El oficio de Iván Redondo es "construir el Ferrari ganador, el coche rojo, por usar una de sus expresiones". Así presenta el periodista Toni Bolaño al personaje central de su libro Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve (Ed. Península), que sale este 13 de octubre a la venta.
Según el autor, Moncloa es un libro sobre la forma de comunicar la política "que no es sólo un discurso, es la estrategia desarrollada en un discurso", dice. "Iván siempre ha jugado el partido -como asesor- con candidatos que tenían la pátina de perdedores (…), aceptó enseñarles a jugar al fútbol y acabaron ganando el trofeo". Y entre estos ganadores políticos, el autor de Moncloa cita a Xavier García Albiol (PP), a José Antonio Monago (PP) y a los socialistas Pedro Sánchez y Salvador Illa.
Sin embargo, como el propio Bolaño escribió el pasado mes de mayo también "se quemó a lo bonzo en las elecciones madrileñas porque el líder se lo pidió". Meses antes, Iván Redondo fue clave para conseguir el Gobierno de coalición que le dio la Moncloa Pedro Sánchez.
Recogemos a continuación la prepublicación de un fragmento de este libro:
"Activa": las palabras de Sánchez a Redondo para negociar el Gobierno de coalición
"No disiente en público, tampoco en privado, quizá solo ante sus más íntimos, y acató la decisión del presidente, y del PSOE, aunque no fuera la suya. Algunos no se han enterado de que no quiere hacer carrera política ni quiere ser vicepresidente del Gobierno, ni tampoco aspira a ser ministro y mucho menos a tener un cargo en la Comisión Ejecutiva Federal. Por eso Iván Redondo Bacaicoa siempre asume los problemas, sean provocados por él o por otros, y se faja en la solución. Dos años después, Madrid es todo un ejemplo de asunción de errores de otros.
Lo hizo por decisión del presidente, pero no lo vio así el PSOE, que arreció en la presión que al final hizo efecto en Sánchez en 2021. La resistencia de Redondo a continuar, su decisión de parar, no gustó al presidente, quizá porque no la esperaba. Pensaba que, como siempre, asumiría su decisión. No fue así porque Iván quería poner fin a una etapa de su vida.
Como respuesta, frialdad con ataques desmedidos y gelidez en el trato. Sánchez no lo nombró en la declaración institucional tras el cambio de Gobierno ni en la entrevista que realizó en Tele 5. La inquina de los ataques sorprendió. Sánchez es lo que es por Redondo. Ahora veremos de lo que es capaz sin él.
De momento, en los primeros compases Sánchez y su nuevo equipo se dejan llevar por el rencor y por la sed de venganza, como si estos últimos tres años hubieran sido para ellos un calvario, un calvario que ha llevado al PSOE al Gobierno y a recuperar el liderazgo en la izquierda. Ahora toca la etapa POST-Iván Redondo.
En 2019 todo era diferente según el prisma de Sánchez. Sabía que Iván asumiría su responsabilidad en un movimiento difícil: el acuerdo con Podemos. Por eso prescindió de sus negociadores para centrar en Iván Redondo la nueva fase tras las elecciones de noviembre.
"Esa noche fue muy dura. Iván no paraba de repetir que habíamos vuelto a ganar con diferencia sobre el siguiente y que éramos los únicos que podíamos gobernar, mientras enfrente tenías a gente del partido con las caras largas y farfullando. Culpaban de todo a Iván. La decisión fue del presidente y la seguimos ciegamente —dice Óscar Abou-Kassem, quien añade algo que es sustancial para entender lo ocurrido en esas horas—. Estuve en la unidad que preparó documentos sobre qué elementos debían sustentar un Gobierno de coalición. Iván nos pidió ese trabajo en el mes de mayo, coincidiendo con las municipales [de 2019]. Entonces empezamos a trabajar activamente en un Gobierno de coalición, en su estructura y sus políticas. De hecho, en el acuerdo con Podemos se incorporaron elementos que habíamos trabajado meses antes. Salió todo en veinticuatro horas porque el tema estaba trabajado. La gente se piensa que se pueden sacar conejos de la chistera y no es así. Las cosas se preparan con tiempo y cuando llega el momento, se hace un sprint. Es audacia, no improvisación. Se había preparado cómo debía ser el acuerdo, el reparto ministerial, cómo presentarlo, cómo hacer la comunicación. Lo llevaba hablando desde hacía mucho tiempo con Gentili [jefe de Gabinete de Pablo Iglesias]. Mueve la pieza final cuando el presidente dice 'ya está'. Y se hizo así porque ya estaba todo preparado".
"Iván no fue en absoluto el culpable de la repetición de las elecciones, pero lo asume en primera persona porque tiene que proteger al presidente, aunque no sea el responsable. Intenté convencer a Pedro de que no convocara. Hablé con el presidente durante más de una hora en su despacho. Recuerdo el día porque tomaba posesión la primera mujer general del Ejército. Tenía claro que había que repetirlas por las malas experiencias con Podemos, porque no era posible un pacto. Le intenté convencer de lo contrario, se lo puse feo, pero él estaba convencido de que los resultados serían mejores. Al salir, hablé con Iván, quien me dijo: "Lo que hables con el presidente es entre tú y él". Me dijo lo que pensaba, pero ya estaba trabajando en cómo afrontar los problemas que se planteaban en esa nueva etapa que empezaba", señala Quico Toscano [alcalde socialista de Dos Hermanas].
"Hacerle responsable de la repetición de las elecciones me parece injusto, pero, sobre todo, erróneo. Es una falta de respeto al presidente. En esas circunstancias hay muchas variables, no todo es controlable. Las decisiones de Iglesias o Rivera no fueron controlables. Iván lo asumió profesionalmente, un reto más en una actividad profesional que no acabará en el Gobierno. La parte más positiva de su actividad está por venir", dice Gonzalo Miró.
Rotas las negociaciones, el equipo de Redondo preparó las nuevas elecciones, las elecciones de fuego. Cataluña estaba inmersa en una nueva crisis por la sentencia del procés, que dejó a sus líderes en prisión. La gestión de la campaña se hizo complicada porque el Consejo de Seguridad Nacional se reunía a diario y tenía a Redondo casi bloqueado. Eso sí, asumió la responsabilidad y se planteó un triple objetivo: vencer a la derecha, a la izquierda y al independentismo. Ganar en estas condiciones se antojaba harto difícil, porque lo que pasaba en Cataluña tenía gran repercusión en España. "Haz que pase" fue el mensaje de una campaña con la que el PSOE volvió a ganar, mal que les pese a algunos.
La noche del domingo electoral Pedro Sánchez se reunió con Iván Redondo. Analizaron los datos y el presidente le dijo a Redondo: "Activa". Nadie más lo sabía. Iván llamó a Pablo Gentili, pero no le cogió el teléfono porque estaba en Sudamérica. Esperó a que le devolviera la llamada. Algunos subestimaron a Iván y le acusaron de ser el culpable de evitar el Gobierno de coalición. De hecho, es al contrario. Jamás dijo que Podemos no pudiera estar en el Gobierno. Otra cosa es que la convivencia sea fácil y sencilla porque la izquierda es más emocional. Y lo más importante, se encargó de afianzar los puentes.
"Limó asperezas entre Sánchez e Iglesias porque, además de ser un estratega, de defender unos intereses, traslada que es un buen tío, una persona con buen fondo, y Pablo Iglesias sabe que no le va a hacer una putada. La relación previa entre ellos es fundamental para llegar a la configuración del primer Gobierno de coalición en la historia reciente de España, porque no habían roto los puentes. Con Gentili, su interlocutor en esos días, tiene una cosa en común: no son sectarios. Los partidos acaban confiando en personas de su misma cuerda ideológica y eso es un error. Necesitas a alguien con las miras más abiertas, más transversal. No le puedes llamar chaquetero por estar con Albiol, Basagoiti o Monago y ahora con Pedro Sánchez, porque su planteamiento de la política es aséptico, constructivo y neutral. Juega más con ideas que con ideologías. MAR [Miguel Ángel Rodríguez] es pura ideología, el carro de las esencias. Iván, por el contrario, traslada la necesidad de tender puentes, incluso de superar vetos cruzados", dice Susanna Griso.
Durante todo ese tiempo Iván se encargó de que no se rompieran los puentes más allá de la bronca electoral. No es baladí que Iglesias hiciera un último esfuerzo para alcanzar un acuerdo enviando un SMS a un Iván que mantenía contactos constantes con Gentili y con Juanma del Olmo. Se dice que todo cuajó en veinticuatro horas, pero no es del todo cierto. El equipo de Iván había trabajado en una propuesta de acuerdo y Gentili y Del Olmo estaban al cabo de la calle. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dio una orden a su jefe de Gabinete: "Activa". Y este lo hizo: el proceso se puso en marcha.
*Toni Bolaño es autor del libro MONCLOA. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve (Ed. Península) que sale a la venta este 13 de octubre.