El Concorde silencioso de la NASA despega en 2023: podrá volar de Madrid a París en 30 minutos
La aeronave, diseñada para reducir el ruido de los vuelos supersónicos, realizará sus primeros vuelos de prueba en EEUU el año que viene.
15 diciembre, 2022 03:07Dos décadas después de que el célebre Concorde alzara el vuelo por última vez, hay quien se resiste a dejar atrás las posibilidades que ofrecen los vuelos supersónicos. Y si ese alguien es la NASA, es muy probable que el X-59, el avión que llevan desarrollando desde 2018 junto a Lockheed Martin, consiga surcar los cielos —incluidos los de España— más pronto que tarde.
Tras el secretismo de los primeros años en torno al programa, la agencia espacial estadounidense está haciendo públicas todas las novedades en torno a esta espectacular aeronave. Desde el montaje del motor en las instalaciones Skunk Works de Lockheed Martin en Palmdale (California), hasta las primeras pruebas que tendrán lugar el año que viene, los misterios en torno al X-59 se disipan por momentos.
En última instancia, el objetivo es conseguir reducir al máximo la explosión sónica, el fenómeno físico que se produce cuando un objeto traspasa la velocidad del sonido. Al superar los 1.200 km/h, se produce un gran estruendo que puede escucharse a decenas de kilómetros de distancia. Fue una de las principales desventajas del Concorde y es algo que la NASA quiere atajar aplicando la última tecnología a su alcance.
Primeros vuelos
La semana pasada, durante la celebración de la Summit Broom, la reunión anual de la Sociedad Acústica de América, la agencia planteó su intención de sobrevolar varias ciudades y pueblos estadounidenses. El objetivo es probar la teoría detrás del diseño del X-59 y determinar cómo reaccionará el público ante distintos niveles de ruido producidos por la aeronave.
El avión "pretende validar y demostrar las herramientas y tecnologías de diseño que hacen posible un avión con una forma diferente, que altera cómo se comportan las ondas de choque supersónicas", afirmó Gautam Shah, del Centro de Investigación Langley de la NASA, en declaraciones a Interesting Engineering.
"En lugar de unirse para oírse como un fuerte estampido, las ondas de choque no se fusionan. Se debilitan rápidamente, dando lugar a un sonido más parecido a un golpe suave", añadió. El equipo liderado por Shah medirá el sonido del avión y llevará a cabo encuestas entre la población general, para saber hasta qué punto puede resultar molesto.
Eso se suma a los 18 meses de intensas pruebas que ha llevado a cabo la NASA para garantizar la seguridad de la aeronave durante el primer vuelo, sin fecha definitiva aún pero programado para 2023. Los siguientes pasos serán las cuatro o seis pruebas a realizar sobre distintas ciudades de EEUU, que tendrán lugar entre 2025 y 2026, para poder tener datos suficientes para la aprobación de los organismos reguladores.
Un motor sin igual
El mes pasado, la NASA también compartió el momento en el que se instala el motor F414-GE-100 en el fuselaje del X-59. Es un hito crucial, un paso adelante en un programa que puede relanzar los vuelos supersónicos en todo el mundo.
El motor de General Electric Aviation, una versión modificada del motor que usa el caza sueco Saab JAS 39E Gripen, tiene 4 metros de largo y cuenta con 10.000 kg de energía de propulsión. Este gigante será el encargado de propulsar el X-59 mientras a velocidades de hasta Mach 1,4 (1728 km/h) y altitudes de alrededor de 17.000 metros.
La peculiaridad del motor es que está construido para conseguir una huella sónica inferior a los 75 decibelios. "Como cuando se cierra la puerta de un coche", indica la propia Lockheed Martin en la ficha técnica del avión.
"La instalación del motor es la culminación de años de diseño y planificación por parte de los equipos de la NASA, Lockheed Martin y General Electric Aviation", declaró Ray Castner, responsable de propulsión del X-59 en la NASA. "Estoy impresionado y orgulloso de este equipo combinado que ha pasado los últimos meses desarrollando los procedimientos clave, que permitieron una instalación sin problemas".
Avión experimental
La aeronave, denominada oficialmente X-59 QueSST (Quiet SuperSonic Technology), comenzó a desarrollarse dentro de los laboratorios de Lockheed Martin y se han ido conociendo detalles con cuentagotas. Aunque donde de verdad se han tenido que aplicar a fondo los ingenieros es en la forma de la aeronave, clave para romper de la forma más limpia posible la barrera de sonido.
Para ello han recurrido a un ala en delta, el mismo esquema que seguía el Concorde, y un morro realmente afilado. "A diferencia de las aeronaves convencionales, el ala del X-59 está diseñada para interactuar con otras características de la aeronave, como su larga nariz, el motor situado en la parte superior y los canards [superficies aerodinámicas horizontales] ubicados estratégicamente", recalcan desde la NASA.
Todo ello con el fin de controlar y aminorar la fuerza de las ondas de choque que se generan al romper la barrera del sonido. "Las ondas de choque de las superficies de la aeronave son las principales culpables del molesto boom sónico que pueden asustar a las personas y a los animales en tierra firme", aseguran. Es una de las razones por las que los vuelos supersónicos tan solo están permitidos en el mar, salvo algunas excepciones.
El X-59 no es un avión de pasajeros, sino que se sitúa dentro de las aeronaves experimentales, que pueden servir como base a futuros desarrollos tanto comerciales como militares. Y ahí están puestas nuestras esperanzas y las de la NASA, en que en un futuro próximo los aviones supersónicos vuelvan a surcar los cielos y puedan trasladarnos a destinos lejanos en menos de la mitad de tiempo.