Suena la alarma. Sensación de haber dormido mal otra vez. Falta de sueño, cansancio. Ir al trabajo: café, café... Tras ocho horas, si no son más, vuelta a casa. Mantener la actividad es todo un reto; luego, viene otro: conciliar el sueño. Podría parecer el inicio de una película de ficción, pero nada más lejos de la realidad. Este es un bucle ruinoso que cada vez se instala en más hogares de toda España.
"En este país somos 'cabeza de mal dormidores'", reconoce la doctora Irene Cano, que coordina la Unidad del Sueño del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Esa frase tan rotunda va seguida de su primer diagnóstico sobre las principales causas: "Hay varios factores, pero el principal es que nos acostamos muy tarde, cenamos muy tarde, y hasta tenemos un prime-time muy tarde".
España no solo es un país de insomnes sino que, además, los horarios que tenemos establecidos en nuestra 'cultura general', tampoco lo ponen fácil: "Madrugamos igual que el resto de los países, pero a consecuencia de esos horarios, dormimos menos horas", sentencia la doctora Cano. Irnos a la cama más tarde y madrugar a una hora muy parecida a los países de nuestro entorno también es uno de los focos donde los expertos ponen, cada vez más, el problema.
Los horarios laborales y su incidencia
Según unas estadísticas que datan de 2018 pero se han ido rebotando durante años, el nuestro es uno de los países que menos horas duerme de toda Europa. Lo cierto es que son unos datos que ya andan un poco desactualizados, aunque sirven para dimensionar el asunto, pero el problema no está solo en la cantidad de horas que se duermen de media (en España, 7 horas y 13 minutos según las estadísticas de Sleepcycle de 2018), sino también en la calidad del sueño.
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Cada vez son más los expertos que, respaldados por la Sociedad Española del Sueño o la Sociedad Española de Neurología, entre otras asociaciones médicas, hablan de los trastornos del sueño como un problema de salud pública, ya que en España, casi el 50% de la población adulta los sufre, tal y como avisa la Alianza por el Sueño.
"No se descansa igual de noche que de día", reconoce Carlos Martín. Él ha sido durante años un sufridor de los horarios nocturnos en su trabajo. Entraba a las 11 de la noche y su jornada laboral finalizaba a las 7 de la mañana. Ese turno que le tocó asumir también hizo que tuviera que adoptar un nuevo ciclo de sueño "a base de melatonina", sostiene.
Gema (Madrid, 1976) ha querido preservar su identidad en este reportaje. Su rostro permanece oculto ante la cámara que se utiliza para grabar la parte multimedia de este artículo. Muchos pacientes hoy se sienten estigmatizados socialmente, lo cual impide que se hable con naturalidad de los trastornos del sueño y su vinculación con la salud mental. Aun así, ella accede a contar la historia de cómo los cambios laborales también acabaron con su conciliación.
"Estuve trabajando a turnos durante 15 años. Cuando estaba de noches, para mí era bastante difícil sobrellevarlo. Nunca dormí con la misma calidad, si lo dibujara en un diagrama se vería claramente", explica la propia Gema. Ella tuvo que buscar ayuda profesional porque los problemas con el sueño devinieron en ansiedad. "Eso te mete en un bucle del que no sales: no duermes, no piensas con claridad, no comes bien y no puedes llevar una vida normal". Así de tajante, así de directo.
"Madrugamos igual que el resto de los países, pero a consecuencia de esos horarios, dormimos menos horas"
"Hay dos aspectos fundamentales en el dormir", explica la doctora Cano: "Uno es cuánto se duerme y otro es la calidad de ese sueño. Eso es lo que nos tiene que hacer activar la alarma de si hay un trastorno detrás o no. Y la prueba fundamental es si uno se levanta descansado".
Gema acudió a un especialista para poder atender sus faltas de sueño, que no era otra cosa que insomnio crónico. Ella lo reconoce: "Necesitaba volver a dormir bien para poder tener lucidez". La terapia le pudo ayudar a salir de ese bucle en el que se encontraba. "Es muy importante darte cuenta de que necesitas ayuda y que hay médicos para eso", cuenta la afectada.
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Insomnio crónico
"Los principales trastornos del sueño en España son, en primer lugar, el insomnio crónico, con una prevalencia aproximada del 14%; el síndrome de apnea del sueño y el síndrome de piernas inquietas", confirma la doctora Marta Rubio, neuróloga del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell. Las implicaciones de estos trastornos son cada vez más importantes y significativas en la salud física y mental de la población, así como en la calidad de vida, algo que también afecta al nivel de bienestar socioeconómico de los españoles.
El insomnio a Javier Delso (Zaragoza, 1967) le vino de repente debido a la ansiedad que tuvo causada por la fibrosis quística que padece desde hace ya muchos años y que le impedía hacer cualquier esfuerzo físico, por mínimo que pareciera. "Yo hoy la tengo muy bien controlada, voy al médico cada seis meses y tengo una medicación diaria para mis pulmones", cuenta el paciente.
Para él, el insomnio se volvió rápidamente crónico y padeció este trastorno durante varios años. Dormir era entonces todo un lujo que no estaba a su alcance: "Se te funde un chip en el cerebro y no te deja dormir nada, cero". La ansiedad hacía que pudiera estar varios días sin dormir y él se sentía, incluso, "agarrotado", cuenta durante la entrevista.
Finalmente, gracias a que pudo acceder a una consulta privada de Psiquiatría, tras varios problemas a los que se refiere en el Hospital Provincial de Zaragoza, consiguió en primera instancia identificar qué era lo que le pasaba. "Mi ansiedad no me dejaba dormir, estaba en una tensión constante", asume el propio Javier. A partir de ahí, pudo comenzar una nueva vida, en la que combinaba su medicación para la enfermedad pulmonar con una medicación efectiva para paliar los efectos de la ansiedad. "Soy todo un privilegiado", reitera.
"En consulta lo más común es que el insomnio sea un trastorno 'secundario' por la ansiedad: un insomnio psicológico relacionado con la ansiedad o el estrés", explica la doctora Irene Cano. Estas consultas en las unidades del sueño como en la que ella trabaja, se multiplicaron de forma "brutal" a partir de la pasada pandemia por la Covid-19.
Tanto Javier como Gema, gracias a la ayuda profesional pudieron identificar su trastorno y seguir un tratamiento adecuado que hiciera que sus situaciones personales pudieran cambiar a mejor. Para ellos, el insomnio es cosa del pasado afortunadamente y ahora pueden vivir "con normalidad".
Las pantallas y su adicción
Entre las generaciones más jóvenes, los trastornos del sueño son cada vez más comunes y eso tiene que ver mucho con las pantallas. Según la encuesta que ha publicado la Sociedad Española del Sueño junto con la Fundación Mapfre y la Sociedad Española de Neurología, de la población española entre 18 y 34 años, entre un 83% un 87% "refieren alguno de los síntomas nocturnos o diurnos de insomnio".
La doctora Marta Rubio es la investigadora principal del estudio "¿Cómo duermen los jóvenes? Hábitos y prevalencia de los trastornos del sueño en España", que ha sido presentado esta misma semana y que es el primer estudio a gran escala que sirve para dimensionar este problema que cada vez afecta a más jóvenes. El informe muestra unas cifras muy significativas.
"Las pantallas tienen un impacto importante", apunta la investigadora. Y es que, según la encuesta que da pie a este estudio, el 83% de la muestra tiene un "hábito muy común de uso de dispositivos electrónicos con pantalla en la cama antes de dormirse". Los expertos coinciden en señalar a las pantallas como causantes tanto de dormir menos horas como de una menor sensación de descanso.
"Realmente, a veces llevamos un ritmo de vida en el cual no tenemos tiempo para nosotros durante el día. Esto, sumado al cansancio al final del día, a la menor capacidad de autocontrol y a la elevada oferta digital, nos hace más vulnerables a quedarnos enganchados a las pantallas", cuenta la doctora Rubio tras hacer la presentación oficial del estudio.
Si José Antonio Sáez (Alcantarilla, 1991) hubiera sido parte de la muestra del estudio presentado por la Sociedad Española del Sueño y la Sociedad Española de Neurología junto con la Fundación Mapfre, habría formado parte de ese 83% que refieren algún sintoma nocturno de insomnio. A sus 32 años, admite que lleva "cuatro años sin dormir bien", algo a lo que el llama de forma coloquial 'desvelarse': "No duermo bien porque me desvelo entre tres y cinco veces en la noche. No sé por qué, pero me pasa desde el confinamiento", cuenta el joven murciano.
Como otros muchos jóvenes, José Antonio llega a la cama con el móvil en la mano. "Treinta segundos antes de ponerme a dormir, lo lanzo a la mesilla con el cargador", señala. Si se desvela, vuelve a cogerlo: "Lo máximo que puedo estar despierto tras desvelarme es una hora, porque me pongo en la cama con el móvil otra vez. Llega un momento en que entras en bucle otra vez y consigues dormir otro rato".
"Las pantallas tienen un efecto importante; el ritmo de vida y la elevada oferta digital nos hacen más vulnerables a engancharnos a ellas"
Los malos hábitos impiden la conciliación del sueño, tal y como avisan los expertos. "Ir a la cama se ha convertido en todo un reto para el ciudadano", señalan desde la Alianza por el Sueño, y van más allá: "Las malas rutinas de sueño provocan numerosas consecuencias en la actividad cotidiana de los jóvenes", explicaba hace unos meses la doctora Carmen Bellido.
Entre esos malos hábitos para muchos jóvenes -pero también para la población general-, según revela el estudio publicado esta semana, están, además del uso de las pantallas, el consumo de alcohol o tabaco, así como el consumo de otras sustancias ilegales como el cannabis u otras sustancias estimulantes como el café o las bebidas energéticas.
El consumo de estas últimas no ayuda para nada a que José Antonio Sáez pueda conciliar el sueño más fácilmente. Cuando comenzó a desvelarse en el confinamiento, apenas tomaba café. "Era algo normal", se sincera. Ahora, las faltas de sueño le han hecho entrar en otro bucle: para evitar que le entre el sueño en horas laborales, toma más cafeína. "Me puedo tomar cuatro cafés". Y a esos cafés, de vez en cuando les acompaña otra bebida energética.
Mantenerse despierto durante las horas de trabajo y actividad también es el reto. No solo dormir bien. Pero la sobreestimulación vía cafeína trae consigo el problema posterior de la falta de sueño. Un bucle constante que se repite en la vida de cada vez más gente de cualquier edad.
La automedicación
Otro de los protagonistas de este reportaje, Carlos Martín, comenta cómo hizo de la melatonina su 'comodín' perfecto para poder cambiar sus horarios de sueño. Él confiesa que en ningún momento acudió a un experto para combatir su insomnio: "Lo he tratado naturalmente con la melatonina".
Este suplemento alimentario es un ingrediente necesario en la vida de muchas personas que se aquejan de problemas relacionados con el sueño. Hoy, este producto no solo se vende en farmacias -donde no hace falta receta para adquirirlo-, sino también en supermercados e incluso plataformas digitales como Amazon.
"Es un inductor del sueño", sostiene la neuróloga Marta Rubio. "Es una sustancia que nosotros mismos segregamos cuando se hace de noche. Nuestro cerebro necesita que haya una falta de estímulo lumínico y es lo que nos va a dar somnolencia cuando se hace de noche", explica la doctora.
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"La melatonina, además, es una de las puertas de acceso a la automedicación", reconoce la doctora al ser preguntada por ello. "También existen preparados de hierbas que se venden en farmacias, e incluso otros productos que puede que contengan CBD", indica. Al igual que la melatonina, el uso de sustancias derivadas del cannabis para conciliar el sueño es muy común.
"Antes ibas al médico y muchas veces te decían: 'Lorazepam... Orfidal...', y claro, llegará el momento en que no te hagan efecto o necesites más"
Hay muchos pacientes que comienzan tomando melatonina y que acaban consiguiendo fármacos como los 'clásicos' Orfidal o Rivotril. Así lo confirma también la neumóloga Irene Cano: "Existe mucha automedicación, sí, pero también mucha medicación prescrita por profesionales sanitarios que son hipnóticos y benzodiacepinas". Por lo tanto, el problema también está en esa tendencia abusiva a recetar este tipo de fármacos.
"Antes ibas al médico y muchas veces te decían: 'Lorazepam... Orfidal...', y claro, llegará un momento en que no te hagan nada estos fármacos o necesites más y más", cree Javier Delso, que también tuvo que recurrir a estos medicamentos con receta tras pasar por varias consultas.
Ante este diagnóstico general sobre los trastornos del sueño en España, los expertos y las sociedades médicas coinciden en puntualizar varias necesidades, en un momento en el que la falta de un sueño de calidad cada vez parece un problema más común, una 'epidemia silenciosa' que se retroalimenta en todos los estratos sociales, si bien se acentúa según todos los estudios y estadísticas, en las mujeres.
"En España tenemos otro problema y es que no hay demasiada conciencia social sobre la importancia del sueño", insiste la doctora Cano durante la entrevista para este reportaje. Tanto es así, que desde las diferentes sociedades y asociaciones profesionales y de pacientes cada vez ven más necesario "que exista formación, también para los propios profesionales sanitarios, y que se vea como algo importante dentro de la política".