Superada la operación 'London Bridge' tras el fallecimiento ayer de Isabel II, el protocolo preparado para esta ocasión desde hace años señala la puesta en marcha de una segunda fase, la operación Unicornio. Bajo ese nombre en clave se escondía un operativo pensado para organizar los días posteriores a la muerte de la reina de Inglaterra en caso de que esta sucediera en Escocia.
Después de que el féretro con los restos mortales de la reina descanse temporalmente en el Palacio de Holyroodhouse, este plan B proponía llevar el ataud desde la estación de Waverley, en Edimburgo, hasta Londres a bordo del Royal Train, el histórico tren al servicio de la familia real británica desde 1842.
De hecho, la huelga prevista para los días 15 y 17 de septiembre organizada por el Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte (RMT) de Reino Unido se ha suspendido en señal de duelo. A pesar de todo, y de los deseos de muchos británicos que querían despedirse de la reina al paso del Royal Train por ciudades como Northumberland, Newcastle o County Durham, algunos medios británicos señalan que por razones de seguridad finalmente sería un avión de la RAF el que traslade el féretro de la monarca hasta la capital inglesa.
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Aún así, dado el cariño que la propia reina había expresado por el medio de transporte en el que solía viajar a lo largo y ancho del país, muchos defienden que debería respetarse el protocolo oficial, algo que de momento no está descartado. Reino Unido es un país de tradiciones y esta sería la mejor manera de conservar una de gran relevancia para su familia real. El Royal Train, por ejemplo, fue el encargado de llevar hasta Londres el féretro de Jorge V, el abuelo de Isabel II, después de su muerte en 1936.
El tren de la reina
Todo comenzó en 1842 bajo el mandato de la reina Adelaida, con un vagón exclusivo para la realeza, pero no ha habido locomotoras dedicadas exclusivamente al Royal Train hasta la década de 1990. Ese año, dos locomotoras de la Clase 47 fueron pintadas con los colores de la Casa Real birtánica y se dedicaron en exclusiva a ese cometido hasta que fueron sustituidas en 2003 por otras dos locomotoras de la Clase 67.
Curiosamente, esa clase de locomotoras diesel-eléctricas fueron construidas para la English Welsh & Scottish Railway (EWS) por parte de la multinacional francesa Alstom en su filial Meinfesa, la planta que entonces tenía en España. Se trata de una fábrica de trenes todavía operativa, ubicada en la localidad valenciana de Albuixech. Acaba de cumplir 125 años de actividad y forma parte en la actualidad de la compañía suiza Stadler Rail.
Los principales componentes del 'tren real', como el motor, el generador y los motores de tracción, pertenecen a la división Electro-Motive de General Motors, pero la mano de obra y otros accesorios del tren son cien por cien españoles.
Desde 2004, las dos locomotoras de este tipo asignadas al transporte de los miembros de la familia real son el Queen's Messenger y el Royal Sovereign, a las que a partir de 2012 se unió la Diamond Jubilee. Cuando no están dedicadas a tareas reales, las locomotoras se utilizan para servicios especiales de trenes chárter o en otros servicios ocasionales de pasajeros.
La velocidad no es uno de los puntos destacables de estas locomotoras, ya que en comparación con los trenes de alta velocidad como el AVE o los propios trenes rápidos de Reino Unido son bastante lentas. Los trenes más rápidos que operan en suelo británico circulan a unos 320 km/h, mientras el Royal Train suele ir a una velocidad de 110 km/h.
De hecho, el actual Royal Train tiene un miembro del personal exclusivamente dedicado a evitar que el paso del tren real ocasione retrasos en las otras rutas de pasajeros. De lo que sí puede presumir es de su puntualidad: los operarios del tren se enorgullecen de acertar siempre con un margen de 15 segundos sobre la hora prevista de llegada.
Historia de un tren
La primera monarca que invirtió decididamente en el Royal Train fue la reina Victoria, que en 1869 encargó varios vagones privados para su uso exclusivo. Con un coste de 700 libras de su propio dinero (unos 60.000 euros de ahora), los vagones se pintaron con oro de 23 quilates y su interior se engalanó con lujosas telas decorativas y estampados.
El tren ha operado desde entonces de manera ininterrumpida, adaptándose a los tiempos y a las mejoras tecnológicas, y su importancia para la familia real ha sido considerable. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, el rey Jorge V lo utilizó para viajar por el país y como alojamiento itinerante. Por un lado para el enemigo no conociera su paradero, pero también porque le parecía inadecuado exigir alojamiento a sus súbditos en un momento crítico para la economía del país.
Su hijo, Jorge VI, también lo utilizó para visitar zonas de Reino Unido bombardeadas por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Eso implicó una gran renovación del tren, que sustituyó los vagones de madera por una versión blindada de 56 toneladas. Entre otras medidas de seguridad, se construyeron armarios especiales para guardar documentos de alto secreto.
Versión moderna
En 1977, con motivo de su gira del Jubileo de Plata tras 25 años en el trono de Reino Unido, Isabel II inauguró la versión moderna del Royal Train. Esta actualización, además de renovar las locomotoras, añadió en los años 80 protecciones blindadas para defenderse del fuego de ametralladoras, cohetes y bombas.
El interior, después de la extravagancia y la opulencia de los vagones de la reina Victoria, es más bien discreto, austero y práctico. "Todo el mundo asume que el tren real es extremadamente lujoso y que se parece al Orient Express, pero en la práctica es más funcional que extravagante", aseguró el historiador real David McClure en el documental Secrets of Royal Travel. Según diversas fuentes, para Isabel II el Royal Train era uno de sus sitios favoritos, "uno de los pocos lugares en los que puede relajarse realmente en la intimidad".
Según revela el mismo documental Secrets of Royal Travel, un viaje en el Royal Train es aproximadamente cuatro veces más caro que viajar en avión, ya que cuesta alrededor de 52 libras (60 euros) por milla, frente a 12 libras (13,85 euros) en avión. Este gasto ha causado más de una polémica, debido a que, al igual que todos los viajes oficiales de la familia real británica, se paga a través de la Subvención Soberana con cargo a los contribuyentes. Su coste anual, dependiendo del número de viajes que realicen los miembros de la realeza británica, suele ascender a más de un millón de euros por una media de entre 18 y 20 viajes.
En diciembre de 2020, los duques de Cambridge, el príncipe Guillermo y Kate Middleton, se embarcaron en una gira de tres días por Inglaterra, Escocia y Gales utilizando el Royal Train "para rendir homenaje al inspirador trabajo de personas, organizaciones e iniciativas de todo el país que han ido más allá para apoyar a sus comunidades locales".
El último uso oficial del Royal Train tuvo lugar en la cumbre del G7 en Cornualles en junio de 2021. Además de su uso oficial, realiza viajes esporádicos sin pasajeros para mantenerse siempre en activo y preparado para contingencias como la actual.
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