El Barroquista: “Te puede gustar cualquier cosa aunque no sea sinónimo de calidad”
Entrevistamos a este coruñés que el 20 de octubre publica su primer libro sobre arte
17 octubre, 2021 06:00Detrás de El Barroquista se encuentra Miguel Ángel Cajigal (A Coruña, 1981) el historiador del arte, divulgador y educador de museos que arrasa en las redes sociales. Sus hilos de Twitter y sus publicaciones en Instagram consiguen despertar el interés por el arte entre sus miles de seguidores. Participa en el programa de la 2 de TVE El Condensador de Fluzo y es colaborador habitual en diferentes programas de radio. El día 20 de octubre publica su primer libro Otra Historia del Arte. No pasa nada si no te gustan Las Meninas (Plan B).
La pregunta obligada. ¿Por qué se hace usted llamar El Barroquista?
El Barroquista nace en un momento bastante complicado de mi vida en el que yo quería tener mi cabeza ocupada en algo y pensé simplemente en abrir un blog, algo que siempre me apeteció pero nunca hice, y a la hora de buscar contenido se me dio por el Barroco. Yo quería combinar la Historia del Arte más pura y la música, donde tengo experiencia y formación, y creo que el Barroco era una buena etapa que conozco y así nació El Barroquista.
El origen además es que en una ocasión en la que estábamos charlando sobre arte medieval al terminar dije “pero esto es mi opinión, yo no soy medievalista, yo soy barroquista”. Creo que fue algo que dije porque es verdad que el Barroco está muy presente en mis gustos musicales, artísticos… Elegí el Barroco por combinar mis diferentes áreas de conocimiento y trabajo. Yo soy historiador del arte y por aquel entonces ya tenía experiencia en diferentes restauraciones de obras de arte, como consultor técnico y asesor histórico y estaba haciendo mi tesis doctoral. Estaba teniendo la suerte de tocar todos los palos profesionales de la historia del arte y quise hacer algo divulgativo para que llegase a todo el mundo, esto creo que viene por mi faceta como educador de museo.
Si sumamos a esto que el Barroco es muy denostado y que yo quería reivindicarlo porque hay mucho prejuicio pero luego suele encantar, en general a todo el mundo le gusta Shakespeare, Caravaggio o Bach y todos pertenecen a a este periodo.
¿Cómo ha sido la experiencia escribiendo su primer libro?
Fue un proceso muy enriquecedor porque me ha permitido poner por escrito una serie de ideas que anticipo en redes desarrollándolas mucho más, Otra historia del Arte es un libro divulgativo sobre la historia del arte y creo que en ese sentido se sale de lo habitual, no es un libro que te vaya a explicar un movimiento o una artista concretos, es un libro que te explica qué es la Historia del Arte, las ventajas que tiene, qué aporta, en qué se ha fijado, los temas principales que se han tratado. Herramientas para que los lectores se hagan autónomos y se cuestionen.
Al mismo tiempo ha sido una experiencia muy rara porque yo tengo mucha costumbre de escribir pero vengo del ámbito académico y del divulgativo donde soy más escueto y digo lo esencial en el lugar concreto. Pero esto era totalmente diferente porque aquí yo soy el responsable de lo que pone en todas las páginas. Fue un esfuerzo de amplitud. El proceso de escritura más o menos fue de un año desde que comencé a seleccionar las ideas. Mi intención siempre fue que se tratase de un libro de lectura sencilla, que se pudiese incluso leer del tirón, no un ladrillo y lo más económico posible para que llegase a cuantas más personas mejor .
Además creo que está muy reflejado en el libro algo sobre lo que quería poner el foco y es como a través de la Historia del Arte conocemos y explicamos las diferentes formas de pensar y los comportamientos de otras épocas y otras culturas.
Yo espero que guste y que suscite debates. Soy una persona que me gustan más las preguntas que las respuestas. De hecho en redes lo hago mucho, me gusta agitar en algunos temas porque me gusta que la gente se plantee las cosas, se replantee cosas que a lo mejor no se han replanteado. De ahí el título… ¿Qué pasa si no te gustan Las Meninas? No pasa nada, no te tienen que gustar pero sí tienes que saber el valor que tienen.
¿De verdad no estamos obligados a que nos guste una gran obra como Las Meninas?
El gusto es libre. Durante mucho tiempo se entendió que el arte, la literatura o la música existía algo que era el “buen gusto”, que es algo siempre educado y marcaba la comprensión del arte. Por ejemplo estaban muy de moda esas listas “ Los mejores 10 artistas del mundo”, casi siempre hombres, y eran algo incontestable. Y si tu llegabas y llevabas la contraria significaba que no tenías gusto pero yo ahí soy muy crítico. Yo creo que no hay absolutos y además es una manera nociva de transmitir el arte porque la gente acaba por fingir un gusto.
¿Cuántos libros son citados como los mejores de la literatura pero en realidad muy poca gente se los ha leído? Lo mismo ocurre con el arte. La gente dice “Goya es maravilloso, fantástico” pero no lo entienden. Y como este ejemplo, muchos más.
Te puede gustar cualquier cosa y eso no es sinónimo de calidad y hay que separar conceptos. Te puede gustar una cosa de mala calidad y puede que algo buenísimo no te guste y hay que desdramatizar estas cosas y así la gente se relacionará mejor con el arte. Hay arte excelente bueno, malo y muy malo y todo te puede gustar o no gustar. Es como la comida rápida, eres libre de que te guste pero no deberías de creerte que es buena porque no lo es, pero no pasa nada porque te guste.
Hay carreras que a priori a nadie le animan cuando decide que va a cursarlas por las salidas laborales que tiene, en especial todas las artísticas ¿fue su caso?
Yo tenía claro que no iba a ser fácil pero tuve siempre el apoyo tanto de mi madre, que me dijo que estudiase lo que me hiciera feliz, fuese lo que fuese, como el de mi profesor de Historia e Historia del Arte en el instituto, Carlos. Ellos se sentían orgullosos de mi decisión y yo siempre lo tuve claro, fue algo totalmente vocacional, mi primera opción.
En cuanto a las salidas laborales… Es raro que alguien te las regale, sinceramente. En mi caso sabía que iba a tener que esforzarme mucho para encontrar mis salidas profesionales pero prefería eso y ser un historiador feliz, que la verdad es que lo soy. Durante mucho tiempo hice de todo, desde dar clases particulares de música, vender periódicos en un quiosco… Pero cuando asumes cual es tu objetivo y sabes que puedes aportar cosas desde esa faceta, todo merece la pena.
Volviendo al arte… ¿Cómo llevamos los gallegos eso de valorar el patrimonio que nos rodea? ¿Tienen que venir turistas para que lo apreciemos?
Sucede muy a menudo que no lo valoramos lo suficiente. Yo hablo mucho del proceso de despatrimonialización del patrimonio cuando algo propio se orienta demasiado al turismo , a la gente que viene de fuera.
En muchos lugares de Europa se está produciendo lo que se conoce como efecto “Venecia” en el que los vecinos que viven allí no pueden realmente disfrutar su ciudad. Y es peligroso que el pueblo se desvincule de su patrimonio o lo vea como ajeno.
Pero pensemos… ¿ Cuántas veces un vecino de Santiago visita la Catedral? Salvo por motivos religiosos no suele ser lo habitual y es una pena que el patrimonio no se viva más por parte de los vecinos de la ciudad. Por otro lado está el caso de la Muralla de Lugo que desde luego es muy vivida por sus habitantes, van allí a pasear, a correr…
Es muy interesante hacer visitas para los propios vecinos, para sensibilizarlos y que tengan interés en el patrimonio como algo suyo, más allá de que sea algo que hace que vengan los turistas a dejar dinero. Hay que hacer pedagogía y volcar los esfuerzos en enseñar de forma personalizada a cada público y por eso son tan importantes los educadores de museos, técnicos y el papel de las diferentes instituciones.
¿No cree que hay una confusión sobre el papel que cumple un educador de museos?
Más o menos desde los años 60 del siglo pasado, los museos se dieron cuenta de que no estaban cumpliendo bien su función, porque se suponía que eran lugares en donde uno llegaba con la lección aprendida de casa pero evidentemente eso no es así y tenía que cambiar. Así que desde el último cuarto del siglo XX los museos se dieron cuenta de que hay que educar a los visitantes. Esto también sucede con instituciones culturales, teatros, orquestas sinfónicas, monumentos… Las personas que nos dedicamos a la educación de museos somos básicamente el enlace entre el contenido del museo y el público, adaptándolo los receptores y sus necesidades, desde niños muy pequeños hasta aulas de las tercera edad, . Mucha gente le llama a nuestro trabajo “guía” y en realidad es una cosa distinta. Un guía te acompaña para que no te pierdas pero no hace contigo un proceso educativo.
Es una parte fundamental del sistema educativo pero que todavía no tiene una larga tradición ni se explota en nuestro país como en otros, no se entiende como una parte más del trabajo del aula, que sí lo es, aunque cada vez hay más docentes que lo van entendiendo así, como una extensión. No se trata solo de hacer visitas a los museos, es hacer proyectos educativos específicos y conjuntos que aprovechen lo que se hace en el aula con lo que pueda haber en los museos. Salir mucho más de las aulas porque fuera es donde más se aprende.