El número 25 es una cifra muy especial para cualquier matrimonio. En la actualidad pocas parejas pueden presumir de celebrar las llamadas bodas de plata. Si las cosas hubieran ido como la Infanta Cristina deseaba, el pasado 4 de octubre hubieran sido las suyas con su exmarido, Iñaki Urdangarin. Sin embargo, nada ha salido como ella esperaba y ahora se encuentra en un país extranjero, Suiza, adonde se mudó para proteger al exjugador de balonmano-, y con sus hijos y sus padres muy lejos.
Tampoco su hermana, la Infanta Elena, está para celebrar ningún aniversario. Hace unos días, tenía un encontronazo con una reportera durante un concurso hípico celebrado en Sevilla, dónde les aseguraba que ella ya estaba "acabada" para que la dejaran en paz.
Nadie hubiera podido imaginar esto hace quince años. Mientras que la actual Familia Real española, -los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía- vive uno de sus mejores momentos de popularidad, han sido varias portadas y muchos editoriales los que en estos días han alabado la labor del jefe del Estado cuando se cumple el quinto aniversario del referéndum ilegal en Cataluña y el ya famoso abrazo de Letizia a Paquita (la abuela que le pidió en mitad de un acto que la abrazara), los miembros que anteriormente ocupan Zarzuela viven su época más oscura y la situación actual de las dos hermanas de Felipe VI lo demuestra.
A pesar de que quedaba más de un año para la fecha señalada, la Infanta Cristina tenía ya en sus planes celebrar con una gran fiesta el 25 aniversario de su boda con Iñaki Urdangarin. Por entonces, para la hija menor de los reyes eméritos solo estaba en su cabeza la idea de recuperar su vida junto al que entonces seguía siendo su marido. Habían pasado los peores momentos de aquello que ambos no dudan en calificar como su peor pesadilla y la idea era celebrarlo por todo lo alto. Para ella, cosa que no tanto para el ex duque de Palma como se ha podido ver después, estaba claro que cuando obtuviera, por parte de las autoridades penitenciarias, el tercer grado, él se volvería a Ginebra para retomar la vida que la condena por el caso Noos había roto en pedazos.
Todo esto sumado a sus dos décadas y media juntos, eran razones suficientes para hacer una gran celebración. La Infanta Cristina quería invitar a toda su familia y a sus amigos para festejar que todo parecía haber terminado, pero nada más lejos de la realidad, tras despertase de un mal sueño, ella ha entrado en otro: la infidelidad por parte de su marido y la humillación pública de que todo un país se entere de ello por medio de una revista del corazón.
En su lista de invitados había unas cien personas para estar a su lado en ese momento. "Eso te da una idea del conocimiento que doña Cristina tenía sobre las intenciones de su marido. Nunca imaginó que después de todo lo que habían pasado, el desenlace iba a ser este. Ahora las cosas empiezan a encajar, muchas piezas que quedaban sueltas en el pasado ya sabes dónde había que colocarlas…", cuenta a EL ESPAÑOL | Porfolio una amiga íntima de la hija menor de doña Sofía.
Los exduques de Palma de Mallorca vendieron al mundo entero en abril de 2009 que su mudanza a Washington D.C., se debía a una gran oportunidad laboral que le había llegado a Iñaki Urdangarin por parte de Telefónica, una oferta que el vasco no podía rechazar. La imagen de la pareja de la mano paseando por delante del Congreso de los Estados Unidos fue portada de varios medios de comunicación españoles, como la viva imagen del matrimonio y familia perfecta.
Pocos sabían, en aquel momento, que se trataba de una huida hacia delante y que la marcha a tierras americanas se debía a una petición de Zarzuela para intentar retrasar la bomba que iba a explotar unos meses después. "Se pensó que estando lejos se iba a poder minimizar los daños de todo lo que estaba a punto de saltar. Sin embargo, es cierto que se pudo retrasar unos meses, pero no esconder, aquello no había quien lo escondiera", explica la misma persona, una de las pocas amistades que le quedan a la Infanta en territorio español.
Desde aquella imagen de familia feliz a la actualidad un huracán ha pasado por la vida de la Infanta, "pero, para ella, ni el juicio que la sentó en el banquillo ni la cárcel de Iñaki fueron peor que cuando el pasado mes de enero salieron las fotos de su marido con Ainhoa Armentia. Durante los últimos doce meses ha sido todo un infierno, aunque parece que ahora las cosas están más tranquilas", añade la misma fuente.
"Ni el juicio que la sentó en el banquillo ni la cárcel de Iñaki fueron peor que cuando salieron las fotos de su marido con Ainhoa Armentia"
El verano supuso un antes y un después para la exduquesa de Palma. Regresó a España para acudir a un homenaje que el Comité Olímpico Español dio a los deportistas españoles que acudieron a los Juegos Olímpicos de 1988 que se celebraron en Seúl, en los que ella fue la abanderada. "Doña Cristina se planteó los meses de calor tranquila y en paz. Tuvo una reunión con su hermano en el Palacio de Marivent, en Palma tras años de distanciamiento. Solo le queda esperar a que los trámites de divorcio con Iñaki comiencen", asegura esta persona de su círculo.
La Infanta Cristina ha encontrado en el trabajo su mejor refugio y mientras que pocos días antes de su aniversario de boda se encontraba en Mozambique, enviada por la Fundación La Caixa, en la fecha exacta, el 4 de octubre, estaba en Portugal de la mano de la Fundación Aga Khan.
"Por ahora doña Cristina se queda en Ginebra. Allí puede estar tranquila y un poco ajena a todos los cotilleos e informaciones que se dan sobre su familia y sobre todo de Iñaki y su nueva pareja. Aunque por edad Irene tendría que terminar este curso, tiene pinta, por como le va en el colegio, que va a hacer un año más en casa de su madre en Suiza, así que por ahora no se va a quedar sola. Madre e hija se mudaron hace ya casi año y medio, dejaron la casa de la Rue des Granges y ahora viven en una zona menos conocida que la prensa no tiene muy localizada", termina de contar la misma fuente.
Elena, "acabada"
La tranquilidad que tanto busca la Infanta Cristina es esa de la que estaba disfrutando su hermana la Infanta Elena hasta hace menos de un año. "Aunque para Vic (nombre con el que llaman a la hija menor de la duquesa de Lugo) aquella fiesta de esa revista de moda en Sevilla ha sido un antes y un después, está feliz en su trabajo de ‘influencer’ y ganando muchísimo dinero, lo cierto que para sus padres ha sido una vuelta al centro de la noticia, cosa que doña Elena lleva fatal", explica por su parte una compañera de trabajo de la hija mayor de los reyes eméritos en la Fundación Mapfre.
Los últimos doce meses tampoco han sido sencillos para la duquesa de Lugo. De hecho, su último momento para olvidar ocurrió hace una semana, cuando se reencontró en el cumpleaños de Ira de Furstenberg en el palacio de Liria con su exmarido, Jaime de Marichalar, y se ignoraron totalmente el uno al otro. No hubo ni un hola, ¿qué tal?. Frialdad absoluta entre ambos, relatan varios testigos que acudieron al evento en el que se dieron cita más de 300 personas entre famosos, aristócratas y gente de mucho dinero.
Centrada en su trabajo en la fundación, su afición a la hípica y sus amigos, la hermana mayor de Felipe VI solo tiene dos preocupaciones: sus hijos y su hermana. Froilán y Victoria Federica viven ya fuera de la casa de su madre, un piso enorme en el barrio del Niño Jesús que acaba de reformar entero en una obra que ha durado más de seis meses. Respecto a la Infanta Cristina, las dos hermanas estuvieron en la boda de la hija de unos amigos hace unas semanas también en Portugal.
Su relación sigue inquebrantable a pesar de todo lo que han vivido. Las dos hermanas siempre han sido el mejor apoyo, la una de la otra. "Siempre tendrán el ejemplo de su madre, doña Sofía y de su hermana, Irene de Grecia. Las dos han vivido de todo juntas y siguen así, como uña carne. Doña Cristina y doña Elena siempre dicen que son un ejemplo para todo, y puede que en esto también’ termina la misma amiga de la duquesa de Lugo.