Concepción Arenal, la ferrolana que se disfrazó de hombre para ir a la universidad
Recordamos la figura de la ferrolana que consiguió el beneplácito del rector de la Universidad de Madrid para asistir como oyente a las clases de Derecho, una vez fue descubierto el disfraz con el que ocultaba su identidad femenina
3 julio, 2019 06:01Hoy en día representan más de la mitad de quienes estudian en la universidad, pero hace poco más de un siglo que pisar el umbral de un centro universitario era algo revolucionario. No fue hasta 1910 cuando cambió la ley, permitiendo que las mujeres pudiesen acceder a la formación universitaria.
Antes de que se lograse dar ese paso, algunas mujeres españolas tuvieron el empeño, y también la osadía, de ingeniárselas para poder acudir a las aulas de los templos del saber reservados solo para hombres. Una de ellas fue Concepción Arenal.
Nacida en Ferrol en 1820, su sed de conocimiento fue más fuerte que la prohibición. Nacida en una familia pudiente y muy católica, Arenal no tuvo reparos en ser lo suficientemente transgresora como para vestirse de hombre, con levita y sombrero calado, para acudir, al menos como oyente, a las clases de Derecho que se impartían en la Universidad de Madrid entre 1841 y 1846.
Cuentan que fue descubierta, lo que llevó a que Concepción Arenal se tuviera que sentar ante el mismísmo rector de la Universidad, quien le puso delante un examen para evaluar su conocimiento. Debió superarlo con éxito, ya que le permitieron continuar asistiendo al aula, sin disfraz y con el beneplácito de sus profesores.
Eso sí, su asistencia a las clases no estaba exento de un ritual que a día de hoy nos suena cuanto menos extraño. Debía llegar siempre acompañada de un familiar, quien entregaba su custodia al bedel, encargado de trasladarla al aula, donde se sentaba en un área diferenciada del resto de sus compañeros. Entre clase y clase, también permanecía aislada, y era el profesor el encargado de ir a recogerla antes de comenzar la sesión.
Más escuelas, menos cárceles
El tema al que se dedicó en cuerpo y alma fue al de la situación de las cárceles, analizando las causas y las consecuencias de la exclusión social en la sociedad del siglo XIX, colaborando con asociaciones filantrópicas y de asistencia social.
Un tema, el de la vida en prisión, que estaba marcado por su propia vivencia personal. Su padre había muerto en la cárcel cuando ella tenía 9 años, condenado por expresar sus ideas liberales. La muerte del padre de Concepción Arenal llevó a su familia a trasladarse primero a Cantabria, y luego a Madrid.
En 1863 Arenal llegó a convertirse en la primera mujer con el cargo de visitadora de cárceles femeninas y en en 1868, fue nombrada inspectora de Casas de Corrección de Mujeres.
Falleció en Vigo el 4 de febrero de 1893 y en su tumba del cementerio de Pereiró, en el que un monumento en su honor preside la entrada, puede leerse el siguiente epitafio: "A la virtud, a una vida, a la ciencia". Otra de sus frases más célebres, que resumen a modo de lema las creencias por las que luchó toda su vida es "Abrid escuelas y se cerrarán cárceles".
Un lema que parece inventado antes de ayer, pero que Arenal llevó por bandera hace siglo y medio, cuando, por increíble que parezca, las mujeres tenían que disfrazarse para poder estudiar.