Hace casi tres años que decidí enviarle una sugerencia cívica tributaria a Albert Rivera para mejorar el proyecto político y nuestro ideario. Era mi primer contacto con un partido e inmediatamente comunicaron conmigo para aportar desde dentro trabajo, honestidad y valentía para regenerar España.
Hoy nuestro ideario recoge “el combate incesante contra la corrupción”, y es que el fraude fiscal es una expresión más del comportamiento insolidario, injusto e incívico de este tipo de conductas.
Desde algunos organismos públicos, como la propia Agencia Estatal de la Administración Tributaria (AEAT), en colaboración con la comunidad educativa, se han realizado diversas actuaciones dirigidas a niños y adolescentes (son “esponjas” en edades tempranas) para asimilar una conciencia fiscal en los futuros contribuyentes, de modo que incorporen la responsabilidad fiscal como uno de los valores sobre los que se organiza una sociedad democrática.
La CNMV y el Banco de España suministran material para difundir los conceptos básicos del mundo financiero
En 2015/16, todas las actuaciones en esta materia se han desarrollado por personal de la AEAT de manera voluntaria y no remunerada. Como ejemplo, en este ejercicio, las Delegaciones de la Agencia Tributaria han realizado jornadas de puertas abiertas (9.800 alumnos), visitas a centros educativos (19.100 alumnos), cursos y charlas en Facultades y Escuelas Universitarias (1.500 alumnos).
Por otro lado, la CNMV y el Banco de España, en colaboración con el Ministerio de Educación, suministran material didáctico a los centros para que los alumnos puedan familiarizarse con los conceptos básicos del mundo financiero.
Sin embargo, este esfuerzo es insuficiente, pues afecta a una mínima parte del alumnado en Enseñanzas de Régimen General no universitarias, dado que para el curso 2015/16 se estiman en más de 6,3 millones, según datos del Ministerio de Educación, los estudiantes de Formación Profesional, Bachillerato, ESO y Educación Primaria.
El fraude fiscal en España ha alcanzado en los últimos años en torno al 8% del PIB anual: unos 80.000 millones de euros
El actual Gobierno, pese afirmar que la lucha contra el fraude fiscal ha sido una de sus banderas, ha mantenido durante toda la X y XI legislatura una AEAT infradotada de medios humanos y materiales (la media europea se sitúa en el doble), lo que unido a los recursos destinados a concienciar y sensibilizar a nuestros jóvenes, futuros contribuyentes, reduce considerablemente la efectividad de la AEAT en una sociedad sin valores cívicos tributarios.
Basta con mirar fuera de nuestras fronteras: los países nórdicos y anglosajones son pioneros en estas enseñanzas. Algunos países europeos, como Suiza, tienen programas de “preparación a la vida adulta” y algunos incorporan a los currículum asignaturas de educación fiscal y cívica desde hace dos décadas, sin coste alguno para el erario público.
El fraude fiscal en España ha alcanzado en los últimos años en torno al 8% del PIB anual (lo que equivale a unos 80.000 millones de euros). Ello atenta contra la equidad en el reparto de las cargas fiscales y constituye un ejercicio de competencia desleal con aquellos ciudadanos que sí cumplen honestamente. Es una injusticia social e inconstitucional, por aplicación de nuestro artículo 31 CE.
El cambio de sensibilización de nuestros hijos es fundamental para cambiar las conductas de los futuros contribuyentes
La actual coyuntura de infrafinanciación de muchas Comunidades Autónomas, especialmente la mía, la Valenciana, hace más urgente la educación de nuestros hijos en esa conducta ética tributaria, pues los recursos públicos defraudados son necesidades no cubiertas en nuestro Estado del bienestar; fundamentalmente en sanidad, educación, servicios sociales y el futuro de nuestras pensiones.
Si bien la lucha contra el fraude se debe acometer desde un conjunto de distintas actuaciones complejas (Ciudadanos ha presentado varias iniciativas legislativas al respecto), dada la dificultad a la cual nos enfrentamos, no es menos cierto que el cambio de mentalidad, sensibilización y cultura de nuestros hijos es fundamental para cambiar las conductas de los futuros contribuyentes.
Y, además, con toda seguridad, condicionará el comportamiento de los padres, porque… cuando la educación va de hijos a padres, ¿quién se resiste al sonrojo y la reprobación de un hijo? Yo no, y espero que ustedes tampoco. Cuando sus hijos estudien estos valores en la escuela, cuando el Congreso haga realidad la iniciativa de Ciudadanos para la Educación Cívico Tributaria.
*** Vicente Ten es técnico de Hacienda del Estado en S.E. y diputado y portavoz en la Comisión de Presupuestos del Grupo Parlamentario Ciudadanos.