La polarización política en España se hace palpable en la plaza del Ayuntamiento de Agolada, municipio de Pontevedra situado en el confín con las provincias de Lugo, La Coruña y Orense. Este pueblo en el corazón geográfico de Galicia es como el esquemático escenario de un teatro partido en dos. A la derecha, mirando desde la puerta del edificio del Concello, está el café bar Central, donde se reúnen los miembros y simpatizantes del Partido Popular (PP), gobernante aquí cuarenta años seguidos y ahora en la oposición en solitario. A la izquierda, en el café bar A Plaza, se sienta la gente del nuevo alcalde, Luis Calvo Miguélez, de 51 años, líder del Partido Anticorrupción y Justicia (PAYJ). Es el local de su hermana y su cuñado. El regidor pasó 24 años de emigrante en Suiza y se propone convertir Agolada en "la Pequeña Suiza" de Pontevedra.
Luis Calvo ha sido noticia en octubre por querer aprovechar su mayoría absoluta de siete concejales frente a los cuatro del PP para declarar festivo local el 26 de mayo en conmemoración, o santificación, del día de 2019 en que ganó las elecciones y "liberó" al pueblo de la "dictadura" de los populares. Aunque, ante la polémica generada, retiró la propuesta al pleno en el último momento, el alcalde dice a EL ESPAÑOL | Porfolio, sentado bajo la foto del rey Felipe VI, que cumplirá su palabra más adelante y hará festivo el viernes 26 de mayo de 2023.
Su Día de la Liberación caerá de esa forma justo en vísperas de las siguientes elecciones municipales, en las que confía renovar su polémico mandato y extender el poder de su partido a las localidades vecinas. Es una idea u ocurrencia que acaricia desde hace dos años y que piensa aplicar por mucho que lo acusen de haberse convertido en un "dictador".
El anunciado festivo a mayor gloria del alcalde liberador de Agolada trasciende la anécdota para convertirse en un exponente a escala rural de la salud de la democracia en España y Europa. Sus 2.304 habitantes, que viven esparcidos por 24 parroquias (de Agra a Vilariño, de Merlin a Ferreiroa), encarnan a través de este conflicto algunas tendencias de estos tiempos: el rechazo de los grandes partidos, acusados de corruptos de forma indiscriminada; el ansia de justicia social, que puede desbordar en populismo justiciero; el abandono de la periferia y del campo, el envejecimiento y la emigración juvenil como desencadenantes de movimientos que buscan revulsivos para renacer; el pulso entre libertad y seguridad; el anhelo y la repulsa en torno a la figura de la autoridad fuerte y protectora, que deriva en temido cacique o aclamado patrón…
¿Estamos ante el brote gallego de un fenómeno populista que va a más y que entroncaría con antecedentes como aquel Grupo Independiente Liberal (GIL) con que el empresario Jesús Gil se adueñó de Marbella entre 1991 y 2007, o el ascenso del magnate Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2016? ¿O el PAYJ de Luis Calvo, que planea extenderse, es algo nuevo, distinto y mejor? Venimos a Agolada a escuchar las dos versiones. Hemos quedado con la oposición y después con el alcalde.
La opositora expulsada
En la cafetería Central, Carmen Seijas López, portavoz municipal del PP (la única oposición), dice de Luis Calvo que "es un dictador" que "ha engañado al pueblo con sus promesas inasumibles, como construir una piscina climatizada". "Es un fenómeno populista, total y absolutamente; incluso diría que es peligroso", avisa. "Hasta que este alcalde llegó al poder, éramos un pueblo armónico. En los plenos, debatíamos, pero después los concejales del PP, del PSOE y del BNG nos sentábamos aquí juntos a tomar cañas. Ahora, hay mucha división social", se lamenta Seijas.
"Hace dos años y medio", continúa Seijas, "llegó este señor fomentando el odio y los rencores con mentiras, provocando confrontación entre vecinos haciéndoles tener una idea del anterior gobierno que no era real. Los vecinos andan ahora por bandos". La dirigente local del PP admite que su partido, el único que los lugareños conocían gobernando en el Concello desde las primeras elecciones libres de 1979, ha cometido errores en tanto tiempo, pero niega que hubiera generado una "dictadura" familiar, como denunció Calvo para movilizar al electorado en 2019.
Es verdad que al antiguo alcalde del PP Manuel Costa lo sucedió su yerno Ramiro Varela, un relevo que daba alas a las sospechas de nepotismo, pero Carmen Seijas recalca que "no fue una elección a dedo del suegro, sino que hubo una asamblea y los afiliados lo eligieron a él". O sea, que fue un ejercicio de democracia interna y no un chanchullo para mantener el poder en la familia política.
La opositora argumenta que quien en realidad ha instaurado una "dictadura" es el nuevo alcalde liberador. "Me ha expulsado cuatro veces de los plenos. Sus actitudes rozan el machismo. Me dijo en un pleno que necesitaba medicación. No me deja hablar, me corta continuamente, aunque sea mi turno. Habla sólo él y no nos deja casi meter baza. Un compañero de mi grupo le dijo que si era un monólogo, y se pensó que era un insulto: '¿Me está llamando monólogo?'".
Carmen Seijas pone más ejemplos para retratar a Calvo como un cacique, un déspota. "En las fiestas de junio de 2020, repartió mascarillas en el bar de su hermana y llamó a la Guardia Civil para denunciar a los que estaban sin ella en el bar Central. Le salió el tiro por la culata, porque no era obligatoria aún. Dijo también que iba a traer dos estatuas de la Libertad como las de Nueva York. Hay nula transparencia y nada de democracia. Es una dictadura encubierta, porque no nos da la información a la que tenemos derecho para hacer oposición. No acata los requerimientos de la Valedora do Pobo [Defensora del Pueblo]. La última bufonada máxima ha sido lo de cambiar el día festivo. Una cacicada como las de Franco, que nos avergüenza".
La opositora Seijas denuncia: "La bufonada máxima ha sido lo de cambiar el festivo. Una cacicada de Franco"
La concelleira aporta en su listado acusatorio otro hecho: "Ha comprado chalecos y gorros con sus cargos impresos para el gobierno municipal, y se pone el suyo con su rótulo de 'Alcalde' como una demostración de poder, subido al tractor. Como si fuera el sheriff del condado. Es populismo. Va a muerte contra el que no le ha votado. Es un desastre su gestión. Mucha gente me reconoce que se arrepiente de haberlo votado. Estoy convencida de que es transitorio".
El alcalde 'suizo'
A Luis Calvo sus críticos lo acusan de ocultar un lado abusivo tras su buena cara, como el empresario al que interpreta Javier Bardem en la reciente película El buen patrón, la comedia negra laboral que dirige Fernando León de Aranoa. ¿Qué responde El buen alcalde patrón de Agolada? Pues que sus obras hablan por él. "A un vecino de la parroquia de Carmoega que vive en una casa aislada le hemos puesto luz pública, alcantarillado y contenedor, y le hemos arreglado la carretera. Me dijo llorando: 'Alcalde, sin pedírselo me ha hecho esto, y el de antes me decía: alúmbrate con un candil y una vela, y si no que te lo haga el Partido Socialista, que lo habéis votado toda la familia'".
Calvo ha visto que el periodista ha estado hablando con su bestia negra de la oposición en el bar de los otros. Le estrecha la mano en la plaza y lo invita a entrar al salón de plenos municipal, para ofrecer su versión. Es alto, corpulento, imponente. De pelo rubio y ojos azules, parece suizo, de la Suiza alemana, donde trabajó 24 años y de donde quiere importar el modelo de "puntualidad y eficacia" a su tierra natal. "Estamos convirtiendo Agolada en la Pequeña Suiza de Pontevedra", dice como sugerente eslogan.
No lleva puesto ahora el chaleco con el rótulo en la espalda de "ALCALDE", pero defiende que él, sus concejales y las trabajadoras de ayuda a domicilio lo usan en las horas de faena para "dar la cara" ante los vecinos y asumir sus funciones. En el PP, dice, "están rabiando de impotencia porque perdieron el poder. Se creían que eran los dueños del cortijo". Escucha en aparente calma las acusaciones que le traslada el visitante. "Me da la risa con eso [de que lo llamen populista]. Están muy dolidos y no nos pueden echar flores, porque el Ayuntamiento estaba parado cuando llegamos, y ahora estamos trabajando como nunca", replica.
Su historia personal es de hijo pródigo. Nació en una familia humilde de Agolada con doce vástagos, de los que viven diez, todos retornados. "Me quedé huérfano pronto. Mi padre, Jesús, murió a los 44 años de un enfisema pulmonar, por el tabaco. Mi madre, Aurelia, aún vive aquí, con 93 años. Mi hermana Hortensia fue la primera que emigró, primero a Andorra y de allí, a Suiza. A medida que cumplíamos 18, todos los hermanos nos íbamos con ella a trabajar. Mi madre siempre estuvo acá", recuerda. "Estudié hasta el graduado escolar y de niño trabajaba en lo que había, recogiendo estiércol, cortando madera, con los vecinos… En Suiza trabajé 24 años, en la construcción al principio y en telecomunicaciones el resto del tiempo".
Aprendió alemán viviendo en las localidades de Stans y Stansstad, situadas en el cantón de Nidwalden, en el centro de Suiza. Cuenta que hizo amigos suizos, pero que todo el tiempo estaba pensando en volver. De su añoranza da una medida: "Cuando en verano veníamos en coche a Agolada, tardábamos entre 18 y 21 horas. Al volver, eran entre 40 y 44 horas. La nostalgia nos devoraba por dentro", evoca con cierto dramatismo.
En 2013 se jubiló en Suiza por dolencias en los huesos y regresó a su patria chica. Sin otra ocupación a la vista, soltero y sin hijos, se concentró entonces en la misión de hacer algo grande por sus vecinos. Y no la había mayor que liquidar la "dictadura" del PP. Con unos amigos fundó el Partido Anticorrupción Nacional, al que tuvo que cambiarle la última palabra por Partido Anticorrupción y Justicia cuando el Ministerio del Interior le comunicó que ya había otro registrado. "Yo escribí y mandé los estatutos", puntualiza Luis Calvo.
Carrera del 'antipolítico'
Primero se presentó como candidato a presidente de la Xunta de Galicia, en las elecciones autonómicas de 2016, y quedó décimo con 2.425 votos. Después, fue por la Alcaldía y arrasó con mayoría absoluta. Asegura que no tiene referentes políticos, que no sigue ninguna línea ideológica. Pero menciona que le gusta el alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, uno de los más votados de España, al que ha conocido. También la cae bien su colega regidor de Orense, el polémico Gonzalo Pérez Jácome, que gobierna al frente de Democracia Ourensana junto al PP.
Calvo se define como un alcalde entregado al pueblo. E insiste, como si la palabra fuera un insulto, en que él no es un político, esos seres de los que abjura. "Estamos con la gente, no por encima de la gente. Somos un partido de justicia social. No creo en la derecha ni en la izquierda, eso es un engañapersonas. No creo en los políticos, suelen engañar a la gente. El PP y el PSOE tienen casos de corrupción y para mí son lo mismo. En Suiza no se menciona la política, allí se trabaja y el presidente va en tren a su despacho".
"Estamos con la gente. No creo en la derecha ni en la izquierda. No creo en los políticos, suelen engañar a la gente"
A la acusación contra él de nepotismo, responde que su hermano Jesús se ha colocado en el Concello limpiamente porque aprobó una convocatoria pública "como cualquier otro", y contraataca añadiendo que bajo el gobierno anterior había trabajando "doce miembros de la misma familia".
Niega que oculte los expedientes, pero acusa a sus rivales de querer frenarle su actividad con sus peticiones de información. "A la oposición le digo que se modere, que no grite en los plenos. Lo último que quiero es expulsarlos, pero es que se creen que aún mandan en el Ayuntamiento".
Regidores inhabilitados y aferrados al cargo
Luis Calvo sostiene que está limpiando el Ayuntamiento, pero la oposición cree que roza la ilegalidad y que se arriesga a futuras denuncias y procesos judiciales. Las condenas de inhabilitación especial para cargo público no son infrecuentes entre los alcaldes españoles, y por diferentes motivos. He aquí tres ejemplos:
- El Tribunal Supremo acaba de ratificar la sentencia que condena al exalcalde de Santa Cruz de Paniagua (Cáceres), Ángel Cervigón Mota, elegido en su día por el PSOE, a ocho años y medio de inhabilitación por contratar ilegalmente a sus hijos, a sus allegados y a su propia empresa de autobuses.
- Al alcalde de Nueva Carteya (Córdoba), Vicente Tapia, de Izquierda Unida, lo condenó en 2020 la Audiencia Provincial a 12 años de inhabilitación por prevaricación al desoír las denuncias de una familia por los ruidos de un hostal-restaurante. Tapia ha decidido aferrarse al cargo mientras el Tribunal Superior de Andalucía resuelve su recurso.
- En La Oliva, en la isla canaria de Fuerteventura, su alcalde, Domingo González Arroyo, se atrincheró en su despacho después de que lo inhabilitaran nueve años por autorizar una cantera ilegal. Cambió la llave del Consistorio para que no se celebrara el pleno para sustituirlo y hubo que enviar a la Policía Local para desalojarlo, el 30 de diciembre de 2015. Había sido alcalde 26 años con el Partido Popular y el Partido Progresista Majorero. Hoy, la alcaldesa de La Oliva es su hija Pilar.
Sobre si se siente identificado con Jesús Gil o algún otro líder outsider que se haya presentado en España como alternativa a los partidos establecidos, Luis Calvo contesta con cuidado que no tiene nada que ver con el difunto empresario inmobiliario y presidente del Atlético de Madrid: "Era un medio bandido, un soñador. Lo pararon a tiempo, porque no puede ser lo que pasó en Marbella. Ante la mínima sospecha de corrupción, yo mismo llamaré a la Guardia Civil".
¿Es un populista como Jesús Gil? Luis Calvo lo rechaza: "Era un medio bandido, un soñador. Lo pararon a tiempo".
Prefiere hablar de la cascada de obras públicas que ha acometido. De su despliegue de actividad, de la mañana a la noche. "Hay vecinos que me han llamado a las tres de la madrugada", se ríe. Va a todas las obras de caminos, aceras, desbroces, zanjas, senderos, lavaderos… A menudo, subido a uno de los tractores municipales, o al nuevo vehículo cortacésped que ha mandado comprar, o al coche oficial que ha adquirido para ir a cada rincón de aldeas y caseríos. "Con el anterior gobierno, había vecinos aislados que pedían ayuda, y el alcalde decía: 'Es que me queda muy a desmano'. Pero a mí no me queda nada a desmano. Están todos muy contentos y notan que Agolada revive".
En un paseo, enseña el mayor atractivo del pueblo, la arquitectura popular del antiguo mercado cubierto del siglo XVIII, formado por casitas con soportales llamadas pendellos, y va mostrando las que (dice en primera persona) "he comprado" como alcalde para restaurarlas, las ventanas antes rotas que ha arreglado, las banderas antes deshilachadas del Concello que ha repuesto, las vigas mal puestas que ha recolocado, los solares donde piensa construir.
Destaca que ha resuelto favorablemente más de doscientas licencias de obras de vecinos que estaban pendientes cuando llegó a la Alcaldía. Si son legales, dice, por qué esperar. Por donde va, detecta desperfectos que arreglar, futuras construcciones que levantar, como la cubierta para climatizar una piscina existente al aire libre, de forma que se use todo el año. Hasta hace una foto con el móvil a dos inofensivas piedras caídas en la acera, para avisar de que las quiten. No para.
En la plaza, o en la travesía de la carretera nacional N-640, va saludando a todo el mundo, en gallego o castellano. Se interesa por la salud de un hombre con muletas y se va a una reunión en el bar de su hermana con un grupo de mujeres. "Van a montar el AMPA del colegio. Voy a ayudarlas".
Perdonó al vecino que atentó contra él
Atropello. El alcalde, personalista y algo megalómano según sus detractores, ha dado también una muestra de magnanimidad. En septiembre de 2019, un vecino, borracho, intentó atropellarlo con su coche, y él escapó ileso. El agresor volvió una hora después y empotró su vehículo contra el del alcalde. En el juicio, en abril de 2021, el acusado aceptó una pena de cinco años de cárcel por atentado y otros delitos, castigo menor que los siete años y tres meses que pedía la Fiscalía. Como estaba en tratamiento por su alcoholemia, no ingresó en prisión. El agredido declaró que lo perdonaba y que renunciaba a cobrar ninguna indemnización porque el seguro ya se había hecho cargo de los 2.500 euros de los daños de su coche.
Despoblación y envejecimiento
¿Liberador o autócrata? ¿Quién tiene razón? Tras despedirnos de Luis Calvo, nos encontramos con una vecina que hace un análisis ecuánime de la situación, a condición de mantenerse en el anonimato. Agolada tenía 7.003 habitantes en el año 1950 y ahora ha encogido hasta 2.304. La población está envejecida: el 40 por ciento tiene 65 años o más (936 vecinos). Vieron apagarse la actividad a medida que los jóvenes se iban a las ciudades. La derecha gobernaba por inercia. Los comprometidos vecinos que hacían oposición como concejales del Partido Socialista, el Bloque Nacionalista Galego y la plataforma independiente Vecinhos por Agolada se cansaron, dice, ante la imposibilidad de desbancar al PP, y en 2019 no presentaron candidaturas.
En ese contexto, Luis Calvo y su Partido Anticorrupción aprovecharon el espacio vacío, aglutinaron el voto de descontento y de ganas de cambio, como única candidatura frente a la de los populares. Y ganaron. "Yo le voté, y le votaré otra vez en las próximas elecciones, porque es verdad que está haciendo muchas cosas y ha sido un revulsivo. La gente le pide cosas y él las hace. Tiene don de gentes, es cercano", cuenta la informante antes de conceder: "Pero es verdad que le pierden las formas y que es un poco dictador en los plenos. Tiene que ser lo que él diga. Y hay un ambiente muy tenso en el pueblo".
El buen alcalde anuncia que no se conforma con Agolada. Quiere que su feudo sea el epicentro de una onda expansiva que vaya conquistando el territorio alrededor, empezando por la vecina Lalín, capital de la comarca del río Deza, donde en 2019 su lista no sacó ningún concejal. Su partido se volverá a presentar también a las elecciones de la Xunta, aunque dice que aún deben decidir quién será el candidato, si él u otro. En todo caso, "el 26 de mayo de 2023 será festivo", asegura. Dos días después de su Fiesta de la Liberación, el pueblo decidirá en las urnas el destino de Luis Calvo, el emigrante retornado. O le prolonga cuatro años el sueño de su Pequeña Suiza… O le quita su chaleco de Alcalde.