Los resultados de las elecciones andaluzas han dejado en una posición muy frágil a Ciudadanos. Que el castigo haya sido objetivamente desproporcionado a la vista de la excelente labor del partido naranja durante estos últimos cuatro años en Andalucía no ha de servir, sin embargo, como muro de las lamentaciones con el que esquivar la realidad.
Porque los resultados de Ciudadanos en Andalucía no han sido una excepción a la tendencia de los tres últimos años. Desde el 10 de noviembre de 2019, fecha de la caída del partido naranja de Albert Rivera desde los 57 a los 10 escaños, la formación ahora liderada por Inés Arrimadas no ha logrado levantar cabeza, lastrada tanto por errores propios como por una coyuntura política que castiga al centro político.
Es probable que el centro reformista liberal español, que tantas dificultades ha tenido históricamente para cuajar en España, necesite para germinar de unas condiciones sociológicas concretas. Condiciones que, desde luego, no se han dado desde la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa con una moción de censura apoyada por populistas, extremistas y nacionalistas, y la consolidación del conocido como gobierno Frankenstein.
Pero a la política se viene llorado de casa. Lo que toca ahora en Ciudadanos es mirar al frente y tomar decisiones valientes tras un proceso de reflexión que no debería alargarse demasiado en el tiempo. Porque, ahora sí, cada semana cuenta.
Un espacio para Ciudadanos
Este diario ha defendido la necesidad de la existencia de una formación de centro reformista liberal que evite la deriva de los dos grandes partidos del escenario político español, PP y PSOE, hacia sus extremos o, peor aún, hacia el nacionalismo.
Pero lo importante para aquellos ciudadanos que defienden los valores del centro no debería ser cuál es el instrumento, sino cómo se defienden mejor esos valores liberales y reformistas. ¿Es Ciudadanos, ahora mismo, ese instrumento?
El centro es el espacio político más dependiente de los ciclos políticos. Cuando el bipartidismo reinaba imperial en la España de los años 80, 90 y principios de la década de 2000, el centro no tenía apenas espacio puesto que no existía ningún partido a la derecha del PP y poco, muy poco, a la izquierda del PSOE. Hubo momentos, incluso, en que el PSOE se acercó a posiciones centristas y liberales. José Luis Rodríguez Zapatero llegó a afirmar en su momento que bajar impuestos "es de izquierdas".
La pregunta que debe plantearse Ciudadanos es cómo se defienden mejor esos principios liberales hoy. A la vista de los resultados en Andalucía resulta fácil afirmar, a toro pasado, que lo mejor para Ciudadanos habría sido encontrar alguna forma de integración en las listas del PP. Algo que habría dado resultados muy similares a los que finalmente arrojaron las urnas, o quizá incluso mejores.
Pero, con un PSOE atado a sus socios radicales y un PP ocupando todo el espacio de centro, desde la socialdemocracia más sensata hasta el conservadurismo y el liberalismo, ¿qué espacio le queda ahora a Ciudadanos? ¿Cuáles son sus perspectivas realistas hoy? ¿Conservar un par de concejales en Madrid y quizá uno, dos o tres en el Congreso de los Diputados?
¿Quedar reducido a un partido de dos: Inés Arrimadas y Begoña Villacís?
Fórmula de integración
En las circunstancias actuales, ni el nombre ni la marca son esenciales para Ciudadanos. Y quizá la opción más sensata y razonable para abordar esa reconstrucción del centro como entidad diferenciada del PP moderado de Alberto Núñez Feijóo sea, paradójicamente, buscar una fórmula de integración entre los populares.
Una fórmula que le permita a los miembros de Ciudadanos mantener su personalidad y una cierta independencia orgánica, pero que les consolide como la rama progresista de los populares. Como fue la corriente Izquierda Socialista para el PSOE. Porque sus votantes siguen existiendo hoy, como existían cuando Ciudadanos obtuvo 57 escaños en el Congreso o ganó las elecciones en Cataluña, la primera victoria de un partido no nacionalista en la región.
No queda tiempo que perder. Esperar a las municipales de 2023 sería el golpe de gracia para el partido. Ciudadanos debería negociar con el PP de Feijóo una fórmula beneficiosa para ambos que le permita a los populares llegar a sectores demoscópicos a los que el partido no llega, y que le permita a los naranjas sobrevivir en un espacio propio desde el que defender los valores del centro reformista liberal.