Las consecuencias del desastre generado por la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma todavía están apareciendo. Más allá de las casas y los negocios sepultados bajo toneladas de lava, algunas infraestructuras esenciales para el sector agrario han sido destruidas y con ellas una buena parte del sustento de cientos de familias en la isla canaria.
Para intentar paliar estos efectos, varias instituciones públicas como la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias están trabajando conjuntamente en la toma de medidas que consiga restaurar los sistemas de riego agrícola. Entre las medidas acordadas, está el uso de estaciones desaladoras portátiles, la contratación de buques cisterna y el bombeo de aguas hacia las zonas más afectadas.
Todo este despliegue tecnológico permitirá a los agricultores continuar con sus cosechas, principalmente del Plátano de Canarias que genera alrededor del 50% del PIB de la isla, y cuyas instalaciones de distribución y riego han sido muy afectadas en la zona de las coladas. Afectando tanto a municipios cercanos como a otros que no lo están tanto pero dependen de la misma red.
Desalando el mar
Una de las primeras medidas será la puesta en funcionamiento de dos estaciones desaladoras portátiles que emplean un sistema de ósmosis inversa. Una técnica muy flexible que se usa tanto en grandes plantas desaladoras como en miles de hogares de toda España para mejorar el agua corriente. En el caso de La Palma, se emplearán estaciones de fácil transporte y de un tamaño justo como para convertirse en una medida temporal. Aunque en Canarias se empleen este tipo de estaciones de forma permanente en algunos lugares.
El funcionamiento de la ósmosis inversa tiene como eje principal un tipo de membrana semipermeable a través de la cual se hace pasar el agua salada del mar. Esta agua sin purificar se somete a una presión (que puede llegar a varias decenas de bares) para que atraviese la membrana que consigue atrapar iones, moléculas y partículas grandes.
De esta forma, se eliminan bacterias, lodos, arenas, microplásticos... Así como otros elementos químicos disueltos en el agua. Normalmente, para proporcionar mejor calidad de agua, este proceso de desalinización del agua se lleva a cabo en diferentes etapas, siendo la ósmosis una de las últimas.
"Lo primero que se hace es un pretratamiento del agua", ha contado a EL ESPAÑOL - Omicrono Mari Carmen García Panadero, vicepresidenta de la Asociación de Española de Desalación y Reutilización del agua. "Se filtra, se quitan las partículas y se acondiciona químicamente para que el tratamiento funcione".
Este primer proceso se realiza presurizando el agua de mar y haciéndola pasar por un filtro que suele ser de arena. "Así se quitan los elementos en suspensión", afirma. Lo siguiente es la adición de unos productos químicos para ajustar el pH, cloro para la desinfección y, por último, un producto antiincrustante que evita que las sales disueltas se precipiten en el interior de las tuberías.
"A continuación, el agua se presuriza más hasta los 60 o 65 bares". Con esa presión, finalmente, se pasa el agua a través de las membranas de ósmosis inversa. "Separan las sales del agua, con lo cual se obtienen dos corrientes". La primera es lo que llaman "permeado" y es agua con una baja concentración de sales que es la que se utiliza para el riego o el consumo humano. Y la segunda es una salmuera que se devuelve al mar. Todo ello en un sistema portátil que, según el modelo, puede incluso transportarse mediante un contenedor marítimo estándar de 20 o 40 pies.
Si se cumplen las previsiones de la Dirección General del Gobierno canario, este mismo martes llegarán las dos estaciones desaladoras portátiles a la isla capaces de proporcionar un caudal de unos 6.000 metros cúbicos al día. Posteriormente, se llevarán a las inmediaciones del Puerto Naos, donde se instalarán y comenzarán a funcionar en un plazo que va desde 7 a 10 días, según recoge RTVC.
La segunda medida puesta en funcionamiento es el traslado de un buque cisterna desde la península por parte del Ministerio para la Transición Ecológica, que permitirá aumentar el caudal de agua para el riego.
Ideales para catástrofes
Las desaladoras portátiles como las que llegan a La Palma han servido en diversas catástrofes de todo tipo en los últimos años. Uno de los ejemplos más importantes está relacionado con los largos periodos de sequía que se produjeron en países como Chipre en 2007 o en Chile en 2013. En ambos casos se emplearon este tipo de desaladoras.
El potencial de estos sistemas es tan importante, que el Instituto Tecnológico de Massachusetts (también conocido como MIT) publicó hace algo más de un año un sistema ultraportátil de desaladora que, además, no depende de una corriente eléctrica externa.
El primer prototipo, que se dio a conocer en febrero de 2020, es capaz de proporcionar 5,6 litros de agua potable a la hora por cada metro cuadrado de paneles solares. A diferencia del sistema de ósmosis inversa, la propuesta del MIT pasa por un sistema de múltiples capas de evaporadores y condensadores solares planos, alineados en una matriz y cubiertos con un aislamiento a base de aerogel transparente.
La clave de la eficiencia se basa en el aprovechamiento del calor generado por una etapa de desalinización para la siguiente etapa. De esta forma, se evita el desperdicio de energía. "El dispositivo de demostración del equipo puede lograr una eficiencia general del 385% en la conversión de la energía de la luz solar en la energía de evaporación del agua", según recogen desde el propio MIT.
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