2022 es un año de aniversarios funestos para el litoral gallego. Si hace unas semanas se cumplían 20 años de la catástrofe del Prestige que asfaltó con chapapote los fondos marinos y las costas gallegas, hoy se cuentan 30 diciembres desde el hundimiento, previa explosión, del Mar Egeo frente a la Torre de Hércules. La penúltima de las grandes catástrofes ambientales sucedidas en la costa gallega, y la última de las gotas para colmar el vaso y que toda Galicia gritase "Nunca máis" diez años después.
Aquel 3 de diciembre de 1992 el día en A Coruña estaba relativamente despejado tras la tormenta de la noche anterior, hasta que a mediodía gigantescas columnas de humo negro, completamente opaco, comenzaron a tapar los cielos coruñeses. El Mar Egeo había encallado la madrugada anterior frente a la Torre de Hércules y, tras una explosión, las llamas comenzaban a devorar el petróleo vertido al mar. Este barco de una empresa liberiana (Mare Shipping Co., la misma propietaria del Prestige, propiedad de la familia griega Colouthros), bandera griega, construcción japonesa, nombre en inglés (Aegean Sea) y tripulación filipina y griega (como su capitán), reposa desde entonces a 50 metros de profundidad, frente a A Coruña. De vez en cuando baja el nivel del mar y es posible ver sus restos.
300 kilómetros de costa afectados
El accidente del Mar Egeo fue una combinación entre malas condiciones atmosféricas y errores humanos que provocaron que el barco, que inicialmente iba a depositar en la refinería de Repsol su carga de 79.081 toneladas de petróleo Brent Blend, acabase encallando a las 4:55 de la mañana, rasgándose inmediatamente su casco y comenzando a vertir su petróleo. Afortunadamente, los tripulantes del barco pudieron abandonarlo a tiempo, y solo hubo que lamentar un herido, un marinero del remolcador Alonso de Chaves.
Se consiguieron recuperar 6.000 toneladas de fuel, pero se estima que alrededor de 67.000 se vertieron. Gran parte ardió en el salvaje incendio que tuvo lugar durante horas (se estiman unas 50.000 toneladas), y el resto se dispersó por el mar, aunque una parte se evaporó debido a la volatilidad de este tipo de crudo. Unos 300 kilómetros de costa de las rías de A Coruña, Ares y Betanzos y Ferrol fueron afectadas por este vertido, la práctica totalidad del Golfo Ártabro.
Por la virulencia del incendio y el abundante humo, los vecinos del barrio de Adormideras de A Coruña tuvieron que ser evacuados y durmieron en el Palacio de los Deportes de Riazor. La catástrofe ecológica afectó a la actividad de alrededor de 4.000 pescadores y mariscadores, y las indemnizaciones rondaron los 300 millones de euros pero tardaron casi una década en terminar de llegar. Los estudios consideran que los ecosistemas marinos de las rías tardaron años en recuperarse, del mismo modo que ocurrió cuando en 1976 el Urquiola vertió en la misma entrada al Puerto de A Coruña 107.000 toneladas de petróleo.
Pese a lo mucho que afectó a la vida en A Coruña, el recuerdo del hundimiento quedó -relativamente- eclipsado por la catástrofe del Prestige diez años después, cuyo chapapote demostró ser mucho más dañino y difícil de limpiar que el petróleo del Mar Egeo. Para la memoria quedaron la frase del alcalde Francisco Vázquez ("Tranquilos, coruñeses, que el humo va para Ferrol") y el Bar Egeo, un pub del Orzán abierto en honor al naufragio, con decoración naval y futbolín, desaparecido hace alrededor de diez años. Su dueño regenta ahora el Filomatic en Monte Alto.
"Mar Egeo, el día que ardió el mar", el libro que recuerda el desastre
El pasado mes de noviembre tres periodistas coruñeses, Iván Aguiar, Enrique Carballo y Marta Otero, han publicado un libro que recuerda la catástrofe: ‘Mar Egeo’, el día que ardió el mar. En él se repasa la historia del naufragio, lo que sucedió y sus consecuencias en los años siguientes.