Me gusta ser una zorra

Es más, me gusta ser una zorra, como cantaban Las Vulpes. 

Ser una zorra, a mi juicio, significa ser lista, astuta, escurridiza, noctámbula, rápida, sagaz, ligera, divertida, desobediente.

Ser una zorra significa no pedir perdón por existir. No pedir perdón por ganar. No pedir perdón por ser fuerte.

Ser una zorra significa analizarte a ti misma con más humor que culpa. Perdonarte. Defenderte. Tejer tus razones y convertir tu discurso en una tela de araña (por desgracia para muchos, el material más resistente de la naturaleza). Caerte bien.

Esto último es importante, es toda una conquista, porque ser una zorra significa ante todo no declararle la guerra a tu propio cerebro, pero, si es necesario, sí a todo lo demás.

Nebulossa y sus bailarines en el Benidorm Fest, cantando la ahora polémica 'Zorra'.

Ser una zorra significa dejar de boicotearse.

Ser una zorra significa entender que una es todo lo que tiene en la vida, una compañera encantadora y fatal, una amiga tierna y loca, una vieja enemiga íntima con la que a fuerza de tortas hemos acabado haciendo las paces: ahora admiras su resistencia.

Ser una zorra significa observar con fascinación cuánto empeño hemos dedicado en la vida a destruirnos, a jodernos, a mirarnos mal, a llenarnos la cabeza de pudores y de terrores ficticios, y, sin embargo, ser una zorra significa no haber conseguido matarse de asco o de pena por el camino.

Hay que ser una zorra con mucho talento para haber sobrevivido al imperio cruento de una misma. 

Ser una zorra significa reírse salvajemente, hablar salvajemente, bailar salvajemente, beber salvajemente, comer salvajemente. Disfrutar salvajemente. 

Ser una zorra significa tener deseo y cazarlo. 

Ser una zorra significa tener ambición y usarla.

Ser una zorra significa tener potencia y explotarla.

Ser una zorra significa tener pasta y gastarla. 

Ser una zorra significa negarse a contestar la pregunta "dónde estás y con quién". 

Ser una zorra significa no edulcorar, no minimizar la infamia de los otros, no usar eufemismos ni expresarse como un político. Ser una zorra, al cabo, significa ser justa y llamar a las cosas por su nombre. 

Ser una zorra significa gamberrear, que es el arte de alborotar las cosas sin hacerle mal a nadie. 

Ser una zorra significa modificar el orden del mundo. 

Ser una zorra significa ser imprevisible. 

Ser una zorra significa ser consciente de que es preferible ser peligrosa a ser inofensiva. 

Ser una zorra significa decir "no" con la boca grande y no alegar por qué no después. Ser una zorra significa abrazar el "no me apetece" como la mejor de las razones para no hacer algo. 

Ser una zorra significa también reivindicar el derecho a la pereza, el derecho al desorden, el derecho al exabrupto, el derecho a marcharse dando un portazo.

Ser una zorra significa, a menudo, no consentirse a una misma llevar zapatos incómodos sólo por parecer más alta o más sofisticada. Una zorra siempre es larga. 

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Todo lo que me mola en la vida va de ser una zorra, como dice la canción que camina peligrosamente hacia Eurovisión, interpretada por Nebulossa.

Ahora hay feministas soporíferas que nos explican que esto está feo, que esto es un insulto, que esto es decadente. No tengo claro si están perdidísimas o sólo son tediosas (que es lo mismo que ser literales).

Sienten que el "zorra" se refiere a una calificación moral de la vida sexual de las mujeres, como un sinónimo de "puta". Esto es muy estrecho y limitante, esto es intelectualmente débil. "Zorra" es polisémico, floreciente, admirable y punk. "Puta" es la misma basura de siempre. 

¿Cómo van a comparar una cosa con la otra? Las putas sólo pueden coger un camino (y va marcado). Las zorras los cogemos todos. 

A las putas, el mercado sucio y putero de los hombres les ponen un precio. A las zorras no podrían pagarnos nunca, ni aunque empezasen a ahorrar ya. 

Los haters de Zorra, que tiene hechuras de himno (la canta una mujer madura y ¡esta vez! se sexualizan dos hombres, que se quedan en tanga, lo que ya me parece una propuesta novedosa), no saben que el lenguaje está vivo, no saben que muta y sangra y crea pieles de las viejas costras.

A mí lo que me parece lamentable es tener la ocasión de ser una zorra y elegir ser una perra.

En el verso más elocuente de la canción, la intérprete dice: "Si salgo sola, soy la zorra, / si me divierto, soy la zorra, / si alargo y se me hace de día / soy más zorra todavía. / Cuando consigo lo que quiero / jamás es porque lo merezco / y aunque me esté comiendo el mundo / no se valora ni un segundo".

Esto es muy interesante, porque el machismo moderno, una vez que ha detectado que no puede controlar la emancipación laboral de la mujer, se dedica a cuestionar su ocio y su vida lúdica para desacreditar sus éxitos profesionales. 

Un tipo que alcanza notoriedad durante el día, en su curro, y por las noches se da un voltio, es celebrado como un fiera, un máquina, un todoterreno, un artista, un genio carismático. 

Una mujer que hace lo propio es una zorra. Pero una zorra siempre se paga su propio whisky y se fuma su propio tabaco. 

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En Teoría King Kong, Despentes escribió que la feminidad no era más que una "puta hipocresía", algo referido, en realidad, al "arte de ser servil".

Sin embargo: "Beber: viril. Tener amigos: viril. Hacer el payaso: viril. Ganar mucha pasta: viril. Tener un coche: viril. Andar como te dé la gana: viril. Querer follar con mucha gente: viril. Responder con brutalidad a algo que te amenaza: viril. No perder el tiempo en arreglarse por las mañanas: viril. Llevar ropa práctica: viril. Todas las cosas divertidas son viriles, todo lo que hace que ganes terreno es viril. Eso no ha cambiado tanto en cuarenta años". 

Ser una zorra, al cabo, significa montar la fiesta y que seas tú quien decide cuándo acaba.

Ser una zorra va de pasárselo bien y no ocultarlo, que es lo que más les pica. 

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Ser una zorra es abrazar al Homo Ludens.

En mi lápida quiero que un día escriban: "Ella sólo quería jugar".

Luego seré una zorra del más allá y volveré siempre a tocaros la puerta.