Las bolsas de plástico de un solo uso que las tiendas proporcionaban a los compradores fueron blanco de críticas y regulaciones durante muchos años. Llegó un momento que comenzaron a cobrar por ellas a favor de otras alternativas menos perjudiciales, al menos en la teoría.
La vida de estas bolsas terminaba, en ocasiones, como recipiente para echar los desperdicios del hogar como alternativa gratuita a los rollos de bolsas de basura. Al pagar por ellas, se buscaba un motivo para utilizarlas nuevamente en nuestras compras diarias, pero su escasa resistencia y su relativo bajo precio no ayudaron.
Muchas cadenas de supermercados se pusieron manos a la obra para proporcionar una alternativa válida. Si vamos a cualquiera de ellos veremos que en algunos hay bolsas reutilizables de tela con diseños llamativos y en otros han optado por fabricar bolsas resistentes de plástico.
Peor el remedio que la enfermedad
Precisamente en esas bolsas reutilizables y resistentes de plástico es donde está el problema. Según un estudio llevado a cabo por Greenpeace y la Enviromental Investigation Agency de Reino Unido, las bolsas duras diseñadas por los supermercados han supuesto el uso de más plástico.
Concretamente, en el pasado año 2018 las cadenas de distribución alimentaria más importantes de Reino Unido han vendido 1.500 millones de bolsas reutilizables. Divididas ente el número de casas del país arroja unas 54 bolsas por hogar.
El plástico utilizado en embalajes (donde se incluyen las bolsas) por las cadenas de supermercado ha incrementado en 17.000 toneladas en 2018 respecto a 2017. Gran parte de la subida se ha ido en las bolsas reutilizables cuya distribución ha aumentado el 26% en ese mismo periodo.
Aunque el precio es mayor, la cantidad de bolsas vendidas por hogar induce a pensar que se están convirtiendo en las nuevas usar y tirar. Pero con un coste ecológico mucho más severo.
La cantidad de plástico que se invierte en fabricar las bolsas grandes reutilizables es muy superior a las que veíamos anteriormente en los supermercados (más finas y endebles). El incremento año a año de la utilización de bolsas con más plástico puede conducirnos a una situación todavía peor de la que estábamos antes.
Aunque existe una corriente de personas que no utilizan plástico en su día a día, no es una filosofía muy extendida. Basta con echar un ojo a los estantes de los supermercados para comprobar que cada vez más productos vienen envueltos en plásticos de un solo uso.
El uso indiscriminado de plásticos es uno de los hábitos más perjudiciales para el medio ambiente. Todavía más si no va ligado a una correcta política de reciclaje que permita a este derivado del petróleo más de una vida. Evitando que acabe flotando en el mar o en los estómagos de la fauna marina.