Maria Sibylla Merian, la pintora de insectos
Os hablamos de Maria Sibylla Merian, una pintora cuyos dibujos sobre los insectos le valieron ser considerada la primera mujer entomóloga de la historia.
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Hoy, en la sección de mujeres científicas os vamos a hablar de Maria Sibylla Merian.
Se trata de una de esas mujeres que demostraron que para destacar en ciencia no era necesaria una carrera científica, sino que basta con curiosidad.
Y es que a Maria le bastó sólo con arte, curiosidad y arrojo para indagar donde nunca antes lo había hecho nadie, algo que le valió para convertirse en la primera mujer entomóloga reconocida de toda la historia.
Biografía de Maria Sibylla Merian
María nació en Fránkfurt, en abril de 1647. Hija e hijastra de pintores y grabadores, a los trece años ella ya contaba con un gran número de pinturas propias, todas ellas sobre naturaleza y fauna, especialmente insectos.
Como la mayoría de jovencitas de su época, la chica se casó joven, a los dieciocho años, con un pintor especializado en arquitectura con el que más tarde tuvo dos hijas, también conocidas por sus grabados.
Vivió en Alemania, Holanda y Surinam, donde supo captar la vida de los insectos a través de sus pinturas como nunca nadie lo había hecho antes, consiguiendo que años más tarde su trabajo valiera como base a muchos entomólogos para enunciar sus teorías sobre el comportamiento y la vida de estos animales.
Aportaciones de Maria Sybilla Merian a la ciencia
Como os decía, esta mujer no tenía ninguna carrera científica, pero eso no quiere decir que sus trabajos no fuesen de utilidad para la ciencia.
En su época se creía que los insectos surgía por generación espontánea a través del lodo y, quizás por la aversión que le causaban a algunas personas, poca gente se había ocupado de investigarlos y tratar de desmentirlo.
Sin embargo, María se había interesado por ellos desde bien joven, por lo que no dudó en representar en sus dibujos la curiosa transformación de algunos de estos invertebrados, convirtiéndose en la primera persona en describir algunos de los rasgos más importantes de la metamorfosis, que servirían para acabar poco a poco con la teoría de la generación espontánea.
Varios de sus trabajos más importantes los llevó a cabo en Surinam, a donde viajó con su hija pequeña en 1699. Sin embargo, en 1701 fue infectada de malaria, por lo que tuvo que volver a Holanda, donde siguió desarrollando su obra.
Murió en 1717, dejando tras de sí obras de gran importancia, como “La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral” o “Metamorfosis de los insectos de Surinam” y demostrando de nuevo las cosas tan maravillosas que pueden conseguir el arte y la ciencia cuando actúan juntas.