"Hay un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado… un tiempo para demoler y un tiempo para edificar… un tiempo para callar y un tiempo para hablar…"; hay un tiempo para hacer presupuestos y un tiempo para hacer campaña electoral.
Cuando uno observa la presentación de los Presupuestos a principios del mes de agosto, con España entera de vacaciones, lo primero que le viene a la cabeza es la conocida cita del libro del predicador (Eclesiastés 3: 1-8), de que hay un tiempo para cada cosa; o bien, de forma aún más precisa, el refranero español: no por mucho madrugar amanece más temprano.
De hecho, contrastan las prisas de Rajoy para aprobar un presupuesto para 2016, ante una situación que se nos quiere vender como boyante, con la tardanza en aprobar los presupuestos en 2012 con España en situación crítica. En realidad, la causa de este comportamiento extemporáneo es la misma: la cercanía de las elecciones, andaluzas en un caso, generales en otro.
En 2012, la estrategia acabó con una derrota en las elecciones andaluzas -sí, una derrota porque el eterno aspirante Javier Arenas no pudo gobernar- y con un rescate de la economía española, también denominado "préstamo en condiciones favorables", materializado en el famoso Memorándum of Understanding, documento que ha condicionado la política económica española durante años.
De cara a la política, lo más relevante de estos Presupuestos es que se presentan antes de tiempo y, sobre todo, que pretenden suplantar el papel de las Cortes Generales de 2016, que serán las que representen la soberanía popular y las encargadas de controlar el Gobierno y de aprobar un presupuesto. La Ley de Presupuestos es la única que tiene carácter anual por disponerlo así la Constitución, y precisamente por esa razón, intentar hurtar esta competencia a las futuras Cortes es un comportamiento que respeta muy poco la voluntad de los electores.
Señalaba Maquiavelo en El Príncipe que la única tarea de un político es elegir los tiempos. Obviamente, el adelantamiento de los Presupuestos tiene un objetivo político. Este objetivo no sólo es condicionar la política económica del siguiente gobierno si no lo preside Rajoy, sino también intentar evitar pagar un eventual peaje en un gobierno de coalición, por lo menos en los Presupuestos de 2016. Esto último, hasta puede parecer razonable, vista la experiencia de anteriores gobiernos de coalición del PSOE y del PP. Sin embargo, el socio que exigía este peaje, CiU (ahora más bien Convergència disfrazada en la lista única de Mas), lo que pretende exigir a cambio de apoyar la investidura de Rajoy no es dinero sino la "autodeterminación" de Cataluña.
En cualquier caso, no hay que tener especiales conocimientos para anticipar que Rajoy, aunque tuviese una mayoría simple -lo que no está nada claro-, tendría bastantes problemas para superar la investidura, y que este trámite presupuestario contra todas las demás fuerzas políticas no le va a ayudar precisamente.
Estos Presupuestos se han convertido en el programa electoral con el que el PP se presentará a las próximas elecciones generales. El origen de este planteamiento está en el programa de 2011. En ese programa, sabiendo la cúpula del PP que iba a gobernar y conociendo la gravedad de la situación de las cuentas públicas, hizo una serie de promesas imposibles, empezando por bajar los impuestos. Esto se empezó a incumplir a la semana de tomar posesión, con la mayor subida de impuestos de la democracia.
Ahora se pretende dar credibilidad a las promesas electorales vistiéndolas de Presupuestos con cuentas. Esto es intentar sustituir la política económica por la contabilidad, aunque como veremos, en muchos aspectos sea una contabilidad de la modalidad "creativa".
La primera consecuencia de todo esto, y que ha pasado desapercibida, es que el responsable del programa electoral del PP, y quien lo está defendiendo, está siendo Cristóbal Montoro. Puede resultar sorprendente -o no, que diría un gallego-, que un ministro marcado por la amnistía fiscal y por la subida masiva de impuestos, sea el que planifique y defienda unas cuentas que, de nuevo, vuelvan a intentar vender la bajada de impuestos. En cualquier caso, y pese a las críticas de Pedro Sánchez por que no sea personalmente Rajoy quien los defienda, no deja de ser toda una declaración de intenciones de con quién cuenta Rajoy si vuelve a gobernar.
Uno de los efectos de hacer los Presupuestos antes de tiempo es que se tiene menos información de la necesaria. Naturalmente, ése es un inconveniente si se quiere acertar con las cuentas, aunque a lo mejor no es tan relevante si se van a proponer las mismas medidas pase lo que pase. Esto se observa en primer término en el escenario macroeconómico previsto. Para bien o para mal, este escenario está marcado por la coyuntura internacional, que hasta hace poco era muy favorable.
Según el profesor Fernández-Villaverde -en mi opinión uno de los mejores conocedores de nuestra economía-, los vientos de cola que impulsaban la economía española eran: el bajo precio del petróleo, la devaluación del euro, la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo, los bajos tipos de interés y el crecimiento moderado pero firme de la economía mundial.
El proyecto de Presupuestos parte de la base que todo se va a mantener indefinidamente; por ejemplo, que vamos a tener el barril a 60 dólares los próximos cuatro años. Ahora el barril está a 40 dólares, pero nadie sabe qué pasará dentro de cuatro años.
Sin embargo, lo que parece claro es que varios grandes países emergentes, empezando por China (que es la segunda economía mundial por PIB), están en una situación muy complicada. Esto se ha reflejado en la caída de las bolsas. El ministro Guindos ya ha afirmado que este hecho "no afectará a la economía española". Es discutible, y si no que se lo digan a quienes han invertido en bolsa o a cualquier empresa que pretenda ampliar capital para abordar nuevos proyectos. Sin embargo, lo que no es discutible es que las causas que han provocado la crisis financiera en China claro que afectarán a la economía española, y de rebote a las previsiones presupuestarias: no vivimos en una burbuja.
Aunque estas son unas cuentas netamente políticas, o precisamente por eso, su talón de Aquiles son las previsiones de ingresos, que están infladas y no se cumplirán. Así, nada menos que el gobernador del Banco de España, en su comparecencia ante la Comisión de Presupuestos, veía riesgos en la previsión de ingresos públicos, y también del cumplimiento del objetivo de déficit de 2015. Si esto es así, y bastantes indicadores lo corroboran, entonces el esfuerzo en recorte de gastos que queda pendiente puede ser considerable: prepárense que vienen curvas.
Un par de ejemplos de que las previsiones son de casi imposible cumplimiento: según los últimos datos disponibles de la Agencia Tributaria, la recaudación del IRPF, en términos homogéneos, estaba creciendo un 0,2%. Después de eso, Rajoy adelantó la rebaja del IRPF de 2016 a julio de este 2015. Por muy bien que vaya la economía, no es posible que la recaudación del IRPF, basada en un 85% en pensiones y salarios, crezca en 2016 un 5%, bajando a la vez los impuestos y sin ninguna medida para ensanchar bases y luchar contra el fraude.
El otro ejemplo obvio es la recaudación de cotizaciones. En el último año cerrado, 2014, se recaudaron cuotas de seguridad social por importe de 97.736 millones de euros. En los seis primeros meses, últimos datos disponibles, la recaudación de la seguridad social ha crecido a un ritmo del 1,32%. A este ritmo cerraríamos 2015 con una recaudación de unos 104.000 millones, y 2016 de unos 105.500 millones. En el presupuesto de 2016 se prevé una recaudación de 117.242 millones de euros. Esto supondría incrementar la recaudación un 10% anual acumulativo. En los siete primeros meses de 2015, este incremento ha sido del 1,23%.
En fin, hemos puesto dos ejemplos -aunque de los dos recursos más importantes del Estado: IRPF y cotizaciones-, pero en general, los Presupuestos no mejoran sustancialmente el programa del PP de 2011: ahora hay números, pero no son creíbles. Son unos Presupuestos en tiempo de elecciones.
"Hay un tiempo de nacer y un tiempo de morir", y estos Presupuestos nacen muertos porque nacen prematuros, y no sólo no responden a las necesidades fundamentales de la economía española, sino que ni siquiera son viables, y cualquier próximo gobierno tendrá que enmendarlos sustancialmente, ya que si no, lo hará la realidad.