La sesión de ayer en el Congreso de los Diputados, donde el Gobierno consiguió aprobar el decreto para aliviar los costes de la crisis, dejó varias lecturas políticas. La principal, el blanqueamiento de EH Bildu de la mano del PSOE.
A nadie se le escapa que existe una voluntad de proyectarlo como partido institucional, capaz de anteponer los intereses generales sobre los ideológicos. Que el siguiente paso sea desbancar al PNV en el País Vasco con una coalición de izquierdas, es algo que el tiempo dirá.
El PSOE jugó el último día a varias bandas para arrancar los apoyos necesarios a su decreto de medidas económicas. Aunque en un principio abrió la puerta al PP, su principal opción siempre fue Bildu, tal y como hoy revela EL ESPAÑOL. Sánchez ha preferido mantener el relato de un PP incapacitado para el acuerdo, antes que dar el brazo a torcer y aceptar unas propuestas razonables para sacar la economía española del atolladero con un amplio consenso.
El plan de Pedro Sánchez salió adelante en el Congreso de los Diputados por un exiguo margen: 176 a 172 votos. El presidente tuvo el respaldo de los siete diputados de Bildu y el voto en contra de ERC, que mantiene su escenificado victimismo por el caso Pegasus.
Pasado el trance, el Gobierno podrá activar sus medidas para reducir el impacto de la pandemia y la guerra de Ucrania en las empresas y los ciudadanos. Eso incluye avales valorados en 10.000 millones de euros del Instituto de Crédito Oficial, bonificaciones de hasta 20 céntimos por litro de gasolina o el aumento temporal del 15% en el ingreso mínimo vital.
Ejercicio de realismo
El panorama, sin embargo, no resulta halagüeño. La Encuesta de Población Activa reflejaba ayer la destrucción de 100.000 empleos en el primer trimestre del año. Y el contexto internacional no acompaña. La guerra en Ucrania está lejos de su final y Estados Unidos anunciaba una caída trimestral del 0,4% de su PIB. Todo ello aviva el riesgo de una nueva recesión mundial.
Los meses de inflación desbocada, del 9,8% en marzo, tendrán efectos de segunda ronda. Es decir, el disparado precio de la luz, del gas y del petróleo de estos meses impactará en el precio de los productos y seguirá encareciendo el coste de vida. Y si bien es cierto que las medidas de Sánchez contendrán el alza de la factura energética, muy probablemente el resto se desbordará.
En este escenario, es necesario que el Gobierno haga un ejercicio de realismo y presente un plan de estabilidad serio. Debería empezar por el cuadro macroeconómico que envía este viernes a Bruselas. Las previsiones de crecimiento están muy lejos del 7% con el que contaba Moncloa y la guerra financiera a Rusia sólo empeora el problema.
Urge que España marque una ruta para combatir el déficit, establezca unas bases sólidas para el crecimiento, alivie las cargas fiscales de los españoles y controle una deuda situada muy peligrosamente en el 120% del PIB.