El trabajo de Starmer empieza hoy: demostrar credibilidad y generar optimismo
Pocos cataclismos políticos han sido tan dramáticamente anunciados. ¿Recuerdan a Rishi Sunak, líder del partido conservador y primer ministro británico, anunciando el adelanto electoral hace apenas mes y medio?
Empapado bajo la lluvia, cualquiera diría que asumiendo un fatal mandato bíblico con un dedo insondable señalando su cabeza, solo delante de la puerta sombría del 10 de Downing Street. "Estos tiempos inciertos exigen un plan claro y medidas audaces para trazar el rumbo hacia un futuro seguro. Debéis elegir en estas elecciones quién tiene ese plan", sentenció.
Y los británicos, hartos de histrionismo, marcados a fuego por el trauma del brexit, cansados del progresivo aislamiento y pérdida de influencia del país, de los recortes, de incompetencia y escándalos, han decidido con su voto dos cosas.
1. Quién no tiene ese plan, aniquilando al partido conservador, votando de la manera letal que propicia el sistema electoral británico.
2. Quién les sirve para convertir al país en un bastión, volviendo a un carril izquierdo que es más que nunca un carril central.
Los laboristas han logrado una aplastante mayoría absoluta y los conservadores han sufrido su peor derrota.
"Los casi diez millones de votos laboristas se han traducido en 410 escaños, mientras que los cerca de siete millones de votos conservadores sólo les han dado 119 asientos"
Para lo primero, acabar con catorce años de gobiernos conservadores populistas, a los votantes británicos les ha bastado con organizarse y dinamitar circunscripción a circunscripción las posibilidades de representación de los tories, dando una victoria histórica a los laboristas, imposible sin la determinación de los ciudadanos que sólo quieren "una economía y un gobierno más amable", como decía ayer una señora en la puerta de su centro de votación.
Los casi diez millones de votos laboristas se han traducido en 410 escaños, mientras que los cerca de siete millones de votos conservadores sólo les han dado 119 asientos.
Y atención, que el futuro se juega en los laterales. Los tres millones y medio de votos obtenidos por los liberales les han proporcionado 71 escaños, mientras que, con cuatro millones de votos, el retornado Farage consigue cuatro asientos.
La lucha interna por el alma y futuro del partido conservador (si es que existe) puede ser brutal.
Para lo segundo, recuperar algo de tranquilidad y de confianza en el futuro, los británicos simplemente han apostado por el cambio: el inteligente monotema del casi desconocido líder laborista. Cualquier cosa mejor que lo actual.
Keir Starmer (tecnocrático, afable, conciliador) no da miedo, no hace declaraciones controvertidas. Desactivó previamente la deriva extremista de Corbyn, que estaba acabando con su partido, y ahora ha podido atraer al votante conservador.
Y es con este nuevo liderazgo a la contra con el que Reino Unido puede, paradójicamente, recuperar su posición relevante y poner en práctica las políticas que el país necesita. Frente a un avance generalizado de la derecha en Europa, los británicos vuelven a la izquierda. Pero a una izquierda que, también a diferencia del resto, es mucho más centrada, por decisión propia.
Además, desecha toda sobreactuación y rechaza el populismo, la polarización y la política espectáculo.
'Ruthless' Starmer ha tenido la inteligencia de revestirse de los atributos que muchos votantes conservadores echaban de menos. Es un estilo de liderazgo muy interesante, porque reivindica la política de la seriedad tras la estridencia y la sobreactuación creciente de los sucesivos gobiernos tories.
¿Estamos ante una anomalía o se trata del arranque de una nueva tendencia?
"A Keir Starmer le ha bastado con no ser conservador ni parecer muy de izquierdas para hacerse con las riendas del gobierno del Reino Unido"
Pero Starmer no es Tony Blair. En la última victoria laborista en 1997 había optimismo y esperanza. Ahora, el cansancio, el hartazgo y el oscuro estado de ánimo de todo un país no van a proporcionar una luna de miel poselectoral a los laboristas.
A la pérdida de influencia y peso en el mundo se suma una clase media muy depauperada.
A Keir Starmer le ha bastado con no ser conservador ni parecer muy de izquierdas para hacerse con las riendas del gobierno del Reino Unido. Pero ahora tiene por delante una gran tarea. Debe demostrar credibilidad y generar optimismo.
De los laboristas se espera un cambio de políticas, sobre todo referidas a los servicios públicos esenciales (educación y sanidad), a la economía (industria y servicios) y a la inmigración. Sin descartar una nueva línea de acercamiento a la UE, especialmente en lo referido a la libertad de movimiento.
"Si a la UE le va bien, Reino Unido podría volver a entrar en unos cinco años. Pero sin privilegios", ha asegurado Timothy Garton-Ash.
Por el gran afecto que tengo por el Reino Unido, además de desearle el mayor de los aciertos, me voy a permitir dar mi humilde consejo al nuevo primer ministro británico: diga la verdad.
Hable de inmigración, hable de terrorismo, hable de la globalización. Hable de Europa, de libertad y de retos comunes. No se preocupe por la agenda, no contemple tabúes.
Simplemente, defienda la verdad. Lo que necesitamos todos es mirar al populismo a los ojos y combatirlo desde la verdad, porque es la única manera de cimentar la confianza en el futuro.
*** Beatriz Becerra es psicóloga y escritora. Fue eurodiputada y vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo (2014-2019). Es doctora en Derecho, Gobierno y Políticas Públicas, y vicepresidenta y cofundadora de España Mejor.