No es fácil deshacerse de la radiación y contaminación producida por una catástrofe nuclear (como por ejemplo en Chernóbil). No obstante, siempre se puede aprovechar estas áreas para generar energía limpia.
Hace ya “mucho” del desastre de Chernóbil, casi 31 años concretamente. A pesar de ello, la radiación que hay en los reactores aún son altísimos. Fukushima, aunque se supone que no fue un accidente tan grande (según TEPCO) sigue teniendo unos niveles mortales no solo para nosotros, sino que también destruirían cualquier robot que permaneciese tan solo un corto espacio de tiempo en el interior de la zona cero. Incluso en este último se han registrado valores récord durante el mes de febrero de este mismo año.
A diferencia de Hiroshima y Nagasaki, por ejemplo, que fueron dos ciudades arrasadas por bombas nucleares, Chernóbil aún no ha podido ser habitada. En el caso de las japonesas, no tardaron sino un año en volver a ser construidas. Y es que las bombas nucleares que cayeron sobre esos territorios equivale a tan solo 1% de lo que recibió tanto Chernóbil como otras zonas donde ha habido desastres del mismo tipo.
Pero, que no sirva para vivir no quiere decir que no se pueda aprovechar para otras cosas, como por ejemplo para construir una granja fotovoltaica. Ya no es solo que interese para crear energía limpia, sino que la propia producción de energía podría generar beneficios económicos que ayudasen a la construcciones de los sarcófagos, necesarios para contener el núcleo contaminado y que la mayor parte de la radiación no salga al exterior.
Chernóbil y Fuskushima podrían generar mucha electricidad
Tanto Fukushima como Chernóbil (sobre todo esta última) están en lugares estratégicos donde se puede generar bastante corriente gracias a este tipo de energía. Se estima, según el plan del gobierno ucraniano, que tan solo una planta solar podría generar un cuarto de lo que en su momento llegó a generar la central nuclear, además de que junto con otro tipo de generadores se podría llegar a producir un 35% del total.
Por supuesto esto no remedia las malas decisiones que se llevaron a cabo tanto en 1986 como en 2011 (que provocaron estos desastres en la naturaleza), pero sí que puede ayudar a acelerar el proceso de descontaminación, además de servir como inicio hacia la transición de energías renovables.
Japón ya ha tomado cartas en el asunto y ya ha invertido más de 280 millones de dólares en este tipo de plantas. Ucrania, por su parte, no ha comenzado aún el proceso y está en fase de financiación, por lo que los planes de aprovechamiento energético podrían tardar aún más años.
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