Hoy la Selección Española de Fútbol Femenino ha vuelto a hacer historia. El combinado de Jorge Vilda, que cuenta con algunas de las mejores jugadoras de este Mundial y es uno de los principales favoritos a hacerse con la Copa del Mundo el 20 de agosto, ha vencido a Suecia este martes por dos goles a uno. Después de una serie de encuentros intensos y sufridos, ha conseguido un pase a la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda, donde disputará el título con Inglaterra o con Australia.
Las nuestras siguen dando pasos de gigante en el fútbol. Han logrado varios hitos: nunca habían jugado unas semifinales, nunca habían ganado a un equipo con mejor ránking en un gran torneo, y nunca habían vencido a Suecia. Ahora están a un paso de tocar la gloria haciéndose con el oro el próximo domingo.
Esta Copa del Mundo Femenina de la FIFA es la mejor prueba del auge indiscutible que ha venido experimentando el fútbol femenino en los últimos años. Ha reunido por primera vez a 32 selecciones, y ha certificado la consolidación del fútbol femenino como fenómeno de masas.
Es cierto que, aunque está de moda, la incorporación de la mujer al mundo del balompié no es ni mucho menos un acontecimiento reciente. El fútbol femenino nació ligado a la lucha por la emancipación y los derechos de la mujer, pero muchas tuvieron que jugar en la clandestinidad, pues practicar este deporte se consideraba una falta de decoro y de modales.
La celebración de la primera Copa Mundial de Fútbol Femenino en 1991 consagró esta disciplina como deporte profesional. Y ocho ediciones después, que cada vez gozan de mayor seguimiento en todos los países gracias a una cobertura mediática sin precedentes (en cabeceras hasta ahora monopolizados por la información deportiva masculina), confirman que el deporte rey no es una cosa sólo de hombres.
Este trofeo está sirviendo para probar que los partidos pueden ser tan emocionantes como los de los varones, y que las jugadoras poco tienen que envidiarles en habilidad y condiciones. En algunos casos, las selecciones nacionales de mujeres tienen un palmarés más amplio que sus contrapartes masculinos.
De hecho, como destacan algunos analistas, exhiben un juego más ofensivo (y por tanto, más atractivo) y mayor deportividad que muchas de las selecciones masculinas.
Según la FIFA, alrededor de 30 millones de mujeres y niñas juegan al fútbol federado, y se aspira a alcanzar 60 millones de jugadoras en todo el mundo en 2026. Y según datos de la UEFA, 69.000 clubs cuentan ya con un equipo femenino.
Uno de los mayores motores del crecimiento del fútbol de mujeres ha sido precisamente España. Gracias en gran medida al aumento de la inversión de la Real Federación Española de Fútbol y a la labor de los clubes, se ha convertido en una absoluta potencia mundial en el fútbol femenino. Cuenta con algunos de los mejores equipos del planeta, como el Real Madrid y el Barça. Y podría ser la sede de la Copa del Mundo de 2031.
En España las licencias federativas han crecido un 300% en apenas diez años. A partir de 2016 se dispararon, llegándose a superar las 77.000, lo que demuestra que muchas niñas tan sólo necesitaban un ejemplo para aficionarse a este deporte.
No sólo las instituciones y los patrocinadores dan un apoyo creciente al fútbol femenino, habiendo convertido la liga en una competición profesional y permitiendo a sus equipos establecer récords a la hora de firmar acuerdos publicitarios. También los aficionados están respaldándolo masivamente. Cabe recordar que España ha registrado el récord Guinness de asistencia a un partido de fútbol femenino, alcanzando los 91.648 espectadores.
En definitiva, la disciplina está creciendo a pasos agigantados en los últimos años y se ha convertido en una de las banderas del fomento de la inclusión de la mujer en la sociedad.
La FIFA ha apoyado su crecimiento con un Programa de Desarrollo del Fútbol Femenino, permitiendo a las 211 federaciones asociadas la oportunidad de acceder a más recursos y conocimientos técnicos. También organizando nuevas competiciones y promocionando la participación de las jóvenes mediante becas de formación.
No obstante, queda mucho camino por recorrer para alcanzar las mismas condiciones que el fútbol masculino. La brecha salarial en este deporte sigue siendo abismal, y muchas se ven obligadas a compatibilizar con una segunda profesión o a conciliar con su vida familiar. Y así como la presencia femenina ha crecido notablemente en el estamento arbitral (más de 7.000 árbitros mujeres en España), su participación en los altos puestos de los organismos federativos sigue siendo minoritaria.
Además, es cierto que el fútbol femenino continúa estando muy lejos del masculino en cuanto a número de seguidores. Pero no resulta difícil imaginar un futuro próximo en el que alcance un peso deportivo excepcional. La pasión con la que los españoles han acompañado a su Selección femenina es la mejor demostración.