La segunda carrera espacial está a pleno rendimiento. Una parte importante de este impulso corresponde a las iniciativas privadas, ya sean las estaciones espaciales que pueden hacer las veces de hotel o los ambiciosos proyectos de Blue Origin, Virgin Galactic o SpaceX. La competencia también es entre países, como China y Rusia, que el año pasado detallaron su misión conjunta para tener una base en la Luna en 2035, o EEUU y otros 19 países, entre ellos España, que prosiguen con la misión Artemis para emular y ampliar las hazañas del Apolo 11. Los últimos en sumarse a este maratón han sido los japoneses, que acaban de presentar un hábitat espacial artificial y un sistema de transporte interplanetario que conectará las futuras colonias humanas de la Luna y Marte con la Tierra.
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Se trata de una colaboración entre la empresa Kajima Construction, una de las más punteras en su sector en Japón, responsable de numerososos rascacielos, ferrocarriles, centrales eléctricas, presas y puentes, e investigadores de la Universidad de Kioto. El equipo formado por ingenieros, técnicos y científicos presentó la semana pasada en rueda de prensa sus planes para la colonización de satélites y planetas.
"Imaginamos un futuro en el que la humanidad hará realidad la migración a la Luna y a Marte en la segunda mitad del siglo XXI, y definiremos el sistema global de ecosistemas para construir estructuras como el complejo del bioma central", señalaron los responsables de una iniciativa que daría sus primeros frutos en 2050, con un prototipo construido en nuestro planeta.
El Cristal
El núcleo central del proyecto es una gigantesca estructura habitable de forma cónica con gravedad artificial, que tendría transporte público, zonas verdes y grandes masas de agua, como si fuera una extensión de la Tierra. Lo han bautizado como The Glass (El Cristal) y su objetivo, a diferencia de otras propuestas de asentamientos humanos en el espacio, es evitar las complicaciones para la salud de los futuros colonos que implican los entornos de gravedad baja y cero.
Y es que vivir sin el efecto de la gravedad puede afectar a nuestro estado físico, como bien saben los astronautas que han pasado largos periodos de tiempo en la Estación Espacial Internacional. El cuerpo se acostumbra rápidamente a la baja gravedad y eso hace que los músculos y los huesos pierdan fuerza y se 'ablanden', lo que implica diversos problemas de salud en el regreso a la atmósfera y la gravedad terrestres.
En esencia, El Cristal es un cono invertido de 400 metros de altura y 100 metros de radio en su punto más ancho, que gira sobre sí mismo para crear una atracción centrífuga capaz de 'imitar' el efecto de la gravedad en la Tierra. La estructura da un giro completo cada 20 segundos y en la zona donde alcanza el radio máximo lograría una gravedad de 1G, la misma que tenemos en la Tierra.
Según revela el diario japonés The Asahi Shimbun, un primer prototipo simplificado estaría listo para mediados de este siglo, pero la versión final tardará alrededor de 100 años en ser construida y estar operativa.
Lo que sorprende del vídeo y las imágenes compartidas por Kajima Construction son las dimensiones de la inmensa estructura cilíndrica vertical, y la presencia en ella de zonas de agua e instalaciones parecidas a parques, diseñadas para que los humanos que vivan allí se sientan "como en casa".
De hecho son dos las estructuras de este tipo que están preparando los técnicos de Kojima Construction: Lunaglass y Marsglass, que corresponden a la Luna y Marte, respectivamente. Para alimentar el bioma central de ambas, clave para el proyecto, se trasladarán elementos de varios ecosistemas terrestres para emular lo más fielmente posible la vida tal y como es en nuestro planeta.
Transporte interplanetario
En los libros y películas de ciencia ficción las naves son las absolutas protagonistas cuando los protagonistas se desplazan entre planetas. En este caso, los investigadores han dado con una solución que parece todavía más futurista: una especie de teleférico interplanetario de nombre Hexatrack, capaz de mantener una gravedad de 1G para mitirgar el efecto de una exposición prolongada a la baja gravedad o la gravedad cero.
Los pasajeros irían en las llamdas hexacápsulas, cabinas de 15 metros de radio en forma de hexágono que se encargarían de conectar la Tierra y la Luna. Una vez en el satélite terrestre, habría otra cabina más grande, del doble de tamaño, que conectaría la Luna con Marte.
Las cabinas tienen una estructura en la que el armazón exterior 'flota' alrededor de un tubo central, posiblemente utilizando tecnología electromagnética similar a la que utilizan los trenes Maglev en Alemania y China.
Las 'estaciones' o puertas de enlace no estarían en la superficie, sino que se instalarían en satélites de gravedad cero o microgravedad, para que funcionen como cuerpos celestes artificiales orbitando cada planeta. La de Marte se instalaría en la luna Fobos, mientras la puerta de enlace terrestre se propone como la estación espacial sucesora de la ISS.
Expreso Espacial
Pero hay más. La tercera de las propuestas de la investigación conjunta realizada por la Universidad de Kyoto y Kashima Construction es lo más parecido a un tren: el llamado Expreso Espacial. Este medio de transporte, del tamaño de los trenes de alta velocidad japoneses (25 m de largo, 3,4 m de ancho y 4,5 m de alto), tendrá seis vagones y se lanzará al espacio con cada cápsula conectada por una barra central para mantenerlos unidos.
Para poder impulsarse en el espacio se instalarán cohetes de propulsión en los vagones delantero y trasero que le permitirán acelerar y desacelerar en el espacio exterior y escapar de la atracción gravitacional de los planetas del Sistema Solar.
En los planetas con atmósfera, se extenderán unas alas a ambos lados del vehículo para poder dirigirlo y mejorar su aerodinámica. Una vez que llegue a las estaciones de superficie de la Luna y Marte, funcionará como un tren con el ancho de vía estándar para conectar las respectivas ciudades base o colonias humanas previamente establecidas.
En última instancia, todo el proyecto tiene que ver también con suplir las carencias de las misiones ya programadas por China, Rusia o EEUU. "A través de las discusiones de los últimos años, los tres pilares que proponemos esta vez son tecnologías básicas que no están en los planes de desarrollo de otros países y son indispensables para asegurar la realización de la colonización espacial humana en el futuro", explicó en rueda de prensa Yosuke Yamashiki, uno de los líderes del proyecto.