Hay que estar muy pendiente a este 9 de mayo, que puede ser clave para los planes de la Rusia de Vladímir Putin en Ucrania. Y no parece que por las razones que le dio el presidente húngaro, Víktor Orbán, al Papa Francisco.
Puede que el Kremlin anuncie la anexión de sus territorios ocupados en Jersón, Luhansk y Donetsk, como ya hizo con Crimea, y un recrudecimiento de los ataques en Odesa, para cerrarle a ucrania cualquier salida al mar.
Puede que implique en la guerra a otros países, como Moldavia, tal y como asegura la inteligencia ucraniana y llevamos informando desde hace meses. Y puede, incluso, que comunique que está en guerra contra el mundo. No podemos ignorar que sus propagandistas no han parado de lanzar amenazas muy directas contra Polonia, Finlandia, los bálticos o Reino Unido, con una simulación televisiva incluida sobre cómo quedarían las islas británicas tras un ataque nuclear.
El Kremlin ha demostrado que no tiene límites. El último objetivo de sus provocaciones ha sido Israel, a quien acusado de ser… ¡nazi! Todo esto sólo confirma lo que sabemos. Que podemos esperar muy pocas alegrías a partir del 9 de mayo y Dios sabe cuántas desgracias.