La necesidad de suelo edificable dentro de las grandes ciudades se ha convertido en un problema. En España se puede experimentar en las capitales más importantes como Madrid o Barcelona, donde existen algunos proyectos de urbanización de barrios nuevos que utilicen el espacio disponible sin alejarse mucho del centro.
Ese mismo desafío, pero multiplicado, se da en Nueva York. La ciudad con más habitantes de Estados Unidos y una de las más densamente pobladas de ese país necesita más metros cuadrados para continuar creciendo y acogiendo a trabajadores y visitantes de todo el mundo. Algo que no es nada fácil si se tiene en cuenta que la ciudad está encajada entre dos ríos y muy cerca del océano Atlántico.
Pero la tecnología aplicada a la ingeniería civil ha mejorado notablemente en las últimas décadas y 'arañar' unos cuantos millones de metros cuadrados al agua puede que no sea tan mala idea cuando se trata de mejorar la vida de los neoyorquinos.
Ganar al río
Ampliar artificialmente Manhattan puede ser una de las alternativas para terminar, de un plumazo, con dos de los problemas a las que se enfrenta la urbe: el del espacio mencionado anteriormente y el de protegerse contra una eventual crecida del océano Atlántico y de avenidas de los ríos Hudson y East.
Así lo ha publicado en el New York Times el economista y escritor Jason M. Barr, quien entre sus obras cuenta con un libro acerca de la construcción del Skyline y la planificación urbanística de Manhattan. Este proyecto, que por el momento no deja de ser una idea del citado economista, contempla la ampliación en 7 kilómetros cuadrados —7 millones de metros cuadrados— de Manhattan en las zonas sur y suroeste.
Para ponerlo en perspectiva, esos 7 millones de metros cuadrados son 1,5 más que el Distrito de Salamanca de Madrid y una cifra similar a la extensión del distrito del Ensanche en Barcelona. El New Mannahatta, como así lo ha denominado, tendrá espacio para acoger a casi 250.000 personas en toda su extensión con aproximadamente 180.000 unidades habitacionales junto a 1 kilómetro cuadrado de zonas verdes.
En cuanto al equipamiento urbano, Barr no escatima en infraestructuras complementarias como una extensión de la línea 1 del metro y su encuentro con la línea G proveniente de Brooklyn; con sus respectivas estaciones en toda la ampliación. También ha pensado en construir un gran parque, una plaza, carriles bici y comunicaciones fluviales con muelles y estaciones de ferry.
Este sistema de crecimiento urbanístico no es muy común en occidente —salvo excepciones como Países Bajos—, pero en otras latitudes y longitudes es algo muy común. Por ejemplo, el Aeropuerto de Kobe (Japón) está construido sobre una isla artificial a unos 3 kilómetros de la costa y representa tan solo una pequeña parte de los más de 250 kilómetros cuadrados que el país oriental ha ganado al mar. Asimismo, una buena parte de las infraestructuras nuevas de Hong Kong se han levantado sobre este tipo de terreno o las sucesivas ampliaciones de Macao.
Contra tormentas
Más allá del punto de vista económico y de crecimiento demográfico, la ampliación del New Mannahatta puede servir como muralla a buena parte de la ciudad. "La creación de terrenos en el puerto también ayudaría a la ciudad de Nueva York a fortalecerse contra el cambio climático", apunta Barr en el artículo.
La construcción dejaría tierra adentro lugares sensibles a las inclemencias meteorológicas como Wall Street o Broad Street que quedarían protegidas por esta nueva construcción. "La península se puede diseñar con protecciones específicas alrededor de la línea de costa para proteger al resto de la ciudad de inundaciones", continúa.
Una parte de esas protecciones estarían compuestas de las zonas de humedales que recoge el plan de Barr y que "absorberían las marejadas". También apunta a los beneficios de levantar el terreno respecto a la elevación actual y al desarrollo de flora y fauna en esos humedales.
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