Más de cien años. Este es el tiempo que Europa tardaría en alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres si seguimos al ritmo actual. Tenemos que intensificar nuestros esfuerzos.
Europa, en comparación con otros sitios, es un buen lugar para las mujeres. Sin embargo, cada día somos testigos de demasiados casos de injusticia, discriminación y violencia.
El índice de igualdad de género recientemente publicado confirma este extremo: la puntuación global de la UE fue de 67,4 sobre 100, lo que representa un aumento con respecto a la puntuación de hace dos años, pero solo de un punto. En lo que respecta a España, la puntuación del índice es 70,1, lo que supone un incremento de un 1,8%.
Son demasiadas las mujeres que no tienen apenas elección a la hora de conciliar el trabajo con la maternidad. En 2018, casi cuatro de cada diez mujeres declararon haber adaptado su trabajo a sus responsabilidades familiares, frente a los menos de dos de cada diez hombres. Esta es la razón por la que en la UE hemos acordado legislación para promover la flexibilidad y lograr un mejor equilibrio entre la vida profesional y la vida privada, así como el reparto de las responsabilidades familiares.
A pesar de que las mujeres están cada vez más cualificadas y superan estadísticamente a los hombres en cuanto a nivel educativo, ocupan tan solo el 17% de los cargos directivos. En los consejos de administración, ese porcentaje se reduce al 6,9 %.
Lo que cuesta creer hoy en día es que, por término medio, las mujeres sigan cobrando considerablemente menos que los hombres por cada hora trabajada. La brecha salarial entre hombres y mujeres se sitúa en un increíble 16% aún hoy en Europa, un 15,1% en España.
De ahí que la Comisión Europea haya impulsado un plan de acción con medidas concretas para abordar la brecha salarial. Ahora tenemos que ver suficiente voluntad política en los países de la UE para hacer frente a las raíces culturales de algunos de estos desequilibrios, lo cual no es tarea fácil en una Unión tan diversa.
Los populistas utilizan los derechos de la mujer indebidamente para alimentar debates que crean división
Tenemos que invertir en el debate y la educación, de manera que tanto los hombres como las mujeres puedan sentirse cómodos en nuevos roles, apoyarse mutuamente y comprender que hay posibilidad de elección. También tenemos que impulsar este debate en Europa a distintos niveles, para que las autoridades nacionales y locales comprendan la necesidad de apoyar infraestructuras que permitan a las familias tomar las decisiones que mejor se adapten a sus necesidades.
Esto es especialmente importante, ya que en algunos lugares percibimos una tendencia preocupante y unas actitudes regresivas con respecto a la igualdad; especialmente cuando son asumidas por populistas. Los derechos de la mujer se utilizan indebidamente para alimentar debates que crean división y convertir la igualdad en una cuestión ideológica. Este intento de frenar nuestro empeño hace que tengamos que esforzarnos mucho más para poder avanzar.
Por ello, es muy importante que la presidenta electa, Ursula von der Leyen, se haya comprometido con la igualdad de género como una de sus prioridades políticas iniciales.
Se apoyará en un equipo de comisarios con mayor equilibrio de género y en servicios en los que el nivel de mujeres directivas acaba de alcanzar el 40% por primera vez en la historia de la UE. Esto no se ha logrado de un día para otro: el objetivo se fijó en 2014 y ha sido necesario un esfuerzo continuado para conseguirlo.
La desigualdad también tiene un precio. Por término medio, el nivel educativo de las mujeres es superior al de los hombres, pero sus capacidades no se aprovechan al máximo. Para 2050, el aumento de la igualdad de género podría dar lugar a la creación de 10,5 millones de puestos de trabajo y a un aumento del PIB de la UE de hasta un 9,6%, lo que equivale a 3,15 billones de euros. En última instancia, la creación de una sociedad más justa y abierta, en la que hombres y mujeres sean iguales, no solo beneficiará a las mujeres, sino a toda la población de la UE.
*** Věra Jourová es comisaria europea de Justicia, Consumidores e Igualdad de Género. Virginija Langbakk es directora del Instituto Europeo de la Igualdad de Género.