En la España de la chapuza se ha visto mucho. El despachito de Juan Guerra con el fomentillo de las contratas ahí abajo, a Felipe fumando en un hotel y riéndose de nuestros padres, a viejas felipistas compradas por un ambulatorio en el Aljarafe. También hemos comido con la Sagrada Familia del Pajarito y de la Ferrusola con su orgullo de clan, como los Von Trapp de Sonrias y lágrimas pero en el Pirineo: pijos y temerosos de Dios mientras hacían país en los desmontes andorranos.
Y qué decir de Rajoy, inaugurando esa otra especie de posverdad estaférmica que desmiente la realidad, que arruina un país y la gramática en una misma frase que quizá él entienda como chascarrillo socarrón. Aunque basta un golpe de suerte, un Dios cuya existencia podemos conceder al trascendente Junqueras, una nevada, para que nos salga una fotografía sociológica y esperanzadora como la que mostró este periódico en el sondeo de SocioMétrica. Y esa imagen es la imagen de la jindama en el PP, que sigue en la estela de la desaparición iniciada cuando multiplicó el 155 de Rajoy y el 1,90 de Albiol por el mero 0: esa cifra a la que Mariano no puede abonarse más.
Evidentemente España es lenta de entendederas, traga y transige. Ha aupado mucho al rajoynato al balcón, y durante demasiadas madrugadas se ha visto a Mariano dando el saltito de rubor en el susodicho balconcito, sobre una marea de señoronas de Chamberí y Moncloa, recluidas como voto cautivo, atrezzo y colonia Álvarez Gómez. Pero he aquí que un tipo que habla bien y rige, y una jerezana bella y corajuda, han sacado una ilusión perdida que quizá no sea ilusión, sino sentido común al borde del despeñadero. Y esa ilusión necesaria, ese sentido común, pueden salvar a España si España aún guarda un mínimo de sangre y de instinto de supervivencia.
Conocemos el brazo armado y multimedia del sorayato, la volatilidad del pedrosanchismo que ya hemos escrito que va al tran tran de la militancia si entendemos militancia como la suma entre los caprichos de Begoña más los agentes dobles del podemismo. Pero conocemos a nuestros clásicos y a Pdr ya se le va horadando el boquete de su nada, y otra tentativa de traición al país le puede suponer al partido más transversal su disolución definitiva y el dispersarse de las bases en los verdes campos que proponen los Baltasares Garzones, los Llamazares y los Pérez Tapias de ocasión. Y a Telesoraya.com la combatimos desde la prensa libre.
Quedémonos con lo importante: la foto ilusiona. Una flor crece en la nevada, y la España de la chapuza tiene la ocasión definitiva para mudar la piel y regenerarse. De la España de la chapuza a la de la ilusión sólo median los indecisos y una necesaria pedagogía patria. Aún tiene que nevar.