Luto por Quintero, Kim Jong-un, gran Emma Thompson y el retorno de Ana Rosa
Jesús Quintero, Kim Jong-un, Emma Thompson y Ana Rosa Quintana; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Jesús Quintero
Los periodistas somos poco dados al luto, pero cuando la muerte nos toca de cerca, hasta el alma se nos pone negra. El martes de esta semana estuve con el corazón en San Juan el Puerto (Huelva), el pueblo natal de Jesús Quintero, colega y amigo, que esa misma tarde recibía el último homenaje. Fue José Antonio León, desde su corresponsalía en la Bética, quien rindió honores a Jesús, fallecido un día antes en la residencia Nuestra Señora de los Remedios (Ubrique), donde le sorprendió la muerte mientras dormía plácidamente la siesta. Tenía 82 años y desde 2001 era hijo predilecto de su pueblo.
Había ingresado en la residencia gracias a su bondadoso amigo, Jesús López Fernández, llamado “el turronero” porque su familia, de procedencia humilde, se dedicaba a la venta ambulante de turrones. Con el tiempo, no solo se hizo rico, sino que se volcó en la filantropía, con atención especial a los gaditanos de Ubrique.
Quintero siempre anduvo algo delicado de salud. Era depresivo, y cuando no tomaba pastillas para el corazón, las tomaba para el hígado o para la cabeza. Pero no reconocía el miedo a que la salud le jugase una mala pasada, pues si lo hubiera reconocido lo habría tuteado con la pastilla del silencio, que es lo más parecido al miedo.
Se había casado en 2020 con María, y aunque su matrimonio sufría altibajos, últimamente atravesaba una mala racha, así que decidió ingresar en la residencia de Ubrique, hasta que se repusiera lo justo para volver a casa. Pero su estancia en Nuestra Señora de los Remedios ni siquiera llegó al mes. El martes a media tarde, una vez instalada la capilla ardiente en el Centro Sociocultural que lleva el nombre de “Jesús Quintero” en San Juan del Puerto, el corresponsal de Sálvame en Andalucía clavó su mirada en el objetivo de la cámara y enfiló un largo y poderoso silencio. El reportero tuvo la delicadeza de sustituir su desaliñado atuendo de todos los días por el traje y la corbata negra de los funerales, después de mojarse los rizos del pelo con la espuma de los domingos.
Sin embargo, el momento más emotivo del día que despedimos a Jesús Quintero fue el protagonizado por Andrea y Lola, sus dos hijas, que le dedicaron palabras de agradecimiento por el legado de amor que recibieron desde la cuna.
Quintero se casó tres veces: una con Ángeles Urrutia. Otra con Joana Bonet. Y la tercera con María, su viuda definitiva. Del primer matrimonio nació Andrea, que añadió a su título de periodista un máster de Gobierno y Democracia en la UAB. Lola, la menor, estudió Políticas y Sociología en el Reino Unido. Preguntado por su afición a las mujeres catalanas, Quintero se sonrió: “No es casualidad, siempre he tenido querencia por Catalunya”.
Kim Jong-un
Pongamos que hablo de Corea del Norte, el país presidido por su carismático líder, Kim Jong-un, cuyo árbol genealógico reproduce el absolutismo familiar de las viejas aristocracias europeas. El “querido líder” de la República Popular de Corea del Norte heredó el poder de su padre Kim Jong-il, que también era padre de Kim Jong-nam y Kim Jong-chul, hermanos todos ellos del supremo líder.
Kim Jong-un es un personaje de gran envergadura corporal (pesa 130 kilos y mide algo más de 1,70). Nació en Pyongyang y se crio en Berna (Suiza). Cuando regreso a su país ya hablaba inglés, alemán y algún que otro idioma. Le gustaban tanto las excentricidades que era un niño con sobrepeso. Entrada ya la adolescencia quiso que un peluquero coreano le hiciera un corte que creara estilo, ¡y vaya si lo creó! Varias peluquerías londinenses tenían a modo de reclamo una foto de Kim Jong-un adornado con un peinado que hacía furor y marcaba tendencia. Era mitad beatle, mitad folclórica española.
Andando el tiempo Kim Jong-un se convirtió en un gordito relleno que se movía de un lado a otro con balanceo de tentempié. Era lo más parecido a un juguete.
No hace mucho, los servicios de inteligencia de Corea del Sur filtraron algunos detalles sobre la precaria salud del líder, que según afirmaban en palacio, padecía frecuentes molestias durante la noche. Los médicos especularon con la posibilidad de que la alegría y el nerviosismo hubieran sido los desencadenantes del éxito de los misiles balísticos. Japón temblaba.
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El martes de esta semana aparecieron en la televisión norcoreana imágenes del líder rodeado de palmeros que aplaudían fervorosamente y le animaban a bailar.
El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, declaró que el lanzamiento se había producido en dirección a Hokkaido, la isla más septentrional. El gobierno japonés, asimismo, conminó a los ciudadanos a utilizar los refugios.
Mientras, en Corea del Norte la población era una fiesta. El alborozo se hacía notar en el palacio del líder supremo, donde corrían las fuentes de rollitos primavera. Y eso que una semana antes, el gabinete dietético del gran jefe proclamó que Kim Jong-un había perdido veinte kilos.
Los japoneses viven días de zozobra. Ha vuelto el recuerdo de los años 70, cuando Corea del Norte planeó el secuestro de un grupo de japoneses que todavía no han despertado del horror.
Emma Thompson
Todo el mundo tiene sus actores y actrices preferidos. Mi favorito entre los actores ya está muerto y enterrado, pero yo lo resucito cada vez que veo una de sus películas. Me refiero a uno de esos hombres incuestionables que han pasado por el cine convertidos en dioses. Le llamaban Marlon Brando y fue una de las figuras más poderosas y emblemáticas que ha alumbrado Hollywood.
Y si Brando era el actor más genial, ahora nos rendimos a Emma Thomson todos los que este año la hemos visto interpretando el papel de una mujer de 63 años que descubre la sexualidad con un chico veinte años joven que vende su cuerpo por internet.
De la película Buena suerte, Leo grande, erótica y feminista, medio cómica medio dramática, me llamó la atención la ausencia de retoques y el rostro sereno, así como el constante presentimiento de actores que antes de empezar la película ya habían hecho mutis por el foro.
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Perdonen que hable con tanta exaltación de la película de Thomson, pero es que la veo asombrosa y extraordinaria. A ella solo la cambiaría por otra que se llamara igual y no tuviera reparos en parecérsele.
La auténtica Emma ha hablado de su desnudo integral. Nunca ha hecho una escena tan difícil como esta. “En Hollywood no harían un desnudo integral así”, dice ella. Tiene razón. Como mucho, le darían la opción de mirar levemente al espejo, apoyar la mano, o inclinar un poco la cabeza. La mujer que fue, es y sigue siendo Emma Thomson. Lo ha ganado todo y es la que más nos impacta. A mí, por lo menos.
De la Thomson también me quedo con su potente profesión de feminismo. Fue cuando dio portazo a la productora Skydance por haber fichado a John Lasseter, el hombre que “agarraba, besaba y hacia comentarios sobre atributos físicos”. En carta al diario Los Angeles Times, dijo Emma: “Si la gente que ha levantado la voz no toma partido, es poco probable que las cosas cambien al ritmo necesario para proteger a las mujeres de la generación de mi hija. Por ellas lo hago”.
Ana Rosa Quintana
Llegó silenciosa y no del todo sonriente, perfectamente arreglada, como siempre que se incorpora al trabajo después de unas vacaciones o una enfermedad. Todos se quedaron en silencio mirando como Joaquín Prat se acercaba a ella y le abría los brazos como un hijo.
Joaquín es el alumno perfecto que hace bien los deberos. Lo he seguido desde que se incorporó al programa y me ha parecido el alumno brillante que siempre se echa en falta. No me extraña que Ana Rosa respire tranquila cuando se toma una baja.
Prats lo mismo organiza una tertulia que se pone al frente de un equipo de investigación para desentrañar a una de esas bandas que buscan casas de futbolistas para desvalijarlas. No sé si en la estructura de programa existe esa figura, pero Joaquín es un perfecto adjunto a dirección, un redactor jefe de libro.
La comunicadora vivía hasta ahora en constante zozobra por un quítame allá esa Rociíto Flores, o ese “Antonio Da” al que su ex bautizó como “ente” para mayor gloria de la familia de Chipiona.
Ana Rosa ya respira tranquila. La paz ha vuelto al patio de su casa. Hasta Lecquio sonríe con alborozo.