La crisis de los trenes que no entran en los túneles de la red FEVE en Cantabria y Asturias se ha cobrado dos nuevas cabezas. Ayer dimitieron la secretaria de Estado de Movilidad, Transportes y Agenda Urbana, Isabel Pardo de Vera y el presidente de Renfe, Isaías Táboas.
El Gobierno era consciente de que el simulacro de depuración de responsabilidades del pasado 6 de febrero por el error en los gálibos de Adif de los trenes licitados por Renfe no era suficiente. Por eso, a los ceses del jefe de Inspección y Tecnología de vía (Adif) y del gerente del Área de Gestión de Material de Renfe Viajeros se suman ahora los de los máximos responsables del gestor de infraestructuras ferroviarias y del operador de transporte, respectivamente.
Como ha podido saber este periódico, fue Moncloa quien forzó directamente la destitución de Pardo de Vera y Táboas, colocando a Raquel Sánchez en la tesitura de elegir entre cesar a sus números dos o ser ella misma quien saliese del Gobierno.
Para evitar una nueva crisis de Gobierno, la ministra de Transportes ha optado por la salida de la secretaria de Estado y del presidente de Renfe. Ha ayudado también para esta resolución el hecho de que las jefaturas de Adif y Renfe se hayan estado lanzando reproches y acusándose mutuamente de los problemas en la descripción de las características técnicas de los trenes cercanías y media distancia del contrato adjudicado a CAF.
Los ceses también están pensados para proteger al barón socialista en Asturias, Adrián Barbón, y al socio de Pedro Sánchez en Cantabria, Miguel Ángel Revilla.
Ambos presidentes autonómicos se han esforzado por desmarcarse críticamente del problema con los gálibos de los nuevos trenes de ancho métrico. Pero la asociación partidista con los responsables del Ministerio (y de Renfe, que tal y como informó EL ESPAÑOL manejaba informes desde 2021 que alertaban de que los trenes no iban a caber en los túneles) amenazaba con lastrar sus expectativas electorales el 28-M.
Es cierto que, aunque no se le puede imputar directamente la culpa de los fallos de diseño de la nueva flota, Pardo de Vera tenía una responsabilidad evidente como autoridad última en Adif.
Pero que un alto cargo ministrable haya optado por terminar una fulgurante carrera política con su dimisión la honra y dignifica. Y más cuando esta sana costumbre política ha caído en desuso en España en los últimos años.
Porque no puede olvidarse que otros miembros de este Gobierno han protagonizado chapuzas y ratificado desmanes mucho más graves que este. Por eso, no se entiende el doble rasero de la política de ceses de Moncloa, que aún mantiene en su puesto, pese a su acreditada incompetencia, a Irene Montero, Alberto Garzón e Ione Belarra.