Un conejo que tiene un apetito voraz, el tamaño de un gato y una capacidad de reproducción de entre seis y ocho camadas anuales de, al menos, diez crías cada una. Lo han bautizado como conejo híbrido y su eclosión como Jurassic Park cunícola. Es la peor pesadilla de los agricultores: campa a sus anchas por los cultivos de la España rural devorando plantas y árboles, arrasando negocios familiares y dinamitando la paciencia de un sector primario que malvive asfixiado por la despoblación y la sequía. Como si se tratara de una octava plaga bíblica, el animal, dicen, ha desplazado a otras especies autóctonas y llevado miseria al campo, lo que amenaza la producción de cereales, vinos, aceites y cítricos, así como la supervivencia de los labriegos y braceros.
Descifrar el origen de este espécimen ha llevado a la Unión de Uniones de Castilla-La Mancha a pedir una investigación para demostrar que no se trata tan sólo de un ejemplar autóctono del típico conejo ibérico, con el que hasta ahora los agricultores habían convivido a regañadientes pero en una tregua cordial, sino el resultado de un cóctel genético de diferentes especies que, desde hace cinco años, no para de crecer y arrasar las cosechas. Sin embargo, científicos del CSIC y expertos de WWF explican a EL ESPAÑOL | Porfolio que esta teoría es un "sinsentido", y sugieren que no hay ningún conejo híbrido, sino el conejo ibérico de toda la vida, solo que vago y sobrealimentado ante la ausencia de depredadores y desubicado tras la degradación de su hábitat natural, situación que lo fuerza a buscar cobijo en los cultivos, fuente de alimento fácil.
Lo que es una evidencia es que la plaga de conejos que asola el campo está presente en al menos 1.438 municipios de diez comunidades autónomas, y las pérdidas provocadas por su apetito insaciable ascienden a 800 millones de euros. Las áreas más damnificadas son, de momento, Aragón, con 50.000 hectáreas arrasadas de cultivos de cereales, frutas, hortalizas y almendros, y Castilla-La Mancha, con 80.000. El animal, además, no sólo pone en riesgo las plantaciones de los agricultores y, por tanto, expone a la cesta de la compra a un nuevo encarecimiento; también es un peligro para las mascotas y los seres humanos, pues se trata un vector de enfermedades potencialmente peligrosas.
El dilema del 'conejo híbrido'
Cifrar el número de conejos que acechan las plantaciones y cultivos de la España rural es casi tan difícil como tratar de delimitar su origen. Hay quienes aseguran que esta plaga es de conejo común, y que su proliferación se ha visto magnificada por las altas temperaturas, la sequía y la falta de depredadores naturales, el método de control ideal para evitar su proliferación. Es la teoría más plausible y, de momento, la única demostrada científicamente.
Sin embargo, quienes labran el campo no lo tienen tan claro, y aseguran que es un cruce entre el conejo ibérico autóctono y el doméstico, y que su expansión es culpa de la irresponsabilidad de los dueños que dejan libres a sus mascotas. Un tercer grupo señala a los gestores de los proyectos de conservación de animales en peligro de extinción, como el lince, a los que acusan de haber sobredimensionado voluntariamente la población de conejos para garantizar alimento a las especies protegidas.
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"Sabemos que no es el conejo tradicional, porque no se comporta igual. No es el mismo. Es más grande. Más voraz. Con una capacidad de reproducción mayor", sentencia Javier Fatán, responsable de fauna de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y agricultor en Aragón. "Hace siete u ocho camadas en un año, con ocho o diez ejemplares cada una, casi tres o cuatro veces más que el conejo tradicional que veíamos antes".
Pedro Gomáriz, responsable de fauna de la misma coordinadora, es propietario de una plantación de cítricos en Molina de Segura, Murcia. "Me dedico al cítrico y ya he tenido que arrancar árboles comidos. Estamos en una de las peores sequías de la historia y lo poco que nace y crece lo devoran. El problema es que están cambiando su comportamiento: no se meten en las jaulas de captura, trabajan en equipo, son más resistentes a las enfermedades y se reproducen mucho más rápido".
Gomáriz, afirma, ya ha perdido el 30% de su cosecha. Ha tenido que arrancar cítricos que tardaron diez años en dar frutos a pleno rendimiento. Lo mismo le ha pasado a tantos otros compañeros del sector. La peculiaridad de estos "conejos híbridos", como los llaman desde COAG, es que son tan voraces que hasta se comen las cortezas de los árboles, lo que seca los troncos y provoca su muerte de un año para otro. No es una rareza, ya que los conejos autóctonos de toda la vida también lo hacen, solo que ahora hay tantos ejemplares, y están tan hambrientos, que ni siquiera las mallas de protección de plástico son suficiente para frenarlos. "Desconocemos su origen, pero sabemos que se ha potenciado su introducción en algunas zonas para, después, integrar al lince y otras especies. Se les ha debido ir de las manos", sugiere Gomáriz.
El paisaje de los cultivos de Urgel, en Lérida, donde trabaja Jaume Cortadelles, ha cambiado por completo en cinco años. Antes, los árboles crecían sanos, solitarios, mostrando sus esbeltos troncos al turista rural; hoy no existe un sólo ejemplar que sobreviva si no está rodeado de vallados a prueba de mordidas. Y ni aún así se libran de la escabechina.
A modo de prueba, Cortadelles muestra cómo los conejos invasores han destrozado con sus dientes las mallas verdes de la finca de un amigo. "No sé si será más ecológico o no, pero si no colocas esto, ten por seguro que no sobreviven", asegura a este diario. Algunos árboles ya empiezan a estar rodeados de mallas metálicas, las únicas que impiden a esta nueva plaga invasora acceder a la madera.
"Desde hace tres años este bicho es imparable", afirma Cortadelles. Él es un agricultor de Lérida cuya cosecha de cereales ha sido diezmada en más de un 90%. "Incluso se ve cómo en los campos de almendros y de olivos se empiezan a subir a los árboles para comerse los brotes. Los devoran hasta que los matan. Nunca había visto conejos en las copas. ¡No sé si son monos o de dónde coño han salido!", se pregunta, visiblemente irritado. El seguro ya le ha cubierto dos años de pérdidas. No habrá un tercero. Paradójicamente, reza por que este año no llueva y pueda, al menos, declarar su cultivo perdido a causa de la sequía. A ese punto de desesperación han llegado los labriegos.
El CSIC lo tacha de "sinsentido"
Ramón Pérez de Ayala, Responsable de Proyectos del Programa de Especies de World Wildlife Fund (WWF), niega las teorías de hibridación genética de los agricultores y los emplaza a leer la investigación que publicó el Instituto de Estudios Sociales Avanzados del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en septiembre del año pasado, Caracterización de las poblaciones de conejo en áreas de daño a la agricultura de Castilla La Mancha.
"Aquí no hay ningún conejo híbrido. Todos proceden del ibérico. Lo que pasa es que en el campo, y especialmente en las zonas agrícolas, se da la circunstancia de que han eliminado a sus depredadores y ahora el conejo se encuentra en una zona ideal. No tiene quien se lo coma ni lo estrese, y como hay sequía, la única opción que le queda es alimentarse de las cortezas de los frutales y de los cultivos. Por eso está rollizo y procrea tanto", asegura.
El técnico de WWF explica que si hay tantos ejemplares es porque se han creado las condiciones ideales para permitir su expansión y proliferación. La agricultura moderna ha originado el paraíso perfecto. Es un animal que se reproduce mucho para compensar la gran depredación que tiene, pero al no tener prácticamente amenazas, más allá del hombre, ha acusado un cambio en su comportamiento y un mayor incremento de su población, lo que podría explicar que parezca diferente y tenga conductas inéditas.
"Que sea más grande no significa que sea un nuevo conejo. Es como si me comparas a alguien que pasa hambre en África con un europeo bien alimentado", sentencia Pérez de Ayala. En su misma línea se muestra Miguel Delibes-Mateos, investigador del CSIC, coautor del mentado informe sobre el cruce genético del conejo. "Los análisis no han mostrado nada fuera de lo normal, siempre teniendo en cuenta que en la Península Ibérica coexisten dos subespecies de conejo de monte [Oryctolagus cuniculus cuniculus y O.c. algirus] que difieren, entre otras cosas, en distribución, tamaño y peso y que se pueden hibridar entre ellas".
No obstante, la Unión de Uniones de agricultores de Castilla-La Mancha niega la mayor, y para demostrar su posición ha promovido un estudio científico del conejo híbrido –a cargo del zoólogo Fernando García-Solís– para demostrar que este animal tiene un fenotipo diferente al ibérico. "Hay que demostrar que la administración ha estado autorizando la suelta de un conejo invasor que ha roto el ecosistema", denunció Anastasio Yébenes, líder de la Plataforma para la Defensa de la Agricultura y Ganadería Ecológicas de la Unión de Uniones. "Lo que queremos demostrar es lo que sabemos desde hace años [que ha mutado]. Los hemos visto hasta de colores", sentenció.
"Es un auténtico sinsentido basado en especulaciones", culmina Rafael Villafuerte, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CSIC, autor del estudio. "Cientificamente hemos comprobado que se trata de conejos silvestres con las características genéticas propias de la zona en la que habitan. Puedo entender que estos conejos, en áreas agrícolas, donde hace poco eran más pequeños y poco abundantes, unido a haber escuchado que hay dos subespecies y una franja de contacto, pueda hacer crecer un bulo como el que ahora corre entre los agricultores de todo el país. Pero esos supuestos conejos híbridos son, genéticamente, conejos silvestres".
Pérez de Ayala, asegura, lleva veinte años trabajando en la conservación del lince e intentando hacer proliferar los ecosistemas en los que está presente el conejo. Sin embargo, es prácticamente imposible lograr una tasa de reproducción tan grande de forma voluntaria. "Para empezar, siempre que hacemos reintroducciones con el lince realizamos análisis genéticos y usamos sólo conejos autóctonos. Es un requisito imprescindible. Además, las reintroducciones las hacemos en sitios donde no hay casi ejemplares, y suelen ser lugares muy lejanos a las zonas agrícolas".
Por tanto, asegura, los proyectos de conservación de fauna amenazada no tienen nada que ver con la crisis, eso sí, absolutamente real, que vive el campo, y recuerda que el conejo ibérico es una especie amenazada que, si bien puede suponer una plaga para las zonas agrícolas, en gran parte del territorio español –hasta en un 70%– está desapareciendo debido a la degradación de los ecosistemas terrestres (ODS 15).
Las cifras de la pérdida
Las cifras de pérdidas de cultivos provocadas por la plaga de conejos causan auténtico escalofrío. Más de 1.400 municipios afectados, decenas de ellos en estado de emergencia total. Cereales, viñedos, leguminosas, olivares, frutales, almendros y hortícolas al aire libre son los principales afectados, que ya suman 800 millones de euros de pérdidas en lo que va de año.
Las más damnificadas son Castilla y León, que padece daños de más del 30% del total de sus cosechas en 30.000 hectáreas de cereales, leguminosas, girasoles y viñedos repartidas en 450 municipios; Castilla La Mancha, con 80.000 hectáreas de cereales, olivares, almendros y pistachos damnificadas en 300 municipios, y Cataluña, con 144.000 hectáreas de cereales, forrajes y frutales.
Tampoco se libran Aragón (50.000 hectáreas en 130 municipios), Madrid (20.000 hectáreas), la Comunidad Valenciana (1.000 hectáreas de uvas de mesa, viñedos y cítricos), La Rioja (800 hectáreas), Murcia y Andalucía, de las que aún se están analizando los daños, pero en las que la plaga comienza a hacer mella. Lo único que frena la invasión es la altitud, por eso en zonas como la cordillera cantábrica apenas está presente. Además, el frío reduce su esperanza de vida.
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La crisis en los cultivos afectará, asimismo, a los precios finales en el supermercado. O al menos así lo aseguran los portavoces de COAG: "Esto es la ley de la oferta y la demanda. A menos demanda, mayor precio. Todas las pérdidas de la agricultura las pagará el consumidor".
No sólo la diezma de los cultivos es peligrosa para la economía agraria y las familias: también está la expansión de garrapatas y enfermedades como la leishmaniasis, que provocan serios problemas entre mascotas y humanos. "Los conejos son un foco de transmisión rápido a zonas donde la gente va a pasear, y en ciudades como Zaragoza o Madrid ya son un problema", asegura la COAG. Sin ir más lejos, Pedro Gomáriz sostiene que él mismo ha estado ocho meses en tratamiento por una enfermedad derivada de la picadura de una garrapata.
Remedios extremadamente peligrosos
Los cazadores hacen constantemente batidas para acabar con lo que algunos agricultores insisten en llamar conejos híbridos. "Sólo en Aragón matan 250.000 o 300.000 al año, lo que suma millones de piezas anuales [en todo el país]", sostiene Fatán. Antes, durante una cacería normal, un grupo de cazadores podía dar muerte a 80 en un día; ahora, durante una batida nocturna, se pueden coger 130 conejos en sólo 2 o 3 horas. "Y al día siguiente ni lo notas; es la ruina".
Algunas de las soluciones propuestas por los agricultores son de sentido común, como aumentar la presión cinegética o el huroneo (introducir hurones en las madrigueras para hacer salir despavoridos a los conejos y darles caza en su huida), pero otras entran en un terreno peligroso. Por ejemplo, hay quienes proponen utilizar monóxido de carbono para gasear a los animales en sus madrigueras; otros van más allá, y defienden la utilización fosfuro de aluminio, el mismo gas que segó la vida de un matrimonio burgalés en mayo de 2017 después de ser usado para matar polillas en una vivienda cercana. También es el principal gas sospechoso de la muerte por intoxicación de una madre y su hijo en Carbonero de Ahusín, Segovia, esta misma semana, tras la limpieza de una nave anexa a su domicilio.
"Nosotros defendemos que la Administración debe controlarlo, hacerlo con mesura y echarnos una mano con este asunto", defiende Fatán. "Y, luego, debemos fomentar que haya más cazadores, porque el problema es que los que hay son gente mayor, cuatro señoritos de Barcelona con más de 70 años. ¿Qué van a matar? Los jóvenes vienen en temporada, pero se cansan y prefiern irse a esquiar después. Antes un cazador vivía de la caza. Hoy, aparte de los que operan en grandes cotos, no existe nadie que viva de esto".
Por su parte, el experto de WWF sugiere que la solución pasa por fomentar las cubiertas herbáceas en las calles de los cultivos y "los parches de hábitat" que sirven de refugio a otros depredadores. "Dos medidas que están recogidas en los eco esquemas de la PAC, por lo que su fomento no sólo es viable, sino financiable". El huroneo, la instalación de vallados con pastor eléctrico y de ahuyentadores acústicos, así como la utilización de abonos foliares que actúen como repelentes, se presentan como posibles alternativas a medio y largo plazo para frenar parcialmente la crisis.
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El campo, en cualquier caso, reclama ayudas inmediatas. Los seguros han dejado de pagar las pérdidas y la viabilidad de los cultivos es prácticamente nula. Los agricultores se desangran por las plagas, la sequía –otra consecuencia más del cambio climático– y el éxodo rural, que dejan sin mano de obra joven a unas poblaciones cada vez más envejecidas y cansadas. El debate genético, en este caso, parece estéril: la solución sólo pasa por la cooperación entre las administraciones públicas, los grupos ecologistas, los científicos y los agricultores. De lo contrario, pagarán justos por pecadores.
"Si no cambian las cosas, se preparan manifestaciones para esta Semana Santa", asegura Cortadelles, amenazante. "¡Os vais a enterar! La gente está harta. He escuchado que el Jueves Santo quieren bloquear toda Barcelona. Me han llegado convocatorias para llenar las calles de tractores y máquinas. A lo mejor también debemos ir a Madrid, porque parece que funciona más...". El agricultor abandona la conversación. Debe ir a cuidar de lo poco que queda de sus cultivos. ¿Qué pasará esta temporada? ¿Saldrá adelante su cosecha? ¿Subirán los precios? De momento, todo apunta a lo peor.