Hace un año se estrenó Mother!, la última película del director neoyorquino Darren Aronofsky. Salvador Llopart, de La Vanguardia, la calificó de "endeble e irracional". Manu Yáñez, de Fotogramas, de "grotesco estudio de las tensiones matrimoniales". La revista Variety la tildó de "pesadilla barroca sobre nada más que sí misma". Los espectadores abandonaron en masa las salas, algunos mientras lanzaban insultos a la pantalla, y sus resultados en taquilla fueron los de casi cualquier otra obra maestra del cine: pírricos. El tiempo la pondrá en su sitio.
Yo no la vi hasta hace unos días. Leída textualmente, como si fuera una de esas inanidades pestilentes que suelen ganar el Oscar a la Mejor Película, Mother! es la historia de una pareja que ve cómo su casa es invadida, gracias a la incomprensible tolerancia de él, por extraños cada vez más intrusivos. Esa ha sido la interpretación de la mayoría de los que vieron la película. Que la interpretación más errónea posible de la película sea fruto de aquello que ésta critica (la literalidad) es una de sus muchas virtudes: quod erat demonstrandum.
Que Mother! es una alegoría es una obviedad. Otra cosa diferente es de qué sea alegórica la alegoría. Yo pensé en un primer momento que lo era del proceso cíclico de creación artística. Del agotamiento creativo tras la escritura de una novela, o de la producción de cualquier otra obra de arte, y del periodo de bloqueo hasta la vuelta de la inspiración, catarsis destructiva mediante. Resulta que esa interpretación, parcialmente errónea, no está demasiado lejos de la correcta.
En realidad, Mother! es una alegoría del sexto día del Génesis, el de la creación del hombre, abarrotada de referencias gnósticas y a los textos de la cábala (Aronofsky es ateo pero de raíces judías). Javier Bardem es Dios pero también el Diablo. Un dios menor: el Demiurgo de la materia y de la carne. Bardem ignora la existencia de un Dios verdadero, superior a él, secreto e inaccesible, y por eso le aquejan defectos humanos: el ego, la irresponsabilidad y la indiferencia. Jennifer Lawrence es la Madre Tierra, pero también la mitad femenina de Dios.
Michelle Pfeiffer es Eva, pero también el Diablo. Sus hijos son Caín y Abel. La editora de Bardem es el Arcángel Gabriel. El estudio de Bardem es el árbol del conocimiento del bien y del mal. El joven personaje negro y su novia asiática son la posmodernidad pero también las razas que han de sustituir al hombre blanco occidental en su dominio del planeta: aparentemente bondadosos, sólo entorpecen al pretender ayudar, henchidos de soberbia y con los mismos defectos que aquellos a los que pretenden sustituir. La casa es la Creación y el Paraíso al mismo tiempo. Su sótano es el infierno. El proceso de creación/destrucción es cíclico y Dios crea una y otra vez, incansablemente, universos sucesivos que acaban en un apocalipsis de guerras, superpoblación, fanatismo religioso y desastres ecológicos.
Mother! es el tipo de película religiosa que sólo un ateo podría filmar. Es una película fascinada por la verdadera espiritualidad, en oposición a la de aquellos que pretenden apropiarse de los libros sagrados y que los interpretan literalmente como hace el personaje de la película que simboliza a San Juan Bautista. Mother! también puede leerse como una alegoría ecologista, como una crítica a las religiones organizadas e incluso como el punto de vista femenino (que no feminista) de la creación del universo.
Un clérigo del siglo XVI entendería sin problemas Mother! Un ciudadano cultivado del siglo XXI tendrá serios problemas con ella. El arte occidental de raíces judeocristianas hizo un fuerte uso de lo alegórico hasta la llegada en el siglo XX de esas vanguardias que pretendiendo trascender lo "normativo" nos condenaron a la cárcel de lo literal. Cuando el marxismo cultural nos emasculó nuestras raíces culturales y filosóficas, el círculo de la decadencia intelectual se cerró para siempre. Los espectadores que huían de las salas de cine a media proyección de Mother! mientras insultaban a la pantalla son la más perfecta creación de Satán. Ellos también aparecen en la película. Si se buscan se encontrarán sin excesivos problemas.