Estimado estudiante de Periodismo:
Como bien sabes, yo no soy periodista. Sin embargo, hay algo que me ha llamado la atención en el tiempo que llevo impartiendo asignaturas en las titulaciones de Periodismo y de Comunicación. Una peculiaridad que se desprende de vuestros comentarios en clase, en las tutorías, en los trabajos, en los actos con ponentes invitados.
Veo que tanto tú como tus compañeros estáis muy concienciados de que el periodismo debe plantar cara al poder, de que debe resistir sus presiones para contar la verdad. Veo incluso que buscáis referentes, periodistas valientes y comprometidos que os puedan servir como ejemplo (os encanta Spotlight). Supongo que es algo en lo que también os insisten los demás profesores, y que veis a menudo en las cuentas de Twitter o en los blogs de periodistas conocidos.
Todo esto me parece estupendo como guía para tu futuro comportamiento. Pero me preocupa lo reducido de tu idea acerca de lo que es, de lo que ha sido, plantar cara al poder en España. Escuchándoos parecería que plantar cara al poder ha sido solamente publicar noticias negativas sobre grandes empresas o investigar casos de corrupción política. Siempre que viene un periodista de renombre a hablar en el campus le preguntáis si alguna vez le han censurado un artículo porque fuese a molestar al Ibex, o a algún dirigente político.
Nunca le preguntáis si ha vivido amenazado por ETA.
O si en alguna ocasión ha sentido miedo al girar la llave del coche.
O si ha tenido que evacuar la redacción alguna vez.
Es una miopía de lo más peculiar. Buscas ejemplos de periodismo comprometido, pero no pareces ser consciente de que hay toda una generación de periodistas que ha trabajado bajo la amenaza del mayor poder que existe: el de las pistolas. El de los paquetes. El de las pintadas en la puerta de tu casa. El que te hace pasar décadas enteras de tu vida con escolta. El que se cargó a José María Portell y a José Luis López de Lacalle.
Lo más peculiar de todo es que tú entiendes lo terrorífico de ese poder. Veo, por ejemplo, que a veces compartes noticias acerca de periodistas asesinados en México por investigar el narco o la corrupción. Me parece fenomenal que tengas esa conciencia; pero me preocupa que pienses que ese tipo de situaciones no se han producido aquí. Que no parezcas consciente de que han afectado a algunas de las personas que lees, escuchas o ves todos los días. Incluso personas que aún estarán en las redacciones cuando accedas a ellas.
Supongo que para corregir esta miopía tendrían que cambiar algunas cosas que no dependen de ti. En primer lugar, muchos de esos periodistas que vivieron amenazados por los pistoleros deberían contar y difundir sus historias. Y supongo que estas no serán fáciles de contar; al fin y al cabo, son historias de cómo unos descerebrados condicionaron años enteros de sus vidas. No le reprocharía a nadie que no partiese de él o de ella rememorar aquella experiencia.
Pero lo más importante para ir deshaciendo la miopía sería que hubiese más curiosidad y respeto de parte de los nuevos hacia aquellos que resistieron las amenazas y siguieron informando, investigando y denunciando. Porque me da que hay pocos episodios de los que se pueda enorgullecer tanto el periodismo español como este.
Lo dicho: yo no soy periodista y, en cualquier caso, es cosa tuya decidir cuáles son tus referentes. Pero uno pensaría que, si lo que buscas son héroes, no hace falta irse hasta Spotlight para encontrarlos.