Donald Trump en su último mitin de campaña.

Donald Trump en su último mitin de campaña. Reuters

Tribunas LA TRIBUNA

La 'sorpresa Trump' no es tanta sorpresa

No debemos confundir nuestros legítimos deseos de paz, prosperidad y libre comercio con la realidad del mundo de los próximos años. 

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Nunca se deben confundir los deseos con la realidad. Cuando se pierde el contacto con la realidad, no se toman las medidas necesarias para corregir los errores.

Eso le ha pasado al Partido Demócrata en estas elecciones.

Resumamos la situación. Donald Trump ya tiene los votos necesarios en el Colegio Electoral para ser elegido presidente de los Estados Unidos. De hecho, su mayoría será más amplia en el Colegio Electoral que hace ocho años.

Donald Trump junto a Melania Trump.

Donald Trump junto a Melania Trump. Reuters

Además, ha obtenido, al 85% del voto escrutado, cinco millones de votos más que Kamala Harris. Los republicanos han recuperado el control del Senado, con un mínimo de 51 senadores, y probablemente tengan también el control de la Cámara de Representantes, aunque esto sólo lo sabremos con certeza dentro de unos días.

Si el lector ha seguido la prensa europea, se habrá llevado una gran sorpresa, porque unos decían que Kamala iba a ganar, y la inmensa mayoría hablaban de las elecciones más reñidas de la historia.

Pero, es que ese era también el pronóstico de los analistas estadounidenses, desde Nate Silver a la famosa web fivethirtyeight.com.

¿Qué ha fallado?

Bastantes cosas. Pero la primera y más importante, que tanto el Partido Demócrata como muchos analistas han confundido sus deseos, y su desesperación porque no ganase Trump, con la realidad.

Joe Biden era demasiado mayor y no estaba en condiciones de salud para optar a un segundo mandato. Pero, como era el presidente, decidió concurrir, y en el Partido Demócrata no promovieron unas primarias abiertas.

Cuando, tras el debate con Trump, todos los estadounidenses vieron, en vivo y en directo, que no era precisamente una buena idea que Biden siguiese siendo presidente cuatro años más, la élite demócrata forzó un cambio de caballo. Entonces, Trump estaba disparado en las encuestas.

"Otro candidato demócrata se podía haber separado del legado de Biden, pero Harris, no. Al menos, lo tenía muchísimo más difícil. Y no pudo ni supo hacerlo"

Pero entronizar a Kamala Harris no fue una buena idea. La razón es que Harris ya había demostrado que no era una buena candidata.

Por una parte, porque cuatro años antes fue la primera candidata demócrata en tener que abandonar la carrera presidencial.

Pero, sobre todo, por una cuestión de sentido común.

Si el presidente no puede continuar en su cargo, hereda el cargo el vicepresidente. Si los estadounidenses hubiesen creído que Harris podría ser una presidenta adecuada, entonces Biden no se habría derrumbado en las encuestas.

Además, la inmensa mayoría de los estadounidenses no estaba satisfecha con el rumbo del país. Otro candidato demócrata se podía haber separado del legado de Biden, pero Harris, no. Al menos, lo tenía muchísimo más difícil. Y no pudo ni supo hacerlo.

Por mucho apoyo mediático y dinero que haya tenido Kamala Harris, hay un hecho muy complicado de superar. Kamala Harris era la primera candidata que no habían elegido los estadounidenses.

Trump, por supuesto, tiene muchos defectos, pero había ganado las primarias de su partido. Además, nos guste o no, es un animal político. Simplemente, su reacción instintiva ante el asesinato fallido, desafiar con el puño en alto, bastaba para ganar unas elecciones.

En los momentos de emergencia y crisis se demuestra el carácter. Y, a menudo, el carácter acaba siendo el destino.

Más allá del candidato, también hay razones de fondo para una victoria electoral republicana. Por una parte, los estadounidenses tenían una buena impresión del mandato de Trump hasta la pandemia y la desastrosa gestión que hizo de ella su administración.

Por supuesto, ni siquiera su propio partido, el Partido Republicano, entendió que Trump no aceptase el resultado electoral de 2020. Pero, se suele votar en función del pasado más reciente, y sobre la base de lo que se espera del futuro.

El grado de insatisfacción con la Administración Biden era muy elevado. Ha habido, por ejemplo, muchos perjudicados por la inflación en Estados Unidos.

Frente a esto, los años de Trump se recuerdan como años dorados en el terreno económico, al menos hasta la pandemia.

También se suele olvidar que Trump es el único presidente estadounidense que no ha iniciado una guerra en más de medio siglo. El panorama internacional era mucho mejor en 2019 que ahora.

"Cuando Obama abroncaba a los hombres de raza negra por ser machistas y no apoyar suficientemente a Kamala Harris, cualquier observador imparcial sabía que los demócratas iban a tener muchos problemas"

Es bastante probable que eso no sea mérito principal del presidente, pero muchos estadounidenses lo asocian con él. Y también han decidido borrar de su memoria, para bien o para mal, la Covid y sus efectos. Esto no sólo ha ocurrido en Estados Unidos.

Suelen olvidarse también otras dos cuestiones relevantes.

Por una parte, América es mucho más conservadora y religiosa que Europa. Y en esta cuestión, los estadounidenses han tenido que elegir entre un conservador y una representante del ala más progresista de los demócratas.

El mal resultado de Harris entre los latinos, e incluso entre los hombres negros, tiene su explicación. Cuando el expresidente Barack Obama abroncaba literalmente a los hombres de raza negra en un mitin por ser machistas y no apoyar suficientemente a Kamala Harris, cualquier observador imparcial intuía que los demócratas iban a tener muchos problemas.

Esta distorsión de la realidad también se pudo observar con las feroces críticas a un cómico que llamó basura a los puertorriqueños. Esto se atribuyó a Trump (que no lo dijo).

Sin embargo, cuando Biden llamó lo mismo, "basura", a todos los votantes de Trump, no recibió las mismas críticas. No es lo mismo, y los votantes no perciben igual, que los insultos los haga un cómico o que los haga el presidente de los Estados Unidos.

En general, no sólo blancos, sino muchos latinos, no están nada satisfechos con muchas políticas de la Administración Biden, que al fin y al cabo era un demócrata del ala más centrista.

La segunda cuestión son los intereses.

Un operario en Michigan está muy a favor de que los automóviles se construyan en Estados Unidos y no en México o China. Trump apostó por una política proteccionista y de elevación de aranceles, y lo hizo no sólo frente a los demócratas, sino también frente a su propio partido.

"Durante los próximos meses y años asistiremos a cambios en la política exterior estadounidense. Y esto nos afectará a los europeos"

Trump también apostó también por un control más férreo de la inmigración. Todo esto puede ser criticable, pero tiene sus beneficiarios. Por ejemplo, los inmigrantes que han llegado legalmente, que han adquirido la nacionalidad y que no quieren que sus salarios disminuyan o que aumente el precio de las casas con la llegada de más inmigrantes.

Y muchos de ellos, porque no está bien visto, hasta critican esta política. Pero luego votan según sus intereses, que no son los de las élites de California y Nueva York. Ni tampoco los de muchos europeos.

Durante los próximos meses y años asistiremos a cambios en la política exterior estadounidense. Esto nos afectará a los europeos, que seguimos siendo muy dependientes de los Estados Unidos en cuestiones de seguridad y defensa.

Es hora de replantearse el esfuerzo que hay que dedicar a estas cuestiones, que hasta ahora ha sido insuficiente. El mundo es más complejo y hostil que hace unos años, y deberíamos aprender la lección.

No debemos confundir nuestros legítimos deseos de paz, prosperidad y libre comercio con la realidad del mundo de los próximos años.

*** Francisco de la Torre Díaz es economista, inspector de Hacienda y exdiputado en el Congreso.