Estos fueron los primeros ordenadores portátiles, en remolques
Los primeros portátiles no eran como los de ahora. De hecho, eran tan grandes que tenían que ser transportados en remolques.
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A día de hoy los ordenadores portátiles son de lo más común. Todos tenemos uno y si no queremos gastarnos miles de euros en uno profesional, los hay por unos pocos cientos de euros y funcionan muy bien para según qué funciones; además, pesan un solo kilo, o menos, incluso. Pero hace unas pocas décadas esto era simplemente impensable: los ordenadores eran tan grandes, como para pensar en un portátil.
En los años 50, concretamente, hace no relativamente tanto, la definición de portátil no era la misma que la de ahora. De hecho, el conjunto de ordenador de sobremesa más pantalla actual era mucho más portable que cualquier portátil de la época de los 50 del siglo pasado, que literalmente tenía que ser llevado en remolque.
En esta época ni siquiera existían los ordenadores personales, y muy poca gente había tenido la oportunidad de ver uno y mucho menos de usarlo. El transistor, esencial a día de hoy, y sobre todo, esencial para la miniaturización de la electrónica, apenas se acaba de inventar y los ordenadores aún no los usaban (el primero fue unos años más tarde, en 1956).
El ordenador portátil DYSEAC fue operativo en 1954 y fue diseñado para la United States Army Signal Corps (USASC), un cuerpo del cuerpo militar estadounidense. En vez de transistores, usaba tubos de vacío (conocidos técnicamente como válvula termoiónica), que es precisamente el prefacio a esta otra tecnología. Concretamente, montaba 900 tubos de vacío y 24 500 diodos de cristal.
Y de hecho, que llevara tubos de vacío es el motivo por el que la computación ocupaba tanto espacio: al pasar de las válvulas termoiónicas a los transistores, que ocupan muchísimo menos espacio, se puede reducir de forma muy considerable tanto el tamaño como el peso.
Tenía que ser trasladado no en uno, sino en dos semirremolques, cada uno de ellos de 12 metros de largo. En uno de ellos se llevaba el ordenador en sí y en otro el sistema de refrigeración y el equipo eléctrico. Y ahí no queda la cosa: en uno de sus traslados, se filtró arena en los equipos, impidiendo su uso.
Pero este no fue el final de los ordenadores-semirremolques: en los laboratorios de Belmar, en Nueva Jersey (Estados Unidos) se creó el programa Fieldata, que en 1956, dos años más tarde de que DYSEAC estuviese operativo, dio como resultado al nuevo ordenador ‘portátil’ MOBIDIC (un acrónimo de MOBIle DIgital Computer, Ordenador Digital Portátil en español), aunque en esta ocasión sí que estaba transistorizado.
Y esto permitió que no ocupase dos semirremolques de 12 metros, sino uno solo de 9 metros. Ahora pesaba 5500 kilogramos, se supone que menos que el DYSEAC (se supone que más por el tamaño y el número de semirremolques, pero nunca se supo el peso, aunque seguía teniendo un coste muy grande. Inicialmente se pactó un precio de 1,6 millones de dólares con la compañía Sylvania, quien lo fabricó, pero acabó costando entre 20 y 30 millones (que, contando con la inflación, sería actualmente de unos 190 a unos 280 millones de dólares).
El Mobidic entró en funcionamiento en 1959
Desde luego ya no contaba con el talón de aquiles de la arena. En este caso se trataba de un «sistema de computación de uso general de gran fiabilidad y alta velocidad». De hecho, funcionaba con condiciones meteorológicas adversas, llegando a funcionar sobre una capa de medio metro de nieve.
Y ahora, cualquier teléfono es muchísimo más potente que cualquiera de estos dos ‘ordenadores portátiles’, los dos primeros de su categoría, que para nada tenían que ver con lo que a día de hoy es cualquier portátil, que como mucho pesa 2 kilogramos.