La pobre Ione no se entera de nada. Como psicóloga, flojita. Como política, ya ni te cuento. La chica ha perdido completamente el oremus. Primero sobrevivió al cortacabezas, que hoy es mucho más la maquinaria de Yolanda (aka 'Barbie Killer') que esa peluquería de modernos de Malasaña donde pidas lo que pidas te dejan con el look de Camarón o de El Rico, un Cristo bien puro que sale en procesión por Málaga: recortadito y escarolado. Qué sé yo, lo viejo y lo nuevo son lo mismo, y eso aplica a la política.
Luego vendió a su mejor amiga Irene por menos de 30 monedas de plata, al más puro estilo Judas low cost. Ella, que se quiere mucho, no lo llama "crucifixión" ni "decapitación de Medusa" (tampoco es que sea lo suyo cristianismo ni la mitología griega), sino "responsabilidad y generosidad" de su formación durante la negociación con Díaz, "a pesar de que se nos impuso un acuerdo que ninguna otra formación habría aceptado".
Pues vale, eso ya como ella quiera. Si aquí todo es el relato. El antiguo "no eres tú, soy yo" ha mutado, como dice el meme, en "no eres tú, es tu marco teórico".
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Vimos imágenes del domingo de Montero yendo a practicar la democracia, que cuando no eres candidata mola menos. Para papeleta, la suya. Ni siquiera pidió el voto para nadie. ¿Eso será porque votó a Pedro? La historia tiene estos giros, estas perversiones poéticas.
La mujer que llegó para aniquilar el bipartidismo ¿votando al bipartidismo, después de una campaña de fuego y de furia? ¿Siendo útil y no utópica? Ah, qué mayores somos.
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Ione traicionó, como digo, a Irene, pero en Podemos son mucho de echar balones fuera y ahora parece que toda la culpa es de Díaz. Si la cambió por dos cabras y un cortijo es porque sabía que estaban muertos, muertos y enterrados civilmente, como Feijóo siendo interrumpido en su discurso postelectoral por unas masas que coreaban el nombre de Ayuso, rojísima y centelleante en todas las formas en las que se puede estar roja y centelleante.
Hay gestos que valen toda una vida.
Pensábamos que uno no se podía sentir más ridículo que cuando le cantan Cumpleaños feliz y no sabe qué hacer. ¿Cantar también, es decir, cantarse a uno mismo, autofelicitarse por no haberla pencado en los últimos y peligrosos doce meses? ¿Dar palmas? ¿Corear? ¿Sonreír? ¿Mirar a la tarta, o a la madre, o al amigo? ¿Elegir un rostro y quedarse en él, ignorando al resto, como los conferenciantes nerviosos? ¿Vigilar que las velas no se apaguen? ¿Por qué se siente uno un niño viejo y terriblemente incomprendido, asediado por un coro demoníaco? Es un cántico absurdo que no aguanta más de veinte segundos, pero que se sienten dos siglos en piedra sobre el cuerpo.
La cara de tonto se instaura en ese ritual y ya dura todo el año.
Digamos que Ayuso le cantó a Feijóo el Cumpleaños feliz en su peor noche, en la noche de su fracaso, en la noche en la que quedó constancia de su anticarismática tibieza. Él no supo dónde meterse ni qué hacer con las manos. Era el final. Alguien, por incordiar, siguió con el "porque es un chico excelente". Es tortura y es cultura.
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Pero la cara de Ione también ha sido un poema en estas últimas semanas. En los pocos actos en los que la hemos visto pasarse a saludar, sin pintar mucho (en los que la habrá dejado Yolanda por hacer bulto, para que no fueran cuatro y el del tambor), me he quedado colgada de su semblante tan dulce y sibilino, incómodo, con un subtexto henchido de tormentas interiores y de barcos pirata lanzándose cañonazos entre sí. La ampliaba con zoom para llegar a su corazón a través de los ojos o del huequecillo de la boca.
¿Qué piensas, Ione? ¿Odias tanto como parece a la rubia maja de los cuchillos largos? ¿Qué te retiene en esa foto en la que no quieres a nadie y nadie te quiere? Ione, pide ayuda. Guíñanos si estás secuestrada.
Ione, aplauso triste.
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Cuando Yolanda, con la voz cascadilla, dijo tras el recuento electoral que sabía que esa noche mucha gente dormiría tranquila, Ione activó todos los rictus que tiene en su acervo el ser humano. Desde luego, ella esa madrugada no pegó ojo. Quién sabe si se pillaría un taxi para Galapagar con papá y mamá para acunarse en medio.
Les extraña. Les retuitea como a novios lejanos. Un retuit a ella, otro a él. Quizá sean ellos mismos los que le han permitido a Ione estar ahí para poder seguir siendo sus ventrílocuos.
El caso es que por la mañana se levantó ya cruzada y metió tres coces a lo loco, disparándose en el pie, escupiendo a su propio grupo (¡antes de que se repartan las sillas!). No entiendo qué pretendía. ¿Desafiar? ¿Su puesto es vitalicio? ¿Es que la cláusula pactada es tan fuerte que Díaz no la puede echar y va a humillarla desde cerquita?
Acusó a Sumar y a Yolanda Díaz de "invisibilizar a Podemos" y de "renunciar al feminismo" durante la campaña electoral, dos motivos por los que, asumía, se han perdido "más de 700.000 votos y muchos escaños respecto al peor resultado de Unidas Podemos". La chavala está perdidilla, cuando menos.
No entiende que el voto útil de la izquierda ha ido para Sánchez por el pánico a Vox y que si Sumar ha rebañado algo ha sido, precisamente, porque Podemos ha sido barrido.
No entiende que los datos hubiesen sido aún más tristes con su vieja banda (hace rato desposeída de amigos y de afectos en el pueblo) en primera línea.
No entiende que si Pedro, de hecho, tampoco ha sacado un resultado más boyante ha sido precisamente por culpa de la ley del 'sí es sí' ideada por su comadre Irene Montero, error inexcusable durante su mandato que casi le hiere de muerte y que le tumbó en el momento más débil de su campaña, el careo con Feijóo. El propio presidente reconoció que se arrepentía de ese movimiento. No había dídimos de responder a la acusación de haber sacado a los violadores en tromba a la calle sin que se le cayese la cara de vergüenza. Fue una estocada casi mortal para el chico de las siete vidas.
Ah: "El principal motivo por el que elegimos a Yolanda Díaz como nuestra candidata fue gobernar con más fuerza", subrayó Ione, compungida.
Ese "elegimos" tan soberbio y desfasado, tan crédulamente colectivista, tan ridículamente narcisista, esa medalla clavada en el pecho sangrante... la carga el diablo. A Yolanda la eligió sólo Pablo y a dedo. Pero la pobre Ione no se entera de nada.