Así es el balón de baloncesto del futuro: impreso en 3D y sin necesidad de aire
Wilson, fabricante de material deportivo, ha presentado un prototipo de balón de baloncesto que elimina la necesidad de inflarlo gracias a su diseño.
25 febrero, 2023 16:01El deporte está en permanente evolución. Y no sólo a través de las innovadoras tácticas de los entrenadores o los métodos de entrenamiento, sino también aplicando nuevas tecnologías, como la del fuera de juego semiautomático o la que sirve para ofrecer datos a los participantes en la Kings League de Ibai y Piqué. En baloncesto habíamos visto una canasta inteligente, pero no existía ninguna innovación profunda en lo relativo a los balones. Hasta ahora.
Wilson Sporting Goods, conocido fabricante de material deportivo especializado en tenis, baloncesto y fútbol americano, aprovechó el concurso de mates del All-Star, que se celebró el pasado fin de semana, para presentar un revolucionario balón de baloncesto impreso en 3D.
Kenyon Martin Jr., jugador de los Houston Rockets, fue el encargado de probar este curioso esférico con cientos de agujeros hexagonales por los que pasa el aire y que, según su fabricante, tiene un comportamiento muy similar a los balones tradicionales.
Este nuevo intento por renovar la pelota con la que se disputan los partidos de la NBA ha conseguido que rebote en el suelo como las de toda la vida pese a estar desprovista de aire. Una innovación que suprime la necesidad de inflarla y elimina por tanto las diferencias entre un balón usado y uno nuevo.
Cómo se ha fabricado
El equipo de I+D de Wilson se ha basado en una estructura reticular impresa en 3D. Para ello ha utilizado materiales de calidad de investigación, con el objetivo de reproducir a la perfección la ida y vuelta de un balón de baloncesto tradicional de la mano de un jugador a la pista de basket.
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La superficie del balón está llena de pequeños agujeros hexagonales que dejan pasar el aire, ayudando a que se produzca un efecto muelle. Las tradicionales costuras de un balón de baloncesto normal se mantienen, junto con ocho lóbulos en forma de panel.
El punto de partida fue un lecho de polvo blanco. Un láser fue el encargado de grabar el diseño hexagonal del balón, horizontalmente. A medida que el patrón se iba apilando, el balón cobraba vida. Luego llegó la fase de sellado del polvo en la estructura 3D con otra máquina y, por último, el balón ya terminado se sumergió para teñirlo de negro, dejando atrás su color blanco original.
Para llevar a cabo su idea, Wilson trabajó mano a mano con EOS, una empresa especializada en soluciones de impresión en 3D que habitualmente trabaja con empresas aeroespaciales, de automoción y médicas. Hasta llegar al diseño definitivo, los ingenieros de Wilson y EOS idearon diversas variantes, pero ninguna les ofreció unas sensaciones tan parecidas a las del balón tradicional como el finalmente elegido.
De momento es sólo un prototipo, pero en Wilson están convencidos de su viabilidad y quieren seguir dando pasos hacia adelante para su comercialización, con la esperanza de que también lo adopten competiciones con tanta proyección como la NBA. Además, pretenden que sea el punto de partida para las innovaciones en otros deportes como el tenis o el fútbol americano.
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