguntas que rodean a este sitio (…) Los resultados fueron por una parte muy interesantes y por otro lado, como suele pasar, nos abren muchas más preguntas. Yo subrayaría el esfuerzo enorme que significó construir esto en la cumbre de un monte y que todavía no sabemos exactamente el por qué, ni para qué, ni tampoco estamos seguros del cuándo". De hecho, la cronología conforma una de las grandes incógnitas de Castro Valente, no obstante, los arqueólogos de la USC apuntan a que la fortaleza podría haberse construido en algún momento por determinar entre los siglos V y X.
Certezas tras la intervención en Padrón
La intervención llevada a cabo en Castro Valente ha permitido a los expertos arrojar luz sobre uno de los períodos más desconocidos de Galicia. Por lo general, la investigación arqueológica siempre ha estado más centrada en la Edad del Hierro en la Prehistoria y el período romano; y lo cierto es que de ambos momentos existen numerosos datos y registros tanto dentro como fuera de Galicia. Gracias a una combinación de técnicas no invasivas ―como la teledetección y el análisis espacial― con la prospección en superficie y excavación arqueológica, hoy podemos saber que la fortificación conforma uno de los recintos amurallados más grandes de Galicia, alcanzando los 1,2 kilómetros de longitud y una extensión cercana a las 10 hectáreas. Asimismo, y a pesar de la brevedad de la excavación, el grupo de investigación también ha podido determinar "la tipología y técnica constructiva del sistema defensivo del recinto amurallado de Castro Valente".
"Otra de las cosas que pudimos comprobar, que era algo de lo que se hablaba ya en el siglo XIX, pero que ahora prácticamente no se podía ver a simple vista, es que tenía por lo menos unos 30 torreones a lo largo de todo el recinto", explica Sánchez-Pardo. Según las descripciones históricas, esta monumental línea de muralla se encontraba coronada con hasta 30 cubos o torres, de los cuales se han podido localizar hasta seis bien conservados en la zona noroeste. La presencia de estas torres es una singularidad en sí misma ya que son muy poco comunes en el noroeste peninsular, y de hecho, el ejemplo de mayor semejanza y proximidad sería el de la muralla romana de Lugo. "También resultó muy significativa la presencia de framentos de tegulae, un tipo de teja de tradición tardorromana que podría indicar que estos cubos estaban cubiertos por un tejado de forma similar a la muralla de Lugo", señala el arqueólogo.
Entre las diferentes hipótesis que baraja el grupo de investigación, José Carlos Sanchez-Pardo apunta a "una especie de refugio para la población ante posibles ataques" como la opción más razonable. "El recinto no debía estar total y absolutamente lleno de casas, sino eso sería una ciudad y habría dejado muchos más rastros (…) el recinto seguramente tendría mucho espacio abierto para poder cultivar, guardar el ganado y vivir en caso de que tuvieran que estar allí resguardados por un tiempo (…) Además dentro del recinto tenían agua, siendo la más cercana y conocida la Fonte de San Xoán"", explica el arqueólogo. "Creemos que esta es la hipótesis más correcta, pero por otro lado, ¿por qué hacer un recinto tan grande si esa fuese la única función?", reflexiona Sánchez-Pardo evidenciando otra de las grandes incógnitas sobre Castro Valente.
Las incógnitas por resolver de Castro Valente
Todavía son muchos los misterios que rodean a Castro Valente, entre ellos el período temporal exacto de su construcción. Al no haber encontrado apenas restos de cerámicas o carbones para llevar a cabo la datación de carbono-14, resulta muy complicado establecer una cronología del yacimiento. Tal y como apuntaba el propio Sánchez-Pardo, la presencia de tegulae permite acotar un momento próximo al final del Imperio Romano y hasta mediados de la Alta Edad Media. Sobre el sondeo realizado intramuros cabe destacar que la excavación hizo posible la identificacación de un lienzo murario, aunque "no permitió clarificar su funcionalidad ni las características de la estructura". En este caso particular, José Carlos Sánchez-Pardo aclara que al tratarse de un sondeo de dimensiones reducidas el resultado no es del todo representativo y sería necesaria una ampliación de la zona excavada en futuras interveciones.
Por otra parte, los expertos de la USC también advierten que la conservación del recinto fortificado de Castro Valente se encuentra en peligro por diferentes circunstancias naturales y humanas, entre ellas la grave amenaza que representan las raíces de las acacias, una especie invasora que ocupa gran parte de la superficie de este monte; la construcción de pistas forestales y cortafuegos, así como la aprobación para la instalación de un Parque Eólico en las proximidades o una estación eléctrica en los casos más recientes."Después, y esto ya lo he dicho más veces, la principal amenaza es que la gente no lo conozca. Es un lugar que tiene una monumentalidad enorme, muy interesante, no hay casi ninguno como este en toda la Península Ibérica y lo tenemos ahí y está abandonado, olvidado".
Patrimonio arqueológico en Galicia
Más allá de Castro Valente, Galicia alberga un sinfín de tesoros arqueológicos y patrimoniales que se mantienen a la espera de ser descubiertos. De hecho, Sánchez-Pardo destaca otros interesantes yacimientos comprendidos en este periodo entre finales del mundo romano y la Edad Media que han sido objeto de estudio e intervención dentro del grupo de investigación de la USC del que ambos arqueólogos forman parte, entre ellos el Castelo de Portomeiro en Val do Dubra, el campamento romano de Ciudadela en Sobrado e incluso algunas iglesias de la Alta Edad Media repartidas a lo largo y ancho del territorio gallego.
"En Portomeiro llevamos ya tres campañas y probablemente este año veamos otra más. Esta es la primera vez que estamos estudiando bien un castillo de este periodo, de la Alta Edad Media", reconoce José Carlos. "Lo que hemos descubierto son unas construcciones del siglo IX y X, aproximadamente, que ahí sí que lo hemos podido atar muy bien; también muchísimas estructuras y casas organizadas alrededor de un patio con un control visual enorme sobre el río Tambre y mucha cerámica de la gente que vivió allí". Todos estos proyectos demuestran la existencia de una riqueza arqueológica y patrimonial enorme que los expertos insisten en proteger: "yo entiendo que es imposible preservar y conservar todo, pero sí que tenemos que ser conscientes del valor que tiene, de la importancia de estudiarlo, divulgarlo y que también puede ser un recurso para el futuro".