Es una constante en todas las guerras. Una vez finalizado el conflicto, los analistas militares estudian las armas que han ofrecido una ventaja clave para la victoria, así como aquellas que prometían unas prestaciones decisivas, pero que no fueron capaces de superar la implacable reválida del combate real.
El éxito o el fracaso de los sistemas de armas tiene mucho que ver no sólo con sus prestaciones (o lo avanzado de su tecnología), sino también con el adiestramiento y las tácticas utilizadas por los combatientes. Si esas tácticas son apropiadas, conseguirán sacar todo el partido de esos sistemas. Si no, arruinarán un excelente diseño.
La guerra de Ucrania ya empieza a ofrecer sus primeras conclusiones. Aunque preliminares, apuntan lecciones de cara al futuro que, con total seguridad, serán estudiadas por los Estados Mayores de todo el mundo.
Estos son los cinco casos más relevantes de armas que han superado todas las expectativas en Ucrania, y de las cinco que han sido incapaces de cumplir con lo que se esperaba de ellas.
1. Sistemas contracarro portátiles Javelin y NLAW
Una de las armas más eficaces de la guerra de Ucrania han sido los sistemas de misiles contracarro portátiles Javelin y NLAW. Ambos son sistemas de misiles modernos del tipo dispara y olvida que pueden ser operados por un solo soldado. Antes de dispararse, ambos localizan y fijan el objetivo a destruir, y se guían automáticamente hacia él hasta impactar y destruirlo con sus potentes cabezas de combate.
La diferencia entre ambos sistemas está en el tamaño y las prestaciones. El Javelin, de factura estadounidense, tiene un alcance máximo de 4.000 metros, una cabeza de combate en tándem capaz de penetrar blindajes de hasta 750 mm. y un peso de cerca de 22,5 kilos.
El NLAW es mucho más ligero (12,5 kilos de peso), pero tiene mucho menos alcance efectivo, 800 metros, y una cabeza de combate que penetra hasta 500 mm. de blindaje.
Ambos sistemas son capaces de realizar ataques frontales, en vuelo recto hasta alcanzar el blanco, o ataques elevados, para alcanzar los carros de combate en su zona más vulnerable, la parte superior de la torre. La cabeza de combate en tándem del Javelin permite además atacar carros de combate equipados con blindaje reactivo (fácilmente identificables porque el carro parece llevar especie de ladrillos que no son más que pequeñas cargas explosivas que detonan en dirección al proyectil enemigo, frenándolo y evitando que penetre la coraza y destruyan el carro de combate).
La función de la cabeza en tándem es la de explotar en dos fases para primero destruir la protección exterior, el ladrillo defensivo, y después penetrar la coraza e inutilizar el carro.
Miles de Javelin y NLAW llegaron a Ucrania en forma de ayuda occidental y procedentes sobre todo de los Estados Unidos y Reino Unido, que también adiestraron a los militares ucranianos no sólo en el manejo de los misiles (bastante sencillo), sino también en las tácticas de emboscada con las que están diezmando con éxito las formaciones blindadas rusas.
2. Bayraktar TB2
Los drones turcos Bayraktar TB2 están teniendo también un gran protagonismo en la guerra, operando de manera efectiva del lado ucraniano. Se han documentado decenas de ataques exitosos de los TB2 contra militares rusos, que a su vez sólo han logrado derribar un número significativamente reducido de drones ucranianos.
El balance arroja unas cifras dramáticamente favorables al dron, que ha causado cientos de millones de euros en pérdidas materiales a Rusia entre carros de combate, blindados, sistemas antiaéreos y vehículos de todo tipo. Sin contar con las irremplazables bajas humanas causadas y el tremendo efecto en la moral y la voluntad de lucha de los militares rusos.
Los TB2 ya tuvieron una excelente actuación en la guerra civil siria, en Libia y en la reciente guerra entre Armenia y Azerbaiyán, donde diezmaron los blindados armenios y fueron un importante pilar en la victoria azerí. Tal fue el impacto de su participación en el conflicto que altos mandos del Ejército británico afirmaron que tendrían muy en cuenta las lecciones aprendidas de cara al futuro de las Fuerzas Armadas de su Graciosa Majestad.
Los detractores, por su parte, afirmaban que los drones tipo TB2 poco podrían hacer contra enemigos con buenas capacidades de defensa aérea, que contra Rusia no tendrían un papel significativo, y que serían poco más que patos de feria.
Pero los patos están siendo los blindados rusos, que sufren muchas pérdidas provocadas por los proyectiles lanzados por los TB2 ucranianos.
3. Misiles antiaéreos S400
Otra de las armas que están funcionando de manera efectiva en este conflicto es el sistema antiaéreo ruso S400, que se hizo famoso en el pasado por generar un fuerte enfrentamiento de Turquía con sus socios de la OTAN, tras ser adquirido por Ankara para sus Fuerzas Armadas. El conflicto terminó con la expulsión turca del programa de aviones de combate F-35.
El S400 es un sistema de misiles antiaéreos de largo alcance que, dependiendo del misil que se use y del tamaño del blanco aéreo atacado, puede derribar aeronaves hasta a 400 kilómetros de distancia, aunque los alcances máximos más habituales rondarían los 250 kilómetros.
El S400 lleva años desplegado en Siria, donde los continuos ataques aéreos israelíes, llevados a cabo apenas sin oposición, hicieron pensar que el sistema no era tan capaz como se había anunciado inicialmente.
Todo parece indicar que se ha estrenado en combate real en Ucrania al haber derribado sobre Kiev el Su-27 ucraniano pilotado por el afamado coronel Oleksandr Oksanchenko, piloto de exhibición de su país en numerosos festivales aéreos durante años, y que se reintegró al servicio activo a pesar de encontrarse en la reserva desde 2018.
Con las baterías S400 estacionadas en las fronteras ucranianas, los rusos controlan buena parte del espacio aéreo ucraniano. Y ese es el motivo por el que se puede ver a la aviación de Kiev volando tan bajo: los pilotos tratan de evitar ser detectados y derribados por este potente sistema ruso.
4. Misiles balísticos Iskander
Día tras día, los ucranianos sufren el ataque incesante de los misiles rusos. Además de los misiles de crucero Kalibr, una suerte de copia rusa de los Tomahawk estadounidenses que se hicieron famosos en la guerra de 1991 contra el Irak de Sadam Husein, el misil ruso más efectivo es sin duda el Iskander, moderno heredero de los viejos y conocidos Scud.
Se trata de un misil balístico de corto alcance (hasta 500 kilómetros) que, por su vuelo en trayectoria plana y su tremenda velocidad hipersónica de ataque, resulta virtualmente imparable, por lo que no se conoce defensa efectiva contra él. Cuenta además con una gran precisión en el ataque, solucionando una de las carencias más importantes del Scud.
Además, en Ucrania se ha podido confirmar que cuenta con contramedidas para evitar ser derribado, lo que lo hace aún más imparable si cabe. Su capacidad destructiva ya fue probada en la guerra de Georgia de 2008, pero es ahora, con un despliegue masivo de decenas de lanzadores en las fronteras de Ucrania, cuando se ha convertido en un vector de ataque clave para el mando ruso. Sobre todo teniendo en cuenta el limitado uso que hace este de la aviación de combate. Sin duda, será un sistema fundamental de cara al futuro para el apoyo a larga distancia del avance de las tropas rusas.
5. Misiles antiaéreos Stinger
La ayuda militar occidental a Ucrania se basa hasta ahora, fundamentalmente, en medios para destruir los blindados y carros de combate rusos, y también en misiles antiaéreos de corto alcance. Entre estos destacan los Stinger, de fabricación estadounidense. Un viejo conocido en los conflictos de medio mundo desde su entrada en servicio en 1981.
Los Stinger fueron durante la ocupación soviética de Afganistán un auténtico dolor de cabeza para los rusos allí desplegados. Facilitados por Washington como ayuda militar a los muyahidines, lograron diezmar las flotas de helicópteros militares rusos.
Desde entonces, el Stinger ha sido lógicamente modernizado y actualizado, pero sigue manteniendo en esencia el concepto de uso original: el de poder ser operado por un solo hombre y lanzado desde el hombro contra aeronaves que vuelan a baja altura, a un máximo de 3.800 metros.
Su alcance máximo no llega a los cinco kilómetros, que recorre en pocos segundos al alcanzar velocidades de dos veces y media la del sonido. El Stinger se guía hasta el blanco por el calor de los motores del avión o el helicóptero atacado. Dispone de una espoleta por contacto que hace detonar el algo más de un kilogramo de explosivo de la cabeza de combate, suficiente en la mayoría de los casos para destruir el objetivo.
En Ucrania, el Stinger y otros sistemas de concepto similar están demostrando una gran efectividad contra los helicópteros y los aviones rusos, obligados a volar bajo por carecer de las municiones y los sistemas de puntería adecuados, lo que les hace caer víctima de los misiles antiaéreos.
6. Carros de combate T-90
Los carros de combate más avanzados del arsenal ruso se están usando en combate en Ucrania con un balance y un resultado nada favorable, pues están siendo diezmados por el eficaz uso que los ucranianos hacen de los medios comentados en este artículo, especialmente los misiles Javelin y NLAW, así como los drones TB2.
Las versiones más modernas de los T-90 alcanzan las 48 toneladas de peso, tienen un cañón de 125 mm. equipado con un sistema de control de disparo capaz de atacar eficazmente blancos en movimiento y, gracias a un sistema de carga automático, disfrutan de una cadencia de disparo más alta, reduciendo su tripulación a tres personas.
Cuentan también con una elevada protección en tres fases: sistema activo de protección, placas de blindaje reactivas (el ladrillo) y el blindaje propio de la barcaza del carro.
Lo más novedoso es sin duda el sistema de autodefensa Shtora-1, que alerta cuando el carro está siendo apuntado por un arma equipada con puntería láser (como el de la mayoría de las armas contracarro pesadas) además de perturbar el sistema de guiado infrarrojo de muchos visores y sistemas de puntería. A su vez, lanza automáticamente contramedidas en forma de botes de humo que dificultan el uso del láser.
Pero todos estos sistemas no están ofreciendo un buen resultado en Ucrania, donde ya se han visto varios ejemplares destruidos, por lo que se ha puesto en entredicho una vez más la calidad de los sistemas rusos. La pregunta hoy es si los analistas han sobredimensionado la amenaza que representan.
Lo que aún queda por dilucidar es si estas pérdidas son producidas por la baja calidad de los carros de combate y de sus sistemas, por el aparente bajo nivel de adiestramiento, por el uso de tácticas erróneas o por varias de estas causas simultáneamente. Las imágenes de carros avanzando como si se tratase de un desfile (más que en orden de combate) o adentrándose en poblaciones sin el apoyo cercano de la infantería hacen pensar que el adiestramiento y las tácticas son un factor determinante.
7. Blindado BMD-4
Un vehículo del que se esperaba más en este conflicto es el BMD-4 ruso, último modelo de blindados de combate específicamente diseñados para las tropas aerotransportadas rusas, consideradas como tropas de elite.
Se trata de un blindado de cadenas, pesadamente armado, y que ha sido aligerado de peso para ser más fácilmente aerotransportado. Un avión de transporte IL-76, el estándar en el arsenal ruso, es capaz de transportar dos en su bodega y lanzarlos desde el portalón trasero en paracaídas sobre la zona de combate (con toda su tripulación, combustible y munición cargada) con el objetivo de que pueda combatir nada más tocar tierra.
En Ucrania, las tropas aerotransportadas han sido las más castigadas por los ucranianos, con regimientos casi destruidos al 100% y con sus blindados BMD-2 y BMD-4 cayendo presa fácil de los medios contracarro enemigos en emboscadas muy bien planificadas y ejecutadas.
Ni los dos cañones de 100 y 30 mm. del BMD-4, ni la posibilidad de usar también misiles contracarro, han podido salvarlos en Ucrania. Puede que se haya aligerado en exceso el blindaje del vehículo, o puede que estemos otra vez ante fallos de adiestramiento o de las tácticas utilizadas. Pero la realidad es que mucho tendrán que cambiar en el futuro para resultar un medio de combate eficaz.
8. Bombardero Su-34
Una de las joyas de la aviación de combate rusa, que además contaba con una extensa experiencia en combate en Siria, es sin duda el avión Sukhoi Su-34, un bombardero biplaza diseñado para ataques contra todo tipo de objetivos en tierra o mar, y que entró en servicio en 2014.
El Sukhoi Su-34 puede llevar una carga de armamento de hasta 8.000 kilogramos suspendida en sus doce estaciones de armas, capaces de portar casi cualquier bomba o misil ruso diseñado hasta ahora. Cuenta con un potente radar capaz no sólo de detectar blancos en superficie, sino también aéreos, y porta además un radar que apunta a la parte trasera del avión, con lo que en teoría puede disparar misiles aire-aire hacia sus perseguidores sin necesidad de virar hacia ellos, continuando su vuelo de ataque.
A pesar de todo ello, y de las altas expectativas previas, el Su-34 no está demostrando ser un avión decisivo en Ucrania, donde cuatro habrían sido derribados ya por los misiles antiaéreos ucranianos. La carencia de municiones guiadas o inteligentes, que obliga al uso de bombas de caída libre mucho menos precisas, unido a la ausencia de sistemas de localización de objetivos y puntería avanzados como los occidentales, obliga a los pilotos rusos a volar muy bajo para identificar los blancos, cayendo dentro de la envolvente de uso de misiles antiaéreos como el Stinger.
Recientemente se ha aprobado en Rusia un amplio programa de modernización de los sistemas electrónicos del Sukhoi Su-34, como el radar, la detección y la puntería de blancos, y la guerra electrónica. Algo que no deja de ser un reconocimiento implícito de las carencias de, por lo demás, un buen avión de combate.
9. Sistema antiaéreo Pantsir S1
El Pantsir S1 es un sistema antiaéreo móvil de corto alcance, con doce lanzadores de misiles antiaéreos, además de dos cañones bitubo de 30 mm. Dispone de dos sistemas de detección y guiado capaces de detectar y atacar hasta cuatro blancos simultáneamente, el radar y un sistema electroóptico. El alcance máximo de detección se estima en unos 40 kilómetros y el de seguimiento de objetivos en unos 25 kilómetros. Los misiles tienen un alcance máximo de unos 15 kilómetros.
El sistema antiaéreo Pantsir S1 ya se encontraba en la picota desde su participación con pobres resultados en las guerras de Libia y Siria, donde era manejado por personal autóctono contra objetivos de pequeño tamaño como los drones.
Había expectación por conocer sus prestaciones en manos de los (en teoría) mucho más profesionales y capaces operadores rusos. En Ucrania, nuevamente, hemos visto sistemas Pantsir S1 destruidos o abandonados por sus tripulaciones. Algunos han sido destruidos por los drones TB2 y otros han quedado inmovilizados por problemas con sus neumáticos, algo habitual en los vehículos sobre ruedas rusos en esta guerra.
Esto trae a colación otro problema observado en los medios rusos estas semanas, que es el pobre nivel de mantenimiento observado y la ausencia de vehículos de recuperación que puedan hacerse con el carro, el blindado, el sistema artillero o el de misiles antiaéreos averiado, y transportarlo a la retaguardia, hasta un lugar seguro, para una reparación que lo deje nuevamente listo para el combate.
También hemos visto errores tácticos graves, como el avance de columnas de blindados teóricamente protegidas de los drones y de la aviación ucraniana por los sistemas antiaéreos móviles que les acompañan, y que incomprensiblemente lo hacen con el radar apagado, en orden de marcha y sin lógica táctica alguna, ofreciendo más un blanco fácil que una defensa efectiva.
10. Cazabombardero Su-35
Otro avión de combate del que se esperaba mucho es el Su-35, el más capaz avión de combate aire-aire del arsenal ruso, y que se suponía debía garantizar la supremacía aérea ante los mucho más antiguos Su-27 y MiG-29 ucranianos.
No hay hasta la fecha datos fidedignos del resultado de los combates aéreos entre cazas de ambos bandos, con reclamos de derribos contradictorios, pero lo que sí es un hecho es que Rusia, a pesar de su abrumadora superioridad numérica en aviones de combate, no ha conseguido la supremacía en los cielos ucranianos.
El Su-35, con su radio de combate de unos 1.600 kilómetros, su potente radar Irbis-E y sus doce estaciones de armas capaces de portar hasta diez o más misiles aire-aire, es el medio ideal para patrullar las grandes extensiones de espacio aéreo ucraniano y borrar de los cielos cualquier avión enemigo que hostigue a las tropas rusas en su avance.
Pero Rusia sigue utilizando a fecha de hoy sus aviones de combate mayoritariamente desde espacio aéreo ruso o bielorruso, dejando libertad a los ucranianos en este sentido. En los últimos días hemos visto ya vídeos de los aviones Su-35 armados con misiles antirradar y en misiones también de ataque.
Aunque el Su-35 es un buen avión de combate, sus prestaciones parecen alejadas de los mejores medios occidentales. Como ocurre también con el adiestramiento de los pilotos rusos, que no parecen preparados para llevar a cabo operaciones aéreas complejas.
*** Rodrigo Rodríguez Costa es analista de Seguridad y Defensa.