Hace meses que los amigos de Maite Hernández (1966), alta directiva de Pfizer, han dejado de preguntarle eso de "¿cómo se pronuncia el nombre de tu empresa?" Cada vez que salía una imagen de la farmacéutica en los informativos "me escribían un mensaje", cuenta ahora a EL ESPAÑOL | Porfolio.
La pregunta se la han hecho a Maite y prácticamente al resto de los 78.500 empleados de Pfizer en el mundo. Todos ellos se han sentido, en palabras del mismo director general de la firma, Albert Bourla (Tesalónica, Grecia, 1961), como "celebrities".
No es la primera vez: en 1998, con el lanzamiento de la Viagra, la revolucionaria y por ello famosísima pastilla contra los problemas de erección, Pfizer ya degustó las mieles de la fama.
Entonces, la Viagra creó un concepto con vida propia: la pastilla azul. El dibujo de una píldora de ese color fue durante años el logo de la farmacéutica. Hoy juega con una hélice, como un vector, en dos tonos de azul, en lo que representa la investigación científica.
Este 2021, Pfizer, con 172 años de historia a sus espaldas, ha estampado otra estrella en el paseo de la fama social. Su vacuna fue la primera en ser aprobada e inyectarse contra la Covid-19, es la preferida de los españoles -de haber podido el 83% la hubiera elegido, según una encuesta de Appinio- y ha hecho que la firma se sitúe este año en el olimpo de las marcas más conocidas del mundo.
Más aún: su tercera dosis no será sólo para los ya inoculados con Pfizer. También, probablemente, para quienes recibieron pinchazos de otras marcas. Les pondrán Comirnaty. ¿Les suena? No, no encontrarán a mucha gente en España que se refiera así a ella: es, simplemente, el nombre técnico de la vacuna de Pfizer. Y en la calle hay quien la llama "la vacuna buena".
No podía soñar con mejor calificativo el director general de Pfizer, Albert Bourla, el día que le comunicaron, de forma confidencialísima, que la vacuna de la casa había demostrado un 95% de eficacia.
Sólo lo sabía un puñado de directivos y él quería contárselo a su hijo de 20 años. Tuvo que consultar a los servicios jurídicos para poder hacerlo, según ha confesado.
Una vez que el secreto se hizo público llegó esa celebridad de la que habla el primer directivo. Los empleados de Pfizer son, dice, "bienvenidos allá donde van". Y eso, añade, "es algo que no se puede pagar con dinero".
Aunque seguro que lo económico ayuda a la alegría de una compañía que en 2020 facturó 41.900 millones de dólares. Solo en el primer semestre de este 2021 su facturación ha ascendido a 33.559 millones, un 68% más que el año pasado. Los beneficios aumentaron más del 50%.
La mayoría de expertos de la FDA, Agencia del Medicamento de EEUU, ha votado a favor de la vacunación a niños de 5 a 12 años con Pfizer
Las previsiones de crecimiento se mantienen teniendo en cuenta la reciente autorización de la tercera dosis tanto en Europa como en EE. UU. Allí, la mayoría de expertos de Agencia del Medicamento, la FDA, ya ha votado a favor de recomendar la vacunación con Pfizer a niños de 5 a 12 años. A unos 17 euros por dosis, según un análisis publicado en Financial Times, ya que Pfizer no ha dado precios, la mejora en las cuentas es evidente.
Miles de cartas
El CEO de Pfizer asegura que últimamente tiene el buzón, tanto físico como online, repleto de cartas de agradecimiento por la vacuna. Desde hace 23 años, aunque más desde la intimidad, millones de hombres -y mujeres- también agradecen a la farmacéutica la invención de la pastilla azul.
Entre ellos, Antonio (55 años), residente en Vallecas, Madrid. Hace cinco años su relación de pareja no pasaba por su mejor momento. El sexo lo había complicado todo. La Viagra logró mejorar la situación. Hoy es, podría decirse, un fan de Pfizer. Así que claro que se alegró cuando le tocó, precisamente, la llamada vacuna buena.
De origen español
Este último hijo de Pfizer ha llevado a la farmacéutica a pulverizar el sueño -montar una empresa química- de los fundadores de la firma en el Brooklyn neoyorquino. Eran Charles Pfizer, aprendiz de boticario, y Charles Erhart, pastelero. Primos. Dos jóvenes que emigraron al Nueva York de 1849 en busca de una vida mejor.
Como tuvo que emigrar la familia de Bourla, hace 500 años, de la España que expulsaba a los judíos. El CEO de Pfizer es sefardí: descendiente de judíos que salieron de España en 1492.
La familia mantuvo sus raíces, aunque un segundo trauma familiar cobra más protagonismo en la historia personal de Bourla: sus dos familias, materna y paterna, fueron diezmadas por el holocausto nazi que exterminó a los judíos de su ciudad en Grecia.
Él lleva con orgullo sus orígenes griegos -acaba de inaugurar un centro de investigación de Pfizer en su Tesalónica natal- y está casado también con una sefardí.
La familia de su suegro, que habla español antiguo, conservó durante siglos la llave de la casa de Gerona de la que se vieron obligados a huir. Isaak Alchanatis, que así se llama, acaba de recibir la tercera dosis de la vacuna. Pfizer, por supuesto.
Lombrices y alcanfor
Volvemos al Nueva York de 1849. Con un préstamo del padre, el hijo y el primo montaron su primer negocio en un edificio de ladrillos rojos. Su primer medicamento fue un remedio contra las lombrices estomacales. El Santonin, que al principio sabía a rayos. Hasta que decidieron darle un sabor a caramelo.
En la sociedad de los primos, Charles Pfizer era el que tenía más dotes de liderazgo. No le faltaba tampoco capacidad de trabajo: Pfizer comenzó repartiendo sus productos casa por casa, a pie primero y en carruaje después.
Los socios tenían un lema que estampaban en sus productos: "Calidad Pfizer". El negocio avanzaba bien: en 1878 la empresa se trasladó a Wall Street. Allí tuvieron uno de los primeros teléfonos de Nueva York.
Pfizer no olvidó sus orígenes alemanes y abrió mercado con Europa, donde fue líder en la fabricación y comercio de alcanfor. Amante de la ópera, tras fallecer su socio, compró su parte a sus herederos.
El pequeño de sus hijos varones, Emile, sería el último Pfizer en presidir una compañía que hoy cuenta con más de 78.000 empleados en todo el mundo y ofrece solución farmacológica a infinidad de problemas y patologías.
En España, con 1.100 empleados capitaneados por Sergio Rodríguez, su vademécum incluye 130 medicamentos. Desde tranquilizantes como Orfidal a tratamientos contra el cáncer de mama como Ibrance y, por supuesto, la vacuna contra el Covid. Trankimazin, Cardyl contra el colesterol y Viagra, desde finales de 2020, se comercializan a través de Viatris, una nueva firma nacida de la fusión de una filial de Pfizer con Mylan.
Pero entre los hits de Pfizer, ¿cuáles son los realmente valiosos farmacológicamente? Responde Antonio Ramos Carrillo, doctor y profesor de Historia de la Farmacia en la Universidad de Sevilla.
Habla de dos momentos destacados en la de Pfizer, ambos marcados por alianzas y por su capacidad de producción. El primero, en 1936. Entonces aún no era una empresa química muy grande, "pero fue capaz de producir vitamina C usando la tecnología de la fermentación, mostrándose líder en dicha técnica y llegando a producir cantidades industriales".
Tan sólo unos años después, con Europa inmersa en la II Guerra Mundial, "Florey [redescubridor de la penicilina tras Fleming] en Oxford, no podía producir cantidades suficientes de penicilina y los ingleses tuvieron que ceder sus resultados a Estados Unidos y, seguidamente, a Pfizer, debido a su experiencia tecnológica".
La penicilina
"Los conocimientos en la tecnología de la fermentación serían clave para la fabricación por Pfizer de penicilina para tratar a los soldados aliados en la II Guerra Mundial e, incluso más allá de eso, convertirse en productor mundial de este antibiótico". Precisamente, éste sería, "definitivamente, el elemento más destacado de la historia de Pfizer", concluye el profesor Ramos Carrillo.
De alguna forma, este 2021 la historia se repite. De nuevo, una alianza. Coincide el profesor con su colega Manuel Peinado, de la Universidad de Alcalá: "La contribución de Pfizer a la pandemia Covid-19 con su vacuna presenta un paralelismo con lo relatado sobre la penicilina, pues Ugur Sahin y Özlem Türeci [de BioNTech], dos alemanes de origen turco investigadores de esta vacuna, viendo las pocas posibilidades propias de las que disponía su empresa, también se aliaron con el laboratorio estadounidense Pfizer".
Y así, Pfizer ha ganado, junto a BioNTech, la carrera a los otros laboratorios. Y eso repercute en la marca. No hay más que ver los rankings.
La lista Forbes
En España, Pfizer es este 2021 la marca farmacéutica mejor valorada según el Monitor de Reputación Sanitaria (MRS). Aparece en el número 10 de las empresas más innovadoras para la consultora Boston Consulting Group. Hablamos de una lista que lideran empresas tecnológicas como Apple y Amazon y que, según la consultora, es también un termómetro de la rentabilidad de sus accionistas.
La empresa mejor valorada según el ranking de los ranking, el Forbes Global -que combina valor de mercado y ventas- es china. El top 1 pertenece a ICBC (Banco Industrial Comercial de China). Le siguen los obvios: Apple, Amazon… Y este 2021, en el nada desdeñable puesto 58 aparece Pfizer: supera a históricas como Pepsi y se sitúa justo por delante de tecnológicas como IBM.
Enfrente del cuartel general de IBM en Madrid se encuentra la farmacia de Carmen Torres (1964). En el despacho, como una especie de confesionario sanitario, los clientes comentan sus chascarrillos. "A ti, ¿qué vacuna te ha tocado? ¿La buena?". La pregunta se ha repetido una y otra vez. La buena, explica la farmacéutica Torres, es como llaman algunos de sus clientes a la de Pfizer.
Ella no necesita encuestas. "Si hubiéramos vacunado en las farmacias, claro que la más demandada hubiera sido Pfizer". De hecho, hay quien ha intentado elegir. "En los grupos de WhatsApp la gente preguntaba: '¿sabes qué vacuna se está poniendo hoy en el Zendal o en el WiZink Center center?", cuenta. Todo para conseguir el pinchazo preferido.
Todas las vacunas, buenas
Recuerda la boticaria que las cuatro aprobadas son cuatro vacunas con buenas coberturas e incide en que "Pfizer no ha hecho ninguna campaña". Efectivamente, no se han hecho campañas directas de marketing. Pero es que, para empezar, la vacuna no puede comprarse libremente, sino que es algo que hacen los estados.
Ahora bien, durante la carrera por la vacuna, la de Pfizer fue la primera en aprobarse. Punto a su favor. Durante las primeras fases de vacunación, la de Astra Zeneca llegó a paralizarse en España. Punto a favor de Pfizer.
Pero ¿y la de Moderna? Tiene un porcentaje, aunque mínimo, más alto de protección y es del mismo tipo (ARN Mensajero), recuerda la farmacéutica. "Yo nunca había escuchado esa marca", nos confiesa Antonio, nuestro hombre de la Viagra. Aunque no es su nombre real. Prefiere no darlo, como la inmensa mayoría de quienes toman la pastilla azul.
Una cosa es tomarla y otra reconocerlo en público. Sí lo hizo, hace ya más de 20 años, Francisco Umbral. Lo contó en su libro Historias de amor y Viagra. Claro que el escritor y columnista le puso literatura al relato. Por cierto, si lo buscan verán como baila el género -del libro-: en algunos sitios lo encontrarán en novela psicológica y en otros en novela erótica.
La llegada de la Viagra al mercado generó mucha literatura y mucha expectación social. Como la píldora anticonceptiva de la mujer, tuvo otros efectos más profundos en la sociedad.
En España, fue todo un fenómeno social, como se confirmó en 2007. Ese año, The New York Times publicó en inglés un reportaje dedicado al fenómeno en nuestro país, con el clarividente título España dice adiós a la siesta y hola a la Viagra.
Contaba que en Madrid un hombre se había presentado en una farmacia con una pistola simulada pidiendo varias cajas de la píldora azul y que días más tarde, el atracador había vuelto al lugar con varios ramos de flores en señal de agradecimiento.
En ese reportaje del diario estadounidense se entrevistaba al doctor Eldiberto Fernández, prestigioso urólogo y hoy médico adjunto del Servicio de Urologia del hospital Ramon y Cajal y Jefe Clinico del hospital San Rafael. Especializado en disfunción eréctil, explicaba cómo su consulta había cambiado con la aparición de la Viagra. En aquellos años, una caja de 8 pastillas costaba el equivalente en euros a 104 dólares.
Pinchar el pene
El también urólogo François Peinado (1964), cirujano y jefe del Servicio de Urología del Hospital Ruber Juan Bravo, confirma lo que relataba el rotativo líder de EEUU. "Supuso una revolución, un antes y un después", confirma. "Hasta que no se descubrió, poco se podía hacer contra la disfunción eréctil". Aunque cosas se hacían: "Había tratamientos en los que se llegaba a pinchar el pene", recuerda.
Si le hubieran dicho cuando estudiaba la carrera que un medicamento iba a acabar de forma generalizada con la disfunción eréctil, no lo habría creído. "Hubiera pensado que era un milagro".
Pero pasó. De hecho, pasó por error, puesto que se investigaba otro fármaco. La corrección de la disfunción era un efecto secundario. El caso es que con el sildenafilo -su principio activo- ha mejorado la vida sexual de millones de hombres en todo el mundo.
Durante años, también lo hicieron las arcas de Pfizer. En 2012, último ejercicio antes de que expirase la patente -por la que luchó en los tribunales-, ingresó sólo por este medicamento 2.000 millones de dólares [1.700 millones de euros], según la web Statista. Después, caería hasta no superar los 500 [432].
Hoy los genéricos copan el mercado. El legal. Porque las falsificaciones y el estraperlo son otra historia. De hecho, en algunas zonas de marcha se ofrece junto a estupefacientes. Es el uso recreativo -e ilegal- de un medicamento que, en España, sólo se vende con receta.
60 € por caja
Con ella, en algunas farmacias, ya es difícil encontrar la misma Viagra. El precio es clave. Viagra de 50MG, caja de 4 comprimidos: 58,85 euros. Sildenafilo Mylan, 4 comprimidos de 50MG: 14 euros. Aunque Antonio sigue prefiriendo la original. Dice que el resultado es mejor.
El doctor Peinado, asegura, tiene hoy pacientes de 80 años con una vida sexual activa. Pero no solo mayores. La pastilla también ayuda a los jóvenes a mantener a raya inseguridades.
"La Viagra fue una revolución, un antes y un después: antes poco se podía hacer contra la disfunción eréctil"
Seguridad mental y física, porque Peinado incide en que la Viagra lo es: "Si un hombre puede subir dos pisos andando, puede tomarla". Y de hecho, es partidario de que, como en Reino Unido, se pueda comprar sin receta.
En su defensa del medicamento, habla de otra revolución paralela. El especialista explica que muchos hombres, a partir de los 40, sufren disfunción eréctil y antes, al no haber un tratamiento, se resignaban y ni siquiera iban al médico. "La disfunción eréctil es un predictor de problemas vasculares, es como la punta del iceberg: nos sirve para diagnosticar otros problemas, como diabetes, colesterol alto…".
Cáncer de próstata
Aún así, insiste en que falta mucho trabajo para concienciar a los hombres de que deben cuidarse más y visitar más al médico. "A mis alumnos les pregunto: ¿qué hay más: cáncer de mama o de próstata?". Todos contestan de mama. Y él les corrige: "Más de próstata".
Continúa: "Vivimos menos porque nos cuidamos menos, el hombre todavía es muy reticente a acudir a revisiones periódicas, algo que las mujeres, con la visita anual al ginecólogo, tienen más asumido". El urólogo insiste: "Tenemos que hablar más de la salud de los hombres".
El propio Antonio, paciente del doctor Peinado, reconoce eso de que sería mejor hablar más de algunos temas. "A ver si nos quitamos los tabús", se dice casi a sí mismo, mientras reconoce que no, que no, que no ha comentado lo de Viagra con sus amigos. De hecho, ni siquiera él va a comprarla. "El doctor me hace varias recetas y la compra mi mujer".
Las mujeres también tienen recuerdo de marca por la Viagra. Aunque el momento cresta de la ola que vive Pfizer es por la vacuna. Y lo es porque la ola es transversal: su penetración en la sociedad es alta porque afecta a una amplia mayoría de la misma. La vacuna incumbe a más colectivos, por edad y género, que la propia Viagra. Pero atención: puede ser solo coyuntural.
"Si preguntamos en la calle por farmacéuticas, escucharemos Pfizer y quizá, entre los más adultos, Bayern"
Lo explica Àlex Miquel (1969), de Opisso Studio, firma especializada en posicionamiento de marca. "Si preguntamos en la calle hoy por laboratorios farmacéuticos escucharemos Pfizer y quizá, entre los más adultos, Bayer". Pues primera diferencia: "Encontraríamos a quien recordara que el logo de Bayer es una cruz, pero difícilmente a alguien que conozca el logo de Pfizer".
Recuerdo oral
El recuerdo de Pfizer, ahora mismo, "es sólo oral". La gente, explica el experto, recuerda la marca de varias formas: oral, visual y musical -con sintonías asociadas a la marca, como suele hacer Coca-Cola-. Cada empresa trabaja lo que decide. "Bayer apostó porque se identificara Aspirina con el laboratorio, el producto con la marca", recuerda Miquel.
No ocurre lo mismo con Pfizer. De hecho, ya no ocurrió con Viagra. Por ejemplo, en la farmacia, explica Carmen Torres, poca gente se fija en si los medicamentos que toman son de Pfizer.
El camino elegido por Pfizer es dar vida independiente a cada producto, sin vender el laboratorio. Sirve, por ejemplo, para que cuando un producto patina no se contamine la marca. Ejemplo: hace un mes se ha retirado del mercado un medicamento contra el tabaquismo de Pfizer: el Champix, uno de sus productos más vendidos. "Esa separación es positiva cuando existe un efecto negativo", explica Àlex Miquel.
Según Brand Finance España, la marca Pfizer se ha revalorizado un 6% este año. Pero Miquel reincide en lo coyuntural de su fama. El término preciso es "popularidad", algo que también hay que vigilar. En el ahora y en el mañana.
La reputación, clave
Aunque Pfizer se codee en los rankings con grandes firmas mundiales, no puede compararse con algunos niveles reputacionales ya asentados por marcas que generan fans en masa. La consultora británica KE calculó, hace casi una década, que si Apple abriera un banco, tendría casi 40 millones de clientes ipso facto.
No es fácil el símil paralelo con Pfizer. Para empezar, sus productos: no tomamos medicamentos, ni nos pinchamos vacunas por placer. Pero además, la mera relación de la sociedad con las farmacéuticas es especial: "Pasa como con los bancos, siempre tienen detractores".
Si Pfizer, por ejemplo, montara una cadena de hospitales, podría despertar suspicacias. O lo que llama Miquel, el efecto Star Wars: "En estos casos, cualquier fuerza positiva genera una fuerza negativa y tendría más detractores diciendo que quiere acaparar más". Es el precio de la celebridad.