PP y Vox se han citado el próximo martes para tratar de cerrar el apoyo de la formación de Santiago Abascal al pacto de Gobierno en Andalucía rubricado entre los populares y Ciudadanos. Vox ha condicionado su respaldo a ese pacto a la eliminación, "entre otros puntos", de la dotación presupuestaria para combatir la violencia de género.
Si es comprensible la urgencia del PP por hacer que Vox recapacite -y de ahí los últimos guiños lanzados por Pablo Casado, como el de afirmar que "el 25% de las víctimas en el entorno del hogar no son mujeres"-, no es menos cierto que esta negociación bilateral amenaza el acuerdo de los populares con Cs.
Pacto del Abrazo
La situación recuerda mucho a la vivida con el llamado pacto del Abrazo de 2016, aquel principio de acuerdo para configurar en España "un Gobierno reformista y de progreso" que sellaron Pedro Sánchez y Albert Rivera.
Y decimos que la situación actual de Vox nos recuerda la mantenida hace tres años por Podemos -que se negó a dejar paso a un Gobierno de cambio con argumentos peregrinos- porque su actitud provocó finalmente que hubiera que acudir a la repetición de elecciones.
Amenaza democrática
El ADN centrista de Cs le impide negociar con Vox -lo mismo que con Podemos-, de ahí que no esté dispuesto a tocar una coma del pacto alcanzado con el PP en Andalucía. No está sólo Albert Rivera en ese criterio: hoy publicamos una encuesta que indica que casi la mitad de los españoles considera a Vox como una amenaza para la democracia constitucional, incluso mayor que la que representa por Podemos.
La posición de Vox frente a un asunto de tanto consenso democrático como la ley de violencia de género, por ejemplo, puede frustrar las aspiraciones de cambio en la Junta. Si así fuera, Abascal demostraría que su partido, con 12 escaños de un total de 109, da prioridad a sus apuestas imposibles.