El origen de las pallozas de Galicia, un símbolo de la arquitectura tradicional
Estas construcciones ancestrales, típicas de las zonas montañosas de la comarca de Os Ancares (Lugo), Asturias y León, se caracterizan por su singular forma ovalada, con tejados cónicos vegetales y un interior que la mayoría de veces era compartido por humanos y animales
19 junio, 2022 06:00En los límites fríos y montañosos que se extienden a lo largo de la zona de Os Ancares, tanto en su vertiente gallega como leonesa, así como la parte suroccidental asturiana; las pallozas ―también conocidas como pallazas, pallouzas o cabanas de teito― representan todo un símbolo de etnología y arquitectura tradicional de la región. Su origen se remonta a la época prerromana, presumiblemente celta; y mantiene similutes con otras casas de la Edad de Hierro en Gran Bretaña o incluso las edificaciones típicas de la cultura castrexa.
La madera, la paja y la piedra son elementos básicos para la construcción de las pallozas gallegas, cuya singular estructura resulta inconfundible. La planta de estas cabañas se caracteriza por tener una forma ovalada o circular, con gruesos muros de piedra o pizarra, y estar compuestas por cubiertas cónicas, vegetales y rematadas en pico. De puertas para dentro, el habitáculo solía dividirse ―sin ninguna delimitación física― en un espacio para la cocina y otro para el establo, por lo que la convivencia entre humanos y animales era algo habitual. Además, la paja de centeno que se utiliza para los tejados resulta un aislante perfecto para el frío, el calor y cualquier otro fenómeno meteorológico.
Origen de las pallozas gallegas
Mucho se ha especulado, analizado e incluso escrito (y romantizado) sobre el origen de estas singulares construcciones. Una de las primeras hipótesis que se plantearon sobre la raíz de las pallozas ―secundada por teóricos como García Bellido, Torres-Balbás o Mercadal― apunta a su relación directa con los castros. En este sentido, una importante excavación arqueológica en La Corona de Corporales (El Bierzo) desveló un sistema de cubrición que guardaba ciertas similitudes con la de estas cabanas de teito.
En la línea comparativa con las viviendas castrexas, el arquitecto inglés Mark Gimson es unos de los estudiosos que más ha teorizado sobre el origen de las pallozas del noroeste español. Para Gimson, la mayor diferencia entre ambas estructuras residía en las costumbres sociales y las formas de uso del habitáculo. "En los castros las cabañas usábanse únicamente como lugar para vivir; los animales eran propiedades de la tribu y había edificios comunales (…) Por la contra, las pallozas acogían a una familia entera y sus propiedades, incluidos sus animales", escribía el arquitecto en el año 1983. Autores como el etnógrafo alemán Fritz Krüger matizaron esta idea basándose en la evolución de una sociedad de subsistencia y el cambio hacia una economía individualizada.
Más allá de los estudios etnológicos y arquitectónicos sobre las pallozas, el universo literario también esconde numerosas referencias a este tipo de viviendas. Desde John Adams a John Ford o Friedrich Gadow, entre otros, son muchos los que han escrito sobre la singularidad de las pallozas. La alusión más antigua se le atribuye al magistrado Eugenio Salazar, en el siglo XVI, que por motivos laborales residió durante un tiempo en una localidad asturiana muy próxima a El Bierzo. Otro buen ejemplo lo encontramos en el libro de Viaxe por Galicia del inglés George Borrow, en el que describe con especial precisión una de las pallozas en las que se alojó en el año 1842.
También resulta curioso mencionar el origen del nombre en Galicia ―ya que en zonas de Asturias y León es más común hablar de cabanas de teito o teitu― de estas viviendas. El término "palloza" representa una deformación de la palabra gallega "pallaza", recogida por primera vez a finales del siglo XIX por Krüger, y que hace referencia al material utilizado para la cubierta de estas estructuras. Como peculiaridad, cabe señalar que también es muy común encontrar estas casas acompañadas de hórreos u otros edificios auxiliares.
Dónde visitar pallozas en Galicia
A día de hoy, en Galicia todavía quedan numerosas muestras de estas tradicionales pallozas de montaña utilizadas hasta la segunda mitad del siglo XX, algunas de ellas incluso han sido reconvertidas en espacios museísticos y etnográficos. Localidades como Piedrafita do Cebreiro, Navia de Suarna o Piornedo, cuyo conjunto está declarado Bien de Interés Cultural, permiten a sus visitantes descubrir de manera directa la arquitectura, historia y tradición detrás de estas construcciones milenarias.
En la aldea de Piornedo, situada a unos 1100 metros de altitud, las viviendas han mantenido su singular estructura durante siglos y el aspecto general es el de un poblado perromano. Además, disponen de una interesante palloza-museo conocida como Casa do Sesto. Por su parte, en Navia de Suarna, la creciente del río marca el carácter histórico-patrimonial de este territorio repleto de vestigios arqueológicos y con grandes muestras de la arquitectura popular. En esta localidad de la comarca dos Ancares todavía sobreviven las costumbres centenarias y las ancestrales pallozas, dispersas por aldeas de montaña como Muñís, Coro o Ribón.
La sierra do Courel conforma un entorno maravilloso para adentrarse en la historia de estas construcciones típicas, entre aldeas tradicionales y extraordinarios bosques protegidos. La localidad de O Cebreiro cuenta de numerosas rutas de senderismo que atraviesan parte de este legado popular, además de conformar su propio conjunto etnográfico, declarado Bien de Interés Cultural. Con una superficie de cerca de 300 metros cuadrados, el espacio está formado por un grupo de pallozas ―tres de ellas musealizadas― que recrean la vida en las montañas lucenses.