No obstante, en 2008 el prestigioso forense chileno Luis Ravanal publicó un estudio científico en el que señalaba algunas incoherencias en la autopsia de 1973 y dejaba abierta la posibilidad de que Allende hubiera sido asesinado por los militares o asistido en un suicidio fallido. En su trabajo, aseguraba que no hubo un único disparo, sino dos. Dos detonaciones de dos armas distintas. O lo que es lo mismo: más de una persona implicada. Hoy por hoy, Ravanal sigue defendiendo su teoría, a la que dice haber incorporado nuevas pruebas recientemente.
Las dudas de ese informe eran lo suficientemente razonables como para que en 2011 el juez chileno Mario Carroza —que entonces investigaba más de 700 casos de personas muertas o desaparecidas durante el golpe de Estado de Pinochet— ordenase la exhumación del cuerpo de Allende para aclarar de una vez por todas lo sucedido. De examinar los restos se encargó un equipo internacional de forenses formado por miembros del Servicio Médico Legal de Chile y varios extranjeros. Entre estos últimos se encontraba el reconocido forense español Francisco Etxeberria, quien ratifica a EL ESPAÑOL que "tras la revisión, discusión y análisis se pudo confirmar la idea de que la muerte de Allende fue un suicidio".
Ahora bien, el experto explica que cuando se redactaron las conclusiones se optó por matizar que, aunque la "forma medicolegal de la muerte" fue un suicidio, éste tuvo lugar "en el contexto de los hechos acaecidos a lo largo de la mañana del 11 de septiembre de 1973". Según Etxeberria, les pareció importante matizar que si Allende se había quitado la vida no era "porque tenía una depresión", sino porque durante el levantamiento militar "se dio cuenta de que estaba siendo abandonado por todo el mundo y tomó esa decisión". "Alguien dijo que el único refugio que le quedó esa mañana fue su propio suicidio y eso no es menos heroico que el hecho de que lo hubieran matado", opina el forense.
El periodista e historiador Mario Amorós, que acaba de publicar Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana (editado por Capitán Swing), una extensa biografía revisada y actualizada del que fue presidente chileno, comparte la teoría del suicidio confirmada en 2011. "Para mí no hay debate", dice el investigador. Sin embargo, discrepa sobre la soledad de Allende en sus últimas horas. "No estaba solo; ni la izquierda ni una amplia parte de la sociedad chilena le abandonaron", sostiene. Además, recuerda, durante el golpe, estuvo acompañado de un amplio grupo de colaboradores a quienes pidió que enarbolaran una bandera blanca, abandonaran el edificio y se entregaran antes de que los militares irrumpieran en el palacio.
Él ya había avisado durante un último y conmovedor discurso radiofónico que no iba a rendirse. "Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo", aseguró. Luego, renunció a ser evacuado del lugar. "Allende tuvo el gesto y la inteligencia de convertir su muerte en un acto político con el que condenaba para siempre a Pinochet ante la humanidad", indica el periodista en su conversación con EL ESPAÑOL.
Precisamente, del grupo de allegados que le acompañaban se desprende una de las principales pruebas no materiales que sostienen la idea del suicidio. Se trata del testimonio de uno de sus médicos personales, el doctor Patricio Guijón, quien relató que mientras sus compañeros salían de la sede del Gobierno chileno, él decidió regresar al Salón Independencia —donde se encontraba Allende— y vio cómo "sentado en un sofá con una metralleta en sus manos, disparó, saliendo eyectada parte de su cráneo y masa encefálica", según la declaración judicial recogida por Amorós en su libro.
Versión no oficial: asesinato
Ante semejante testimonio, cabe preguntarse qué es lo que vio el doctor Luis Ravanal en la autopsia de 1973 que le llevó a contradecir una tesis aparentemente irrefutable y defender que a Allende primero le dispararon en la cara con un revólver y luego apretaron el gatillo del fusil militar que hizo estallar el cráneo.
Según explica el forense chileno a este periódico, lo primero que le llamó la atención fue la descripción de la trayectoria de la bala, que entra por la región del mentón y sale por la parte alta posterior izquierda del cráneo. "Cualquier bala tiene un recorrido lineal, por lo que es imposible que una sola bala se hubiese desviado de esa manera", señala el experto, que recuerda que se encontraron dos impactos de bala en la pared.
Además, en el primer análisis se habla de "un orificio irregular redondeado" en la parte de atrás de la cabeza, añade. Y eso, para Ravanal, sólo tiene una explicación: corresponde al disparo de un arma de bajo calibre (como una pistola), "porque una AK-47 no genera un orificio de salida, sino una explosión".
No obstante, si hay un punto de salida debe haber un punto de entrada, no identificado en el informe inicial. En este sentido, Ravanal asevera que hace 50 años sí se describieron lesiones en la zona de los ojos que "son concordantes con lo que puede ser un orificio de entrada" y donde "se encontraron restos de pólvora en la parte externa del hueso frontal", asegura.
Para comprobar su hipótesis, el médico chileno se fijó también en las fotografías en blanco y negro que se tomaron del cadáver de Allende en La Moneda. Descubrió que en el chaleco de rombos que el exmandatario llevaba bajo la chaqueta no había apenas restos de sangre. "Si hubiese estado sentado y se hubiese provocado el disparo en el mentón, por gravedad, instantáneamente, hubiese salido una cantidad masiva de sangre que habría ensuciado la ropa, al menos en la parte del cuello", matiza. Y concluye: "Es otro indicio que apunta a que se simuló el suicidio y que también va a presentarse como prueba en un nuevo recurso judicial para tratar de reabrir el caso".
Versión oficial: suicidio
A diferencia del trabajo que Ravanal publicó en 2008 y que ahora va a convertir en libro (Allende: autopsia de un crimen), la investigación de 2011 se elaboró a partir de un estudio directo de los huesos exhumados. "Además se nos autorizó el acceso a toda la documentación, incluida la que tenía la Fiscalía Militar del 73", explica el doctor Etxeberria, que fue miembro de la comisión internacional de peritos encargada del caso.
Tras el exhaustivo análisis de los restos, el equipo forense contrastó la teoría del asesinato, que presentaba "preguntas razonables", pero cuyas interpretaciones, al parecer, no eran exactas. "Es imposible que un disparo tenga una trayectoria no lineal al atravesar la cabeza, así que tiene razón cuando dice que el proyectil no puede entrar por el mentón y curvarse para salir por la parte posterior izquierda de la cabeza", expone Etxeberria. Aclara, sin embargo, que eso no justifica la existencia de una segunda arma.
"Cuando se realiza un disparo a cañón tocante, con el fusil militar en contacto con la piel, además de la lesión de la bala hay al mismo tiempo una lesión de la fuerza expansiva de los gases de la deflagración de la pólvora", detalla el experto. Se trata de una reacción que, vista a cámara lenta, sería como ver un globo a punto de estallar que luego vuelve a su posición original. Para el tanatólogo, es esa deformación temporal del cráneo "lo que explica la supuesta desviación de la bala". Por ello, Etxeberria concluye que no hay dos trayectorias de dos balas diferentes, ya que "toda la lesión se justifica por el impacto de una sola bala con el mismo recorrido y la fuerza de los gases que produce la combustión súbita del disparo".
Si Etxeberria habla de una sola bala no es porque desconozca la existencia de los dos agujeros en la pared. De hecho, afirma el forense español, "probablemente hubo dos balas". La explicación está, en este caso, en el estado en que encontraron el fusil AK-47 y que puede verse en las fotografías de hace medio siglo. Este tipo de armas tienen tres posiciones: seguro (que no permite disparar), ráfaga (que salen varias balas cada vez que se aprieta el gatillo) y tiro a tiro (una bala por cada disparo). "En las fotografías se puede ver cómo tiene puesto el modo ráfaga, por lo que seguramente cuando Allende apretó el gatillo salieron dos balas que recorren el mismo camino", detalla.
Esa no fue la única prueba hallada por los investigadores que ratifica la teoría del suicidio. "Los residuos del disparo están siempre en la parte interna del cráneo; si hubiera habido otro tiro se habrían impregnado las partes externas del hueso", precisa Etxeberria. Y asegura que hay una única herida de entrada "clara y limpia", y que las lesiones de los ojos que se describen en 1973 son desgarros producidos por el disparo del fusil de asalto.
Otra de las evidencias que ayudó al grupo de peritos internacional a descartar el homicidio fue la gran concentración de pólvora encontrada en los huesos de la mano izquierda. La mano con la que Salvador Allende sujetó la boca del fusil con el que puso fin a su vida. Eso es, al menos, lo que confirma la versión oficial y, por el momento, definitiva.
Para la elaboración de esta noticia se han consultado las siguientes fuentes: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Archivos de Chile (documentos cedidos), Salvador Allende. Biografía Política. Semblanza Humana (Mario Amorós, Capitan Swing, 2023), BBC (archivos de sonido de las cadenas radiales del golpe de Estado de 1973), Se abrirán las grandes alamedas (Salvador Allende, editado por Txalaparta, 2006), Allende (documental), informes periciales compartidos por el doctor Luis Ravanal, información compartida por el doctor Francisco Etxeberria, entrevista con el periodista e historiador Mario Amorós.