Putin nunca logrará que los ucranianos nos arrodillemos
El orgullo patriótico de sus ciudadanos es la piedra en la bota imperialista con la que Vladímir Putin aspira a pisotear los logros democráticos de Ucrania.
El día que Rusia invadió mi país supe que debía abandonar mi casa en Kiev. Pero era importante para mí que la fundación sobre los derechos humanos que dirijo continuara en marcha y dando apoyo a nuestros socios y aliados incluso mientras cayeran las bombas.
Cuando el ejército de Vladímir Putin comenzaba sus ataques contra Ucrania, me metí en mi coche y conduje hacia el oeste. El viaje, que normalmente dura cinco horas, me llevó quince. Pero el mismo viaje hoy duraría incluso más tiempo porque miles de mis compatriotas abarrotan ahora las autopistas mientras huyen del peligro en busca de seguridad.
También era importante para mí quedarme en Ucrania.
La guerra ilegal de Putin en mi país se alarga y tenemos mucho trabajo que hacer. Nuestras rutinas diarias han dejado paso a las carreras hasta los hospitales de urgencias para suministrar medicinas y recursos sanitarios a los heridos.
Otros dan apoyo material a las fuerzas armadas ucranianas o ayudan a los vecinos a construir fortificaciones para proteger nuestras ciudades. Otros trabajan con las asociaciones de comercios locales para construir cadenas de suministro.
Un ejército de voluntarios ayuda a los mayores, los discapacitados, las mujeres y los niños a buscar acomodo lejos de las zonas de conflicto. Les proporcionan la gasolina y la comida que necesitan para sobrevivir.
Nuestros activistas de los derechos humanos están documentando los crímenes de guerra del ejército ruso. Rusia ha dejado de fingir que sólo ataca objetivos militares. Está bombardeando indiscriminadamente sedes de empresas, comercios, casas y edificios de viviendas. Es la peor ofensiva militar terrestre en Europa desde la II Guerra Mundial. Muchas ciudades podrían ser destruidas por completo.
Por eso es importante recopilar las pruebas de lo que está haciendo el Kremlin. Para que los tribunales internacionales puedan algún día hacer justicia. Por eso deben protegerse las voces de la vibrante sociedad civil ucraniana. Sabemos que muchos de ellos están en la lista de objetivos a eliminar elaborada por Putin. Ellos son los auténticos defensores de la democracia y la libertad.
"Sabemos que el verdadero motivo de Putin para invadirnos no es un conflicto entre naciones. Es el sueño febril de un peligroso dictador"
Estos son sólo algunos de los trabajos que la sociedad civil está haciendo para resistir la brutal e ilegal agresión rusa. Intentan preservar los progresos que la sociedad ucraniana ha conseguido durante los últimos 30 años, cuando emergimos de las cenizas de la Unión Soviética y comenzamos nuestro camino hacia la democracia.
Open Society Foundations, nuestro socio filantrópico, ha anunciado una inversión de 25 millones de euros para la creación del Fondo Ucraniano por la Democracia (Ukraine Democracy Fund). Su objetivo será proteger y mejorar lo conseguido en Ucrania. También se ha invitado a otros donantes a unirse a esta misión crucial.
Las necesidades son enormes y los desafíos no podrían ser mayores. Porque sea lo que sea que Putin le está diciendo a los ciudadanos rusos para justificar esta vil e injusta guerra, nosotros sabemos que su verdadero motivo, como el de muchas otras agresiones a lo largo de la historia, no es un conflicto entre naciones. Es el sueño febril de un peligroso dictador.
Muchas de las guerras que hemos visto a lo largo de nuestras vidas tienen una causa tangible. Diferencias religiosas, luchas entre identidades étnicas o disputas por el acceso al territorio, el mar o los recursos naturales. Pero la invasión de Putin no tiene nada que ver con esto. Tiene que ver con su trastornado deseo de recuperar el estatus imperial de la Rusia soviética.
Haciendo uso de la mitología de los siglos XVII y XVIII, Putin ha elaborado un cuento de hadas acerca de las tierras que rodeaban Kiev. En su cabeza, Ucrania le pertenece a Rusia. No es así, y nunca lo ha sido. Pero en su retorcida visión de la realidad, Putin no acepta la simple existencia de Ucrania.
El odio de Putin hacia mi país está espoleado por la decisión de Ucrania de alejarse del modelo soviético y caminar en una dirección radicalmente diferente. Rusia se ha construido sobre las bases de la jerarquía y la subordinación a un poder central fuerte. Ucrania defiende un legado de autodeterminación y ha escogido caminar hacia un modelo de sociedad abierta, plural y democrática. No estamos ahí todavía, pero vamos de camino. No seremos subyugados. Y Putin no puede soportarlo.
"La resistencia feroz a la invasión rusa se explica por nuestro rechazo a la idea de que Ucrania y Rusia formen una sola nación"
Putin se ve a sí mismo como un hombre con un destino manifiesto. El presidente ruso ha creado un régimen autoritario en Rusia. Ha arrestado a cualquiera que opinara en su contra. Ha destruido la sociedad civil y reconstruido la oligarquía económica y política del país tras la caída de la URSS.
Tiene todo lo que quería, excepto Ucrania. Ha intentado varias veces poner de rodillas a mi país. Siempre ha fracasado. Y cada día que pasa aumenta su enfado por ello.
Putin cree que Rusia y Ucrania forman una sola nación. Pero esta lectura desviada de la realidad explica también por qué la resistencia ucraniana es tan feroz. La visión que tiene Putin de Ucrania es una amenaza existencial para nosotros.
Esto no va de un pedazo de territorio. Esto va de nuestro derecho a existir. Y este es el motivo por el que los ucranianos estamos tan dispuestos a defender lo que es nuestro. Volver a tejer el tapiz de la Rusia perdida pasa por lograr una Ucrania derrotada. Pero el nudo ucraniano se resiste, porque ya no puede deshacerse.
En mi viaje al este, el día que comenzaron los bombardeos, me acompañaba mi hijo. Con 21 años, tiene más o menos la misma edad que tenía yo cuando Ucrania se independizó. Pasamos unos días juntos, pero pronto empezó a sentir la necesidad de volver a Kiev. Tenemos familiares de edad avanzada que no pudieron viajar con nosotros y él pensó que era su deber estar a su lado durante los días oscuros que se avecinan.
Estoy orgulloso de mi hijo. Estoy orgulloso de mi país.
*** Oleksandr Sushko es el director ejecutivo de la International Renaissance Foundation en Ucrania.