(Si el rosetón de la catedral de Palma, el más grande del mundo en el estilo gótico, pudiera hablar confesaría que el Domingo de Resurrección se puso rojo. Su gigantesco ojo de 13 metros de diámetro, con sus 1.236 cristales repartidos divinamente en sus 150 metros cuadrados, no daba crédito a lo que contemplaba más abajo, en el mundo de los reyes y los plebeyos, mortales todos).
“SÍ. Voy a sincerarme por una vez desde que soy reina. Agradezco este rincón que se me ofrece. Como alguna vez me dijeron cuando ejercía de periodista: me alegro de que me haga usted esa pregunta. He visto el infausto vídeo, no sé, 10, 15, 50 veces, así de obsesiva soy, y al contemplarlo era como si se me fueran cayendo, una a una, las nueve campanas de la catedral”.
“Una, otra… Pero la última, la más gorda, la N´Eloi, la de 4.517 kilos, la sentí más encima aún al descubrir, al final, un comentario apenas audible de una de las asistentes al espectáculo que di. No sé cómo será esa señora que habla al fondo, pero me la imagino como una de mis abuelas. Alguien, tras gritar Sofía, Sofía, dice: mala, es muy mala, es muy mala”.
“Y, claro, se refiere a mí. Y no, yo no soy tan mala, de verdad. Mi marido, el rey Felipe, sabe que me he esforzado como nadie en hacer méritos. Y eso que, como he comentado alguna vez entre amigos, la monarquía no es una meritocracia, sino una gametocracia. Yo hice mi papel al tener a Leonor y a Sofía, Sofía la auténtica para mí, como diría mi admirado Anson”.
“¡Ay mis hijas! Leonor, una niña de 12 años, atrapada, por más que yo lo intente, en su papel de princesa de Asturias. En su imagen. Y ahora, ¿qué puedo hacer tras el dichoso video? Fijaos lo que os digo. He visto dos videos diferentes del arrabalero espectáculo que di. Uno, el que está tomado desde detrás y yo aparezco de espaldas. De acuerdo, en ese me comporto como un borracho beodo queriendo fastidiar la foto de los novios. La primera pasada a la derecha, haciendo como si me interesara saludar a una señora, quizás la que luego me llamó “mala, muy mala”. Luego vuelvo al lado izquierdo para, finalmente, situarme delante de mi suegra, haciendo barrera, impidiendo, como si fuera Sergio Ramos, que Paco, uno de los fotógrafos de la Casa Real, metiera gol con la foto que yo no quería que Sofía se hiciera con las niñas”.
“Otras cincuenta veces me he visto el segundo video, en el que una voz del pueblo de Palma me llama “mala, muy mala”. Así como si se tratara del Poema del Mío Cid, yo fuera el malvado rey Alfonso y mi suegra la campeadora. En ese momento en el que una voz del pueblo burgalés dice aquello de qué buen vasallo si hubiese buen señor… A lo que iba. El segundo vídeo está tomado desde un extremo y a mí se me ve el lado derecho de la cara, el bueno. Pues en éste… De acuerdo, me comporto como el cuñado camorrista que se pone el día de la boda delante de la pareja y le dice a la novia, en este caso, mi suegra, te vas a enterar como no trates bien a mi cuñado… Pero no hablemos de cuñados y cuñadas, que ese es otro tema espinoso”.
“Borracha, camorrista… No, yo solo soy una madre obsesionada por la educación de mis hijas, en cumplir las normas que yo dicto y entiendo. Y ya le había advertido a Sofía, mi suegra, que no quería fotos en un acto público, como tampoco dejo a mi madre que se las haga. Ya sé que mi madre no es nieta e hija de rey, hermana de rey, esposa de rey, madre de rey como Sofía… Sí, pero mi madre Paloma es tan abuela de la princesa de Asturias como Sofía. Y en esto, tanto monta, monta tanto. A quien no le guste, que se aguante”.
“Leonor reaccionó así, despachando por dos veces de su hombro la mano de su abuela porque sabía que yo no quería esas fotos. De hecho, me culpo porque soy yo quien pone la mano sobre la de Leonor, que a su vez está apoyada sobre la de mi suegra, y soy yo quien comienza a empujar la mano de las dos hacia abajo, apeándolas del hombro de la niña. Esos segundos en los que Leonor desaira por dos veces a su abuela los tengo clavados en el cerebro como si fueran estiletes dirigidos por mi cuñada Cristina”.
“Porque yo sólo soy y me siento una madre obsesionada por la educación y la imagen de sus hijas. Bueno, y por la mía. Y tras el video, mi labor se ha venido abajo. Por mi culpa, Leonor se ha caído del cuento de hadas y el rosetón de su imagen ha estallado y quedado hecho añicos”.
“La vida sigue, aunque tras este nefasto Domingo de Resurrección todo esté un poco más muerto aún en Palacio. Como he declarado alguna vez, Felipe, fundamentalmente, es una buena persona. Hasta Jaime Peñafiel lo reconoce. Peñafiel, por cierto, ha pedido que Felipe se divorcie. También mi suegro, Juan Carlos, al poco de casarnos se atrevió a comentar en voz alta: ´Ya veis que Felipe no es tan inteligente como algunos dicen´. Un día, leyendo El Principito a Leonor y Sofía pensé que la maldición del baobab se había apoderado de Zarzuela. El árbol, con sus gigantescas raíces subterráneas, arruinaba cada día mi existencia allí dentro. Dicen que los malos espíritus del baobab se vengan de los cazadores que van a África a matar elefantes y leones”.
“¿Nos divorciaremos? ¿Otra vez? Nuestra relación, durante larguísimas temporadas, es de conllevanza, como decía Ortega y Gasset de España y Cataluña. Por cierto, hay quien le pide a Felipe mano dura, que me aplique el 155, que se plante, que me quite los actos y la asignación. Que deje las cosas claras como en su discurso catalán de octubre pasado. ¡Hablar claro! Si nadie sabe lo que pasa en el piso de al lado, para conocer qué sucede en una casa de más de 1.000 metros cuadrados”.
“¡En fin, qué horror! Dentro de poco voy a leer con mis hijas un libro que he descubierto. No, no es El amor de Penny Robinson. ¡Qué razón tiene mi ex Alonso! Todo es culpa del amarillismo de la prensa. Han aprovechado ese medio minuto del p… vídeo para socavar mi imagen que, se mire por donde se mire, tanto sacrificio y esfuerzo nos cuesta a todos. La mía y la de Leonor. No quiero pensar qué sabia y artera mano se esconde detrás de la filtración de esa secuencia última del video procedente de mi antigua casa”.
“El libro que he descubierto se llama El oro. Es de Blaise Cendrars. Narra la aventura del helvético Johann August Suter en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX. Se instaló en lo que ahora es California tras sobrevivir a los indios en un largo viaje. Cuando creía ser feliz, tras convertirse en el hombre más rico, poderoso y afortunado, en sus inmensas tierras daba una patada y salían pepitas de oro, su vida derivó en una ruina. Toda una enseñanza. ¿Cómo me ha pasado a mí? Se lo explicaré a Leonor y a Sofía para que comprendan que no es oro todo lo que reluce. Fin”.
(El rosetón de la catedral de Palma no sabe cuándo volverá a ver a la reina Letizia. La reina vigente… Y reina regente, según el artículo 59 de la Constitución y en caso de que Felipe VI, como humano que es, muriese de pronto y Leonor no fuera mayor de edad. Por esta razón el vídeo de autos no es baladí. Porque no narra un hecho privado de una nuera con su suegra y las nietas, sino la actuación incalificable de una reina consorte y la influencia negativa que en este episodio ejerce sobre la futura e hipotética reina de España, la princesa de Asturias Leonor Borbón Ortiz).