A Xoel López estar en A Coruña le sienta bien. Genial, diría. Se le nota en la cara, en su manera de hablar de su ciudad. Charlar un rato con él genera tranquilidad y calma. Como las olas rompiendo en el Orzán. Su playa.
Unos días en A Coruña son suficientes para desconectar. Está aquí por el homenaje que se celebró el jueves a Jorge Cabezas en el Garufa. Pero es de esas visitas que se alargan intencionadamente. A sus 41 años, Xoel ha conseguido consolidar su proyecto artístico y vital. En sus canciones ha desnudado su vida, sus miedos y sus deseos. Llegó la hora de hacer algo nuevo, confiesa él mismo.
Charlamos con Xoel López de A Coruña, del Dépor, de Madrid, de Buenos Aires, de la morriña... También de su adolescencia y de cómo aprendió a tocar la guitarra en el Eusebio da Guarda. Y también del Orzán, esa playa que a Xoel le cura todos los males. Ya lo decía en Tierra: Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa/ Y ahora está tan cerca, casi ya la puedo oler/ Y espero cada vez más próximo al final/ Ya puedo sentir tierra seca tras la arena mojada.
¿Qué tal el concierto del Garufa?
Muy guay. Se cumplió el objetivo. Estaba Jorge Cabezas muy contento. Además, se recaudó bastante. Estábamos muchas personas, como Antón Reixa, Julián Hernández… Faltó Cañita Brava, que iba a venir y no pudo al final.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pisaste un escenario coruñés.
Hace demasiado, sí [se queda pensando]. Es curioso. Como yo vengo de vez en cuando, no tengo esa sensación de no haber venido a tocar.
¿Cuántos días te quedas?
Me vuelve mañana [domingo] a Madrid. Para votar. Desde que volví de Buenos Aires en el 2009 estoy empadronado allí. Llevaba 9 años y seguía estando censado aquí, en A Coruña. Al regresar de Argentina, el plan era quedarme en Madrid, y además tuve un niño. Era inevitable.
¿Qué sientes cada vez que vienes y entras por Alfonso Molina?
Por Lavedra, como decimos aquí. Siento bienestar. Una sensación acogedora, de entrar en mi casa. Cuando me fui con 20 años necesitaba escapar y cambiar de aires, pero ahora vengo buscando parte de lo que dejé atrás. Mi infancia, mis recuerdos, mi familia, mis amigos… Son muchas cosas, pero todas buenas. Cuando vengo, disfruto. Por eso lo hago tanto.
Hay morriña.
Por supuesto. Te lo digo yo, que publiqué mi primera canción en gallego estando a 10.000 kilómetros. Es algo muy significativo. Cuanto más te alejas, más te acercas.
¿Hay algún sitio al que vayas siempre que vienes?
Sí que lo hay, pero luego no siempre puedo ir. Intento dar un paseo por la playa cada vez que vengo. Por el Orzán. Siempre fui más del Orzán. Y eso que mis padres vivían en el rompeolas, así que podía elegir. A veces, con acercarme al paseo y poder contemplar un rato el mar, ya me llena. El mar es algo muy potente metafóricamente y poéticamente a nivel personal. Recuerdo de pequeño ir alguna vez cuando estaba rayado por alguna novia. Varias veces, diría. Si necesitaba pensar o oxigenarme un poco, siempre iba hacia el mar.
Es una suerte tener el mar al alcance de la mano.
No sé dónde podría ir en Madrid, pero quizá es que ya no tengo esa necesidad. Pero recuerdo que buscaba consuelo en el mar cuando estaba aquí.
Te fuiste con 20 años a Madrid, segunda casa para los gallegos a nivel nacional. Después, a Buenos Aires, con mucha historia de la emigración. ¿Fue casualidad?
Entiendo que no lo es. Está en nuestro imaginario. Cuando te das cuenta, estás siguiendo los pasos de tantos otros gallegos. De hecho, en mi canción Buenos Aires [del disco Atlántico] digo: Me guiaba aquel viento del norte, el que seguían los viejos poetas. Es inevitable acordarse de tanta gente se fue a vivir allí, como Castelao. Creo que está en el inconsciente. Cuando vas, sigues una estela.
Cuando decides irte a Argentina fue porque estabas agotado. Acababas de terminar tu etapa en Deluxe. ¿Cómo fue aquella época?
Es una pregunta muy compleja y abierta. Fue una época súper importante en mi vida. No sabía que iba a serlo tanto. Fue por varias razones. Porque fue en América Latina. Y también por el hecho de irme, abandonar mi hogar y llegar a un lugar en el que no conoces a nadie. También me dio muchísima libertad que nadie me conociese. Pude actuar en un bar para 30 personas. Empecé a tocar los temas que iba a haciendo sobre la marcha. Como no había redes sociales, pasaba desapercibido. Fue una época muy tranquila, en la que podía hacer lo que quisiera. Lo disfruté mucho, y creo que el salto a Atlántico y los nuevos estilos no hubiesen sucedido si me hubiese quedado en Madrid.
Hace un año y medio que lanzaste Sueños y Pan. ¿Qué balance haces de este disco?
La sensación ha sido muy buena en general. El disco ha ido evolucionando bien, a la gente le ha ido gustando cada vez más. Mis discos no suelen ser de primera escucha. Suelen ir a mejor. Me gusta más esa etapa de los discos: lo que pasa con ellos al cabo de un año. Cuando salió Atlántico, en el 2012, no solo era un disco nuevo con un estilo nuevo, después de tiempo sin sacar nada. También era un cambio de nombre. De Deluxe a Xoel López. Eso fue duro y tardó en madurar todo el proyecto. Sueños y Pan sale con el proyecto ya consolidado. Es mucho más fácil que hace 7 años. Es más sencillo salir de gira y tener a tu público ahí.
Tienes más seguridad.
Antes solía dudar mucho más si meter o no en un disco determinada canción que no me acababa de convencer. De hecho, me pasó en este último con Lodo, que finalmente acabó siendo single. Me decían desde mi sello que era un temazo, pero al principio no me gustaba. Ahora es la que más le gusta a la gente. Pero, siendo todas mis canciones hijas mías, me plantee si tenía la calidad para entrar en el disco. A veces uno pierde la perspectiva.
Siempre has calificado tus tres discos en solitario como una trilogía. ¿Cierras un ciclo con ellos, tanto profesional como vital?
Tuvieron mucho que ver con mis viajes, con mis años 30. Se cierra una etapa de aventura, de exploración. Lo que venga ahora va a ser desde otro punto de vista. Lo que estoy haciendo es algo distinto. Estoy grabando canciones con David Quinzán, un músico de aquí. De hecho, le produje su disco El vino de las despedidas. Estamos componiendo juntos, algo que no había hecho antes. Me apetecía salirme de mi burbuja.
Publicaste tu primer poemario, Bailarás cometas bajo el mar, hace dos años. ¿Sigues escribiendo?
Estoy muy cancionero ahora. Aquello fue un desvío en mi camino. Tenía muchas cosas escritas. Me encantó hacerlo, pero ahora solo pienso en canciones.
Llegaste a decir que te gustaría musicalizar poemas como, por ejemplo, los de Uxío Novoneyra. ¿Sigue en tu agenda?
Sigue en mi mente, como tantas otras cosas. Tengo mil proyectos en la cabeza. Me gustaría hacer un disco de versiones, un recopilatorio de canciones… Tenía un tío abuelo, llamado O Cego dos Vilares, en A Fonsagrada, muy conocido en el mundo del folk gallego, y me gustaría hacerle un homenaje. También otro a los poetas gallegos. Mil cosas. Incluso un disco de salsa [se ríe, pero no bromea]. Me fliparía. Ojalá pueda hacer todos estos proyectos.
¿Cuándo te entró el gusanillo de dedicarte a la música?
Muy pronto. Yo era el típico que tocaba la raqueta de tenis delante del espejo. Un detonante importante fueron los Beatles. Yo lo escuchaba y me veía siendo un beatle. Creo que eso marcó la diferencia. Quise aprender a tocar la guitarra y hacer pop. Lo hice en el Eusebio da Guarda, mi colegio. A los 15 años ya estaba haciendo canciones. Me acuerdo que la clase era la mayoría de chicas. Es raro, porque luego es un campo de nabos la música.
¿Tenías algún rincón de A Coruña a dónde ibas a tocar la guitarra?
Era más casero. Mi casa siempre fue muy abierta, mis padres me criaron en un ambiente artístico. Yo seguí por esa senda. Mis amigos venían y era donde tocábamos. Llegamos a hacer algún concierto, sin que mis padres se enteraran.
¿Alguna sala de la ciudad donde disfrutases mucho tocando?
En el Playa Club, por mi relación con el mar. También cuando toqué en la playa, en los conciertos del Noroeste, donde tantas veces había ido a ver a gente actuar. Todo lo que sea tocar en A Coruña me flipa. Lo de Jorge Cabezas fue un reencuentro con muchas bandas de mis comienzos, referenciales para mí.
¿Sigues al Dépor este año?
Por desgracia, sí. El del lunes también lo veré. El jueves, cuando llegué, vi a Dani Giménez, el portero del Dépor, por los Cantones, y me hizo hasta ilusión. Lo estoy sufriendo este año. Empezamos con mucha ilusión, pero entre que echaron a Natxo y va a haber elecciones a presidente, la gente ya lo da un poco por perdido. Yo sigo pensando que vamos a subir. Todo depende de este lunes contra el Mallorca.
¿Estar lejos de Riazor hace que vivas más intensamente el Dépor?
Totalmente. La morriña aparece cuando estás fuera y te intensifica tu origen. Cuanto más lejos, más cerca. La distancia te acerca.