Los obispos de las diez diócesis catalanas han ilustrado de esta guisa una carta conjunta -publicada el viernes- en la que piden una “reflexión serena” sobre el encarcelamiento de Junqueras, Forn y los Jordis.
Es imposible saber si la fotografía corresponde o no a la reunión episcopal en la que se alumbró el comunicado, pero en la era de las fake news este detalle no sólo carece de importancia sino que complementa a la perfección el contenido de la misiva. La imagen está desenfocada, como si el fotógrafo hubiera renunciado premeditadamente a la nitidez, y la lejanía de los protagonistas -una docena de varones alopécicos vestidos de negro y ligeramente encorvados sobre sus portafolios- no facilita la confirmación de la autenticidad del conjunto:
¿Son obispos o figurantes? ¿Son estos los autores de la misiva con la que las diez diócesis de Cataluña han saludado la Cuaresma o extras pagados para la escenografía? ¿Representan a todos los creyentes de Cataluña o sólo a una parte? ¿Hablan en nombre de una Comunidad dividida y enfrentada o sólo en nombre de una de las dos facciones de un conflicto inducido, larvado y multiplicado por la política? ¿Se pronuncian, en definitiva, guiados por Dios o por el César?
Estas dudas indescifrables, y la posibilidad cierta de que la imagen sea un recurso de archivo, una fotografía tomada en algún ignoto lugar, y no en la Cataluña fracturada del procés, planean sobre una misiva que sirvió de preludio y estímulo a la manifestación en favor dels presos convocada y patrocinada por Òmnium y la ANC.
A la hora de resolver todas estas incógnitas podemos recordar que el obispo de Solsona, Xavier Novell, participó en referéndum ilegal del 1-O y reivindicó en misa el “derecho de esta nación a decidir su futuro”. También que la Conferencia Episcopal tuvo que emplearse para desactivar maniobras de los obispos catalanes tendentes a involucrar al Vaticano en el conflicto, lo que en sí mismo hubiera sido un espaldarazo a la sedición.
Con ánimo de comprender desprejuiciadamente, olvidamos aquellos aquellos episodios -como las estridencias habituales de una tal Caram- y vamos al contenido del comunicado. La carta, con el lenguaje almibarado y pleonástico habitual en los sacerdotes, pide que se tenga en cuenta las “circunstancias personales” de los presos -acusados de sedición y rebelión- y subraya que aunque “no corresponde” a los obispos “optar por una determinada propuesta” se debe reconocer la “legitimidad moral de las diversas opciones sobre la estructura política de Cataluña”.
Sobre la situación de Junqueras, Forn y los Jordis -como la del resto de presos- no puedo estar más de acuerdo. Pero respecto a la legitimación de moral de una sedición, resulta evidente que los obispos catalanes han puesto la equis en la casilla del separatismo. Allá ellos y sus ministerios.