Ni "finlandización" ni "paz coreana": sólo la victoria salvará a Ucrania
Ni el escenario finlandés ni el coreano le convienen a Ucrania, porque no impiden que Rusia ataque de nuevo. Su única opción para sobrevivir es vencer a Putin y unirse a la OTAN.
Cualquier escenario de paz que ahora convenga a Rusia significará que pronto Putin volverá a atacar.
La guerra en Ucrania, que ya se ha prolongado más de un año, se ha convertido en un problema para todo el mundo. No es de extrañar que varios Estados, organizaciones y líderes, desde el secretario general de la ONU hasta el Papa, desde Turquía hasta China, llamen a la paz y anuncien planes para conseguirla.
Rusia también habla de "paz", aunque lo que entiende por esta palabra es más bien la capitulación ucraniana. Mientras tanto, Ucrania le hace saber al mundo que no renunciará a su soberanía, territorios y personas. En ese sentido cuenta con apoyo internacional.
Pero los dos principales escenarios de paz que se ofrecen son realmente inaceptables.
Desde 2014, cuando Rusia se anexó Crimea e inició una "guerra híbrida" en las regiones de Donetsk y Lugansk, varios políticos occidentales anteriores y actuales, por ejemplo, el exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger y el presidente francés, Emmanuel Macron, han propuesto la "finlandización" de Ucrania como una vía para resolver el conflicto.
Se trata de repetir el destino que tuvo Finlandia en los años 40 del siglo pasado, cuando la entonces Unión Soviética se apoderó de parte del territorio de ese país, pero debido a importantes pérdidas aceptó un acuerdo de paz. Según aquel entendimiento, las tierras finlandesas ocupadas quedaron en poder de Rusia y Finlandia se convirtió en un Estado neutral por décadas.
Sólo después del colapso de la URSS, en 1995, se atrevió a ingresar en la Unión Europea. Y el año pasado, ante la tensión generada por el ataque ruso a Ucrania, inició su proceso de incorporación a la OTAN.
Siguiendo esa lógica, a cambio del cese de las hostilidades activas, se ofrece a Ucrania ceder a Rusia aproximadamente el 20% de su territorio, que actualmente está ocupado. Y rechazar la integración en la UE y la OTAN.
Sin embargo, el paralelismo entre la situación actual y la de Finlandia en la década de 1940 no es del todo correcto. El dictador soviético Iósif Stalin tomó la iniciativa en las negociaciones y reconoció la soberanía del Estado finlandés (que en el pasado había formado parte del Imperio ruso) y su derecho a elegir independientemente un sistema diferente al comunista.
El actual dictador ruso, en cambio, se niega repetidamente a reconocer el derecho de Ucrania a ostentar la condición de Estado y a su democracia, que considera una amenaza para su régimen.
Además, la URSS le concedió la paz a Finlandia porque tenía planes más ambiciosos para controlar la mitad de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, después de las derrotas en suelo ucraniano, Moscú ni siquiera puede soñar con dominar Europa y mucho menos el Cáucaso y Asia Central. En caso de apoderarse de Ucrania, Putin sólo tendría la oportunidad de ocupar Moldavia y chantajear a Europa Central y Medio Oriente.
"La sociedad ucraniana no aceptará una 'finlandización', que significaría entregar millones de conciudadanos a la maquinaria represiva rusa"
La ocupación de partes de las regiones del sur y este de Ucrania sin un acuerdo de paz consolidaría el aislamiento económico de Rusia a través de sanciones. Y requeriría enormes recursos para controlar y asegurar esas tierras devastadas por la guerra.
Putin recuerda la experiencia fallida de la guerra de Chechenia, con la que inició su presidencia hace casi un cuarto de siglo. Se necesitaron años y grandes recursos para domar al pequeño país caucásico que luchaba por independizarse de Rusia.
Moscú todavía le paga al presidente checheno, Ramzan Kadyrov, una especie de tributo de 10.000 millones de dólares al año. La superficie y la población de los territorios ucranianos ocupados son al menos cinco o seis veces más grandes que los de Chechenia, por lo que será más costoso controlarlos.
La sociedad ucraniana no aceptará una "finlandización", porque significaría entregar millones de conciudadanos a la maquinaria represiva rusa, cuya crueldad hacia los civiles es conocida en todo el mundo.
Además, Ucrania conoce el precio de los acuerdos con el Kremlin. Moscú la atacó en 2014, a pesar de su estatus de país no alineado consagrado en la legislación ucraniana. Y en 2022 lanzó una ofensiva a gran escala a pesar de todas las garantías y acuerdos.
La historia, sin embargo, demuestra que las guerras a menudo se detienen mediante compromisos dolorosos. Así, en 1953, los coreanos aceptaron una nueva realidad: la vida en dos Estados aislados uno del otro. El hecho de que los ucranianos, quizás, tengan que "vivir separados como los coreanos" se ha mencionado repetidamente en la prensa europea y estadounidense desde el otoño de 2022.
Esgrimen como argumento principal que Rusia, a pesar de la derrota, es fuerte y tiene más recursos humanos y materiales que su vecino. Ucrania, por otro lado, cuenta con ayuda económica y apoyo militar de socios internacionales, en particular de EEUU y los Estados de Europa occidental.
Además, está decidida a luchar por su supervivencia. Ninguno de los bandos, dicen, puede salir ganando ahora y prolongar la guerra durante años causará enormes pérdidas a ambas partes. Entonces ¿no deberíamos, dicen, evitar esas pérdidas fijando la línea del frente como una nueva "frontera", similar a la demarcación entre las dos Coreas?
"La 'paz coreana' sólo sería una oportunidad para que Rusia descanse, recupere fuerzas y enmiende los errores de la fallida campaña de 2022"
Esa opción no vale la pena y he aquí por qué. El mismo hecho de que Rusia siga siendo fuerte, tenga armas nucleares, misiles de largo alcance y suficientes recursos naturales para mantener un gran ejército pone en duda la posibilidad de preservar una "paz coreana" a largo plazo.
Después de atacar a Ucrania, Rusia observó cuán de mala gana y lentamente Occidente le dio a Kiev armas modernas. Y cuán escasas resultaron ser las reservas de equipos y municiones no sólo en los países europeos, sino también en EEUU.
Ahora, incluso, está observando el debate en la OTAN sobre el fracaso de muchos países para aumentar el gasto anual en defensa al 2% del PIB, después del despliegue demasiado lento de la producción de armas. El Kremlin sabe cuánto daño ha causado a la economía ucraniana con sus ataques con misiles y artillería. Después de todo, Putin cuenta con sus aliados (Irán, Corea del Norte, China y otros) para obligar a Occidente a dispersar los esfuerzos.
Si juntamos estos hechos, veremos que la "paz coreana" sólo sería una oportunidad para que Rusia descanse, recupere fuerzas y tenga en cuenta los errores de la fallida campaña de 2022. Entonces Putin volverá a ordenar atacar a Ucrania, a la que le resultará mucho más difícil (incluso con el apoyo de sus aliados) recuperarse de las consecuencias económicas y humanitarias de la guerra.
Rusia no tendrá que buscar pretextos para un nuevo ataque, porque en septiembre de 2022, después de haber realizado pseudorreferéndums, declaró a las regiones ocupadas, e incluso territorios que no controla, "sujetos de la Federación de Rusia". Y ahora promete "liberarlos".
Además, durante un eventual armisticio al estilo coreano, los asesinatos, robos, violaciones y deportaciones de ciudadanos continuarían en los territorios ocupados, obligándolos a renunciar a su identidad ucraniana en favor de la rusa. Después de todo, a diferencia de Corea del Norte (un estado totalitario, pero aún coreano), Moscú ha tomado la iniciativa de transformar las tierras ucranianas ocupadas en rusas.
"Durante esta guerra ha quedado claro que Moscú ataca sólo a los Estados que no forman parte de tratados de defensa colectiva"
Las autoridades ucranianas sólo podrán confiar en hacer las paces si hay cambios que no permitan que Rusia ataque nuevamente. Durante el año transcurrido desde el inicio de esta guerra quedó claro que Moscú ataca sólo a los Estados que no forman parte de tratados de defensa colectiva.
En particular, los Estados bálticos tienen un territorio, población y recursos mucho más pequeños que Ucrania. Pero Rusia no se arriesgó a atacarlos, aunque amenazó más de una vez, porque son parte de la OTAN.
La experiencia de la Guerra Fría demuestra que incluso en el momento de su mayor potencia, en la década de 1970, la Unión Soviética no se atrevió a amenazar a la OTAN. Y mucho menos a prepararse para un ataque. Y la Rusia de Putin es más débil que la antigua URSS.
Por lo tanto, la salida para Ucrania es unirse a la OTAN. De esa manera, sea como sea el acuerdo de paz, Rusia no volverá a atacar. Por el contrario, dejar los territorios ocupados en manos de Rusia no sólo significa exponer a los ciudadanos ucranianos que viven allí a un peligro mortal (como lo demuestran los numerosos hechos de crímenes de guerra registrados en las zonas ya liberadas). Sino que la flota rusa en Crimea chantajeará a Ucrania con un bloqueo marítimo e interferirá el comercio en el mar Negro.
Además creará como precedente que un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU con capacidad nuclear pueda ocupar y anexar con impunidad territorios de Estados vecinos. Y cambiar por la fuerza sus gobiernos e instituciones.
Por lo tanto, ni el escenario finlandés ni el coreano le convienen a Ucrania, porque no le brindan protección contra una invasión rusa. Moscú no está interesado en la paz, porque lo priva de sus posibilidades de conquistar Ucrania en el futuro.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, propuso un plan de paz, cuya principal exigencia es la retirada de las tropas rusas de todos los territorios ocupados. Es dudoso que Putin tome tal decisión voluntariamente. El dictador ruso ya ha sacrificado las vidas de 150.000 de sus soldados y amenaza con movilizar a cientos de miles más para no dejar de intentar avasallar a Ucrania.
Ucrania sólo tiene una salida: derrotar a Rusia en el campo de batalla y expulsar a los invasores. ¿Será posible?
Hace casi 210 años, España, en peores condiciones, pudo recuperar la independencia y derrotar a los ejércitos de Napoleón, un político y comandante con más talento que Putin. La lucha de los ucranianos hoy demuestra una vez más que un tirano, incluso con armas nucleares, no tiene ninguna posibilidad contra un pueblo unido y libre.
*** Petro Burkovskiy es el director ejecutivo de la Fundación Iniciativas Democráticas Ilko Kucheriv.