Richard Branson se ha convertido en el primer magnate aeroespacial en montarse en una de sus naves. Lo hizo ayer, a bordo de la VSS Unity y como parte de una tripulación compuesta por 6 personas. La misión, que tuvo una duración de 55 minutos y aterrizó a las 17:40 horas de España peninsular, supone la inauguración de una nueva era del turismo espacial en Virgin Galactic. Una en la que los millonarios de todo el mundo podrán ver la Tierra desde donde solo unos pocos han podido hacerlo en la historia.
El vuelo de ayer formó parte de una tanda de tres lanzamientos que Virgin Galactic tiene planeado completar a lo largo de los próximos meses y como último aperitivo antes de entrar a operar comercialmente vuelos con turistas a principios del próximo 2022. Y es que últimamente no hay más que alegrías en la compañía fundada por Branson en 2004.
Antes del vuelo exitoso de ayer y hace tan solo unos días, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos dio luz verde a Virgin Galactic certificando que su sistema de lanzamiento es seguro. Este paso ha sido fundamental para la compañía y ha supuesto una ventaja notable respecto a la competencia más directa representada por Blue Origin, que todavía espera pasar satisfactoriamente el examen.
Vuelo suborbital
El sistema de lanzamiento de Virgin Galactic es tan particular que nada tiene que ver con los de otras compañías. En la de Richard Branson, diseñaron desde cero una nave nodriza denominada VMS Eve que tiene capacidad para despegar con la VSS Unity acoplada en su parte central.
El sistema consiste en hacer despegar el conjunto de las 2 naves utilizando los 4 motores de avión de la VMS Eve hasta una altitud de unos 14.000 metros. Una vez establecidos ahí, la VSS Unity se desacopla de la nave nodriza, arranca su único motor de cohete y emprende el viaje en solitario.
Ese instante de la suelta es el más delicado de toda la misión de Virgin Galactic. La VSS Unity alcanza -en unos segundos- velocidades superiores a los 3.000 kilómetros por hora y asciende rápidamente hasta el apogeo, que en el vuelo de ayer se quedó en 86 kilómetros de altura.
Tanto la tripulación que fue a bordo de la misión Unity 22 como cualquier turista que se anime a enrolarse en este tipo de aventuras tendrá unas vistas privilegiadas del planeta Tierra y también del espacio. Además, contará con unos minutos de microingravidez.
El pique de Bezos
Pero no llegará a ser considerado un astronauta. Esto último, que puede parecer un tema baladí, no lo es en absoluto para Jeff Bezos y su compañía Blue Origin. El pasado viernes, solo 48 horas antes del lanzamiento de Virgin Galactic, la compañía del ex-CEO de Amazon publicó en Twitter una tabla comparando la experiencia de vuelo de un turista que opte por la VSS Unity y otro que haga lo propio con la New Sephard de Blue Origin.
En esa comparativa se destaca que el sistema de lanzamiento de Virgin Galactic es más parecido al despegue de un avión que al de una nave espacial tradicional. Algo que la New Sephard sí ofrece porque emplea un cohete para ascender.
Pero quizá el punto más delicado es el que trata sobre la frontera entre la atmósfera y el espacio. Mientras que la comunidad científica internacional la coloca en los 100 kilómetros de altura -en la denominada Línea Kármán-, la NASA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos la han situado en los 80 kilómetros. "Solo un 4% del mundo reconoce el límite inferior de 80 kilómetros como el comienzo del espacio", sentenció Blue Origin en la publicación de Twitter.
Según el mismo anuncio de la propia Blue Origin, su sistema de lanzamiento sí logrará pasar la Línea de Kármán por lo que sus viajeros sí podrán decir que han estado en el espacio en cualquier parte del mundo. "Ninguno de nuestros astronautas tendrá un asterisco al lado de su nombre".
Jeff Bezos anunció a principios de junio que iría al espacio junto a su hermano, un millonario que ha pagado 30 millones de dólares a través de una subasta pública y la primera instructora de vuelo de Estados Unidos. La fecha señalada en el calendario por los hermanos Bezos fue el 20 de julio, convirtiéndose en el primero de los magnates en ir al espacio.
La alegría de ser el pionero le duró algo menos de un mes. Justo hasta que Richard Branson anunció el pasado 2 de julio que iría a bordo de la misión Unity 22 el 11 de julio -ayer-. La campaña en redes sociales no ha estado reñida con las felicitaciones por parte de Bezos y Blue Origin tras el logro conseguido por Virgin Galactic.
De hoteles a paseos
Al calor de la inminente explosión del turismo espacial, ya existen algunas compañías que están trabajando en sacar provecho con diferentes propuestas como agencia de viajes espaciales Rocket Breaks que acaba de abrir en Reino Unido.
Como intermediaria, servirá de enlace entre los potenciales turistas al espacio y las diferentes compañías que existen actualmente. Una de las más destacadas es la Voyager Station, un auténtico hotel espacial de 5 estrellas que tiene previsto comenzar a operar comercialmente en 2027.
Con un sistema que proporciona una gravedad similar a la de la Luna, los casi 300 huéspedes para los que hay plaza podrán disfrutar de todo lo que ofrece cualquier hotel de lujo en la Tierra. Spa, gimnasio, bares, cafeterías, restaurantes... Eso sí, solo para aquellos con la cartera más abultada que puedan abonar los 5 millones de dólares del viaje.
En una línea turística totalmente diferente se encuentran las apuestas de Virgin Galactic, cuyo billete rondará el medio millón de dólares una vez se reabran las ventas por un corto viaje de una hora. O la de Blue Origin con la nave New Sephard, cuyo precio todavía no es público, pero que tiene una duración todavía menor que la anterior.
¿Y Elon Musk?
Pero si alguien hay alguien que ha destacado en los últimos tiempos, ese es Elon Musk. El CEO de SpaceX es uno de los gurús de la industria aeroespacial actual y también tiene su particular visión sobre el turismo. Eso sí, con una percepción mucho más avanzada que sus competidores directos.
El viaje turístico más próximo de SpaceX tiene previsto lanzarse en septiembre, momento en el que el entrenamiento de la tripulación finalice tras unas cuantas semanas. Se trata del primer vuelo orbital compuesto totalmente por civiles y ha sido bautizado como Inspiration4.
La tarea de comandar la misión ha recaído en Jare Isaacman, CEO de la firma Shift4 Paypments, quien desempeña el papel de mecenas de la misión. La previsión es que los tripulantes pasen 3 días en órbita a bordo de una cápsula Crew Dragon modificada con una cúpula de cristal en la parte superior.
Pero las ansias turísticas espaciales de Elon Musk no terminan ahí y ya ha planeado un segundo lanzamiento impulsado por el multimillonario Yusaku Maezawa. Este japonés que ha hecho fortuna en la industria textil ha contratado a SpaceX para que le lleven a orbitar la Luna junto a otros 7 tripulantes, que eligirá él mismo por comprar todos los billetes disponibles.
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